Los hechos ocurrieron en 2015 cuando la víctima tenía 10 años. Habría otros casos similares que no fueron denunciados.
Luego de finalizado el juicio, la madre del menor que actualmente tiene 17 años y un cuadro de espectro autista, declaró, a modo de alerta para otros padres: “Esta persona es un panadero que estaba a media cuadra de mi casa. Hacía chocolatada los días del niño, en Navidad, o en otras fechas importantes y los invitaba a todos los chicos del barrio a tomar chocolate y gaseosas. Así se los iba ganando para después abusarlos”.
El Tribunal de Juicio en lo Criminal del Distrito Judicial Norte, condenó el martes 23 de mayo, a Juan José Videla a la pena de 5 años de prisión efectiva por encontrarlo responsable del delito de abuso sexual gravemente ultrajante, cometido en el año 2015.
Si bien el sujeto había llegado a cada una de las jornadas de juicio en absoluta libertad, una vez leída la sentencia condenatoria fue inmediatamente detenido.
El Tribunal de Juicio integrado por los jueces Juan José Varela, Verónica Marchisio y Pedro Fernández, dispuso que el Ministerio de Desarrollo Humano de la Provincia articule un dispositivo de orientación y contención de la víctima.
La condena resultó acorde a la solicitada durante los alegatos por el Ministerio Público Fiscal, representado por el fiscal mayor del DJN Martín Bramati, mientras que la defensa ejercida por el abogado de la órbita privada, Javier Da Fonseca, había requerido la absolución del imputado y la nulidad de las pruebas presentadas.
Videla estaba acusado de haber abusado en reiteradas oportunidades en el año 2015, de un niño de 10 años de edad que contaba – y continúa contando actualmente con 17 años de edad – con un Trastorno General del Desarrollo (TGD).
Una vez finalizado el juicio, la madre del adolescente abusado, relató al portal Minuto Fueguino de Río Grande que “todo comenzó hace 7 años, cuando mi hijo era un niño de 10 años de edad con discapacidad, alguien que no sabía defenderse. El no sabe leer, ni escribir, pero comenzaba a realizar mandados con una esquelita y la plata envuelta. Así empezó a ir al almacén y a la panadería, que está a media cuadra de mi casa. El panadero hacía chocolatada los días del niño, en Navidad o en alguna fecha importante e invitaba a todos los chicos del barrio a tomar chocolate y gaseosas. De esa manera se ganaba su confianza para después abusarlos”.
Sobre el plural que utiliza la mujer, ella agrega: “Es que no fue solamente mi hijo el que sufrió esta situación. Nosotros pudimos descubrir lo que había pasado debido a otro hecho parecido protagonizado también por un menor con discapacidad. A partir de eso le pregunté a mi hijo y con mucha tristeza y con mucha vergüenza, él con 17 años, contó lo que le pasó en el año 2015. A su modo, con gestos, con todo lo que él podía expresar nos lo hizo saber. Y su mayor dolor era que esta persona se hacía pasar por su amigo”.
Sobre el modo en que la familia fue descubriendo lo ocurrido, la madre del adolescente explicó: “Nosotros le hicimos entender a él que todas las personas que se portan mal hay que denunciarlas a la Policía, para que le den una penitencia. Desde ese lado intenté hacerle entender que tenía que hablar, que tenía que contar lo que había pasado”.
Sobre el otro calvario que le tocó vivir, el de la gestión de la denuncia y los trámites derivados de ella, la mujer expresó con pesar: “Todo esto fue un camino de desconocimiento porque uno no sabe qué pasos seguir, ni qué hacer. Tal es así que yo no tenía abogado particular, y nunca lo tuve. A nosotros nos representó el defensor oficial. También fue un problema que este sujeto haya llegado al juicio oral en libertad porque él seguía haciendo su vida como si nada. Yo dos veces peticioné una restricción de acercamiento en Minoridad y Familia porque el señor seguía pasando por el frente de mi casa o la de mi mamá, que está a la vuelta. Cuando te lo cruzabas te miraba fijo y a mi hermano inclusive le hacía gestos”.
Finalmente, la entrevistada se dirigió a otras madres que pudieran estar pasando por situaciones similares con sus hijos: “A las mamás les pido que escuchen a sus hijos, que les crean, que hagan algo, que averigüen. Yo sé que son engorrosos los trámites, los tiempos de la Justicia, y que es un proceso doloroso. Pero hay que prestar atención a los chicos, a los menores y también a los adolescentes, tanto a las chicas como a los chicos, que están en un momento de formación y que son fácilmente manipulables por gente así. Mi hijo fue manipulado y amenazado para que no contara nada porque estas personas son expertas en manejar a sus víctimas”.
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