Joven piloto aterrizó sin autorización en la Antártida y ahora no puede salir

Tiene 19 años, es estadounidense y quiere batir un récord y ayudar a los niños con cáncer.

Ethan Guo llegó al sector antártico chileno con un plan de vuelo falso y ahora debe cumplir medidas judiciales mientras espera condiciones para regresar. Su argumento “La Antártida no es de nadie”, no le sirvió. Personal de la Armada asentado en la isla Rey Jorge, lo mantiene retenido en el lugar hasta que el próximo viernes 11 se decida su suerte.

La historia de Ethan Guo tiene todos los elementos de una travesía épica: juventud, aventura, una causa noble… y una infracción que lo dejó varado en el lugar más inhóspito del planeta. El joven piloto estadounidense de 19 años aterrizó sin autorización en el sector del continente antártico ocupado por bases chilenas y actualmente no puede regresar, en medio de un proceso judicial que le restringe su libertad.

Todo comenzó el sábado 28 de junio, cuando Guo despegó desde Punta Arenas a bordo de su avión Cessna 182Q. El plan de vuelo que presentó a las autoridades indicaba un corto sobrevuelo por la ciudad, pero el joven continuó hacia el sur y aterrizó en el aeródromo Teniente Marsh, en la isla Rey Jorge, sin autorización de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC). El ingreso al espacio aéreo antártico en esas condiciones no solo violó la normativa, sino que puso en riesgo el tráfico aéreo, al punto de ser reportado como «aeronave extraviada».

El domingo último fue imputado por infracción a los artículos 194 y 197 del Código Aeronáutico chileno, que sancionan la entrega de información falsa y el incumplimiento del plan de vuelo. Si bien en la práctica se encuentra en libertad, el tribunal le impuso arraigo nacional y la obligación de firmar una vez por mes, lo que lo mantiene en la Antártida hasta que pueda regresar a Punta Arenas, donde deberá fijar domicilio.

Más allá de la irregularidad, el trasfondo de su aventura no es banal. Guo busca convertirse en el piloto más joven de la historia en volar solo a los siete continentes, y con ello, recaudar un millón de dólares destinados al St. Jude Children’s Research Hospital, en Estados Unidos, especializado en la investigación del cáncer infantil. “Quiero generar conciencia sobre la necesidad de intensificar los esfuerzos para prevenir y tratar el cáncer pediátrico”, explica en su sitio web.

La motivación detrás de su viaje es personal: a su primo le diagnosticaron leucemia. Desde entonces, Ethan combinó su pasión por la aviación con una causa solidaria. En cada escala, visita hospitales, se reúne con pacientes y comparte su historia en redes, donde lo siguen más de un millón de personas.

Pero en la Antártida, las buenas intenciones no bastan. La base donde se encuentra carece del combustible que necesita su avioneta, y los vuelos regulares hacia y desde el continente solo operan entre noviembre y marzo. La opción de evacuarlo por vía marítima con el rompehielos Viel, prevista recién para fines de agosto, aparece como una alternativa remota. Mientras tanto, debe esperar allí una eventual autorización para despegar o alguna gestión diplomática que facilite su salida.

Aunque en inglés Ethan repite “la Antártida no es de nadie”, la Dirección General de Aeronáutica Civil ya presentó una denuncia penal y fue enfática en condenar la maniobra. “Reiteramos nuestro firme compromiso con la seguridad de las operaciones aéreas y el cumplimiento estricto de la normativa”, expresaron las autoridades chilenas.

El próximo viernes 11 de julio podría celebrarse una nueva audiencia judicial que habilite una salida alternativa. Hasta entonces, el chico norteamericano permanece aislado en el continente blanco, donde las temperaturas extremas y las restricciones operativas lo obligan a detener, por ahora, su histórica travesía.


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