Una aproximación ambiental a la cuestión del Saint Christopher

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El paisaje urbano es una cualidad identitaria y cultural sobre la que solemos reflexionar pocas veces. Esto es así porque comúnmente actúa como un telón de fondo en el que nos detenemos o le brindamos debida atención en muy pocas oportunidades, es parte de nuestro cotidiano, convive con nosotros, constituye la postal diaria al ir al trabajo, salir de compras o llevar a nuestros hijos a la escuela.

Pero particularmente en Ushuaia ese telón de fondo se amplifica por la combinación de los atributos del paisaje. Un recorrido clásico de la zona céntrica de la ciudad puede conjugar el mar y las montañas nevadas con la actividad portuaria y el nutrido tránsito sobre la calle Maipú, un sector que hasta hace una década era bañado por las aguas del canal Beagle y que fue ganado por la costa producto de la actividad humana.

Sea antes como ahora, cabría preguntarse quién alguna vez no se ha quedado encantado mirando la emblemática bahía de Ushuaia. Muchos nos preguntamos por su historia, por las implicancias en la vida diaria de cada uno de nosotros. Lo cierto es que se trata de una costa marítima cuyas características primordiales nos obligan a pensar en términos urbano ambientales. A diferencia de muchos lugares, la costa está ahí, a un paso de la calle. Por ello el impacto de la actividad humana cotidiana es inevitable.

La intersección entre una ciudad y la costa marina admiten situaciones lógicas de tensión que requiere la actualización constante de caminos de resolución a problemáticas ambientales donde las miradas integrales son el único trayecto posible a construir.

El Saint Christopher en clave sociambiental

Cuando tomamos la costanera a la altura del puerto, aparece una postal inevitable para lugareños y turistas: el inconfundible Saint Christopher, un monumento urbano encallado en el agua a 50 metros de la cinta asfáltica.

El barco que llegó a las costas de Ushuaia con la misión de intervenir en la suerte del Monte Cervantes sin éxito. Se trata de un emblema, un hito urbano, una de la fotos más tomadas de la ciudad de Ushuaia. El Saint Christopher ha sido objeto de promesas, locación de arte, admirado e intervenido ha generado los mayores debates entre idóneos y profesionales, incluso entre turistas a través de redes sociales y foros web.

Paradójicamente y a pesar de haber estado impactando la bahía con restos de combustible y otros procesos de degradación durante muchos años, hoy el mayor impacto ambiental que podría producir es colapsar, sucumbir gracias a las cicatrices que le ha propinado el paso del tiempo. Y no sólo por los materiales que podrían desperdigarse en la zona afectada, si no por el impacto paisajístico y visual que generaría su desaparición, afectando un elemento formativos de nuestra identidad. Porque Ushuaia no sería la misma sin el Saint Christopher acompañando sus costas.

Es por ese motivo que el Gobierno de la Provincia a través de la Dirección de Obras y Servicios Sanitarios (DPOSS) ha anunciado que se iniciarán las acciones para evitar que colapse. No podíamos esperar menos.

Es por ello que allí, donde las problemáticas ambientales se hacen eco de cuestiones como el Saint Christopher, es necesario extender la atención sobre el patrimonio cultural como factor fundamental en la construcción del territorio y de la ciudad en clave socioambiental.

Desde esta perspectiva, podríamos decir entonces que los paisajes culturales se aproximan, sin dudas, al uso social de una porción del territorio en la que prevalecen algunos aspectos funcionales, productivos, políticos, jurisdiccionales y ambientales. Como explican algunos especialistas en la materia, el paisaje aparece como un resultado entre las modificaciones e interacciones operadas en el territorio a partir de el uso social de los recursos del territorio. Sin dudas, esta definición traza una línea muy difusa entre los que llamaremos paisaje cultural y lo que consideramos un tema ambiental.

Más allá de eso, un factor que habilitaría encuadrar al Saint Christopher en la exclusiva variable socioambiental estaría dado por el concepto de paisaje que introduce el aspecto de la “belleza” y el carácter del territorio. Así lo plantea la UNESCO desde 1962 y sus sucesivas reformulaciones del tema, por lo que no es posible entonces sacar de contexto al objeto en sí mismo. Así, el Saint Christopher se convierte en un elemento paisajístico representativo de la bahía de Ushuaia, una fusión armoniosa entre la naturaleza y la actividad humana más allá de las causas que lo colocaron allí, a escasos metros de la costa.

En rigor de verdad debemos aclarar que, para avanzar en las técnicas de salvaguarda del paisaje cultural como un hecho que constituye la identidad de una ciudad, es fundamental perfeccionar instrumentos que posibiliten el conocimiento integrado de estas cuestiones y permitan prestar atención a los procesos actuales de transformación del territorio y de su dinámica ambiental.

Una vez más, la mirada ambiental da luz a las cuestiones territoriales en general y en esta oportunidad al Saint Christopher como elemento formativo de la cultura local. Pero como otro telón de fondo, se levanta la necesidad de asumir la cuestión en el marco de la Remediación de la bahía de Ushuaia, tal como lo ha planteado una de las áreas de la Provincia implicadas (la DPOSS) a instancias del histórico fallo del juez Fernández en la delicada situación ambiental que particularmente han sufrido los espejos de agua de la ciudad capital y por supuesto quienes vivimos en ella.

En hora buena tenemos más noticias de aquel fallo que obligaba a Provincia y Municipio a avanzar en la remediación ambiental de la costa. Hoy podemos decir que la madurez de ambas partes están logrando el cometido. En ese sentido, el Saint Christopher no sólo será un hito urbano, sino también un ícono político y social de los nuevos tiempos que corren.


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Diario Prensa
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