En Ushuaia, una necrológica incluyó por primera vez a una mascota como “hijo perruno”

Una despedida que deja huella.

Eva tenía 76 años y falleció rodeada del amor de su familia, entre quienes también se nombró a su compañero perruno, Simón. El gesto emocionó por lo que representa: reconocer el lugar profundo que ocupan los animales en nuestras vidas.

Simón, el compañero incondicional y cariñoso de Eva, representó para ella su «hijo perruno», y así fue incluido en el texto de despedida, como bien lo merecía.
Eva Márquez se constituyó sin proponérselo en la primer pobladora de fueguina en cuya necrológica se incluyó no solo a quienes formaron parte de su entorno afectivo humano, sino también a alguien que no lo es, pero no por eso menos importante, su perrito Simón.

El fallecimiento de Eva, una pobladora de Ushuaia de 76 años, fue acompañado por un mensaje de despedida que no pasó desapercibido. En la necrológica publicada tras su partida, además de mencionar a sus familiares y amistades, se incluyó también a su mascota Simón, descripto con ternura como “su hijo perruno”.

El gesto, lejos de sorprender a quienes conocían la sensibilidad de Eva, conmovió a muchas personas que encontraron en ese texto un reconocimiento explícito a los vínculos profundos que pueden generarse con los animales de compañía.

“Enlutan su compañero de vida Juan, sus hijos Estela, Daniel y Mauro, su hijo perruno Simón, hermanos, sobrinos, cuñadas, nuera, yerno, nietos y bisnietos, demás familiares y amigos”, se leía en el texto, que rápidamente generó empatía y resonancia entre quienes comprenden el lugar que una mascota puede ocupar en la vida de alguien.

Quedó demostrado que Simón fue más que un perro para Eva: fue compañía, consuelo y alegría diaria. Y ese lazo fue tan fuerte que incluso formó parte del último adiós. En tiempos en que los vínculos humanos se transforman, los animales muchas veces ofrecen una entrega emocional que no todos los entornos logran ofrecer.

Que el gesto de Eva sirva como ejemplo y semilla: que en futuras despedidas, al enumerar a quienes nos lloran y nos honran, también se incluya a esos seres sintientes que nos acompañan con lealtad silenciosa, que nos cuidan sin pedir nada a cambio y que, como Simón, también sienten el dolor de la pérdida.

La historia de Eva y su despedida con Simón incluido, visibiliza una realidad compartida por miles de personas: la familia no siempre está definida por lazos de sangre, sino por el amor que se construye y se sostiene cada día con otros seres, sean o no humanos.


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