Homenaje a pioneros y vecinos.
Con más de un siglo de vida, la ciudad del norte provincial celebra el 11 de julio una historia de coraje, trabajo y comunidad.
Este 11 de julio, Río Grande cumple años. Ya pasaron 104 desde aquel momento histórico de 1921 en que fue declarada oficialmente Colonia Agrícola y Pastoril por un decreto exprés del presidente Hipólito Yrigoyen. Sin embargo, su alma –la de una comunidad valiente y creativa– se forjó mucho antes, entre el trabajo de los pioneros, la misión salesiana y los primeros pobladores que apostaron por este territorio extremo.
Comencemos recordando que antes de ser colonia, en 1893 se instaló la Misión Salesiana “Nuestra Señora de la Candelaria”, como puntal de una presencia permanente en la ribera norte del río Grande. Décadas después, hacia fines del siglo XIX, comenzó el desarrollo ganadero; en 1895 se registran los primeros destacamentos policiales y, hacia 1898, ya funcionaba un correo local. El puente colgante del río, inaugurado en 1916, simboliza ese impulso inicial hacia la expansión y el progreso.
Los documentos de la época señalan que el decreto de creación de la colonia contemplaba una superficie aproximada de 5.000 hectáreas, divididas en 100 manzanas de 100 por 100 metros, quintas de 4 a 6 hectáreas y chacras de 100 hectáreas (estas darían el nombre a varios barrios con el correr del tiempo). Existían también unos 30 hogares preexistentes, donde se domiciliaban los primeros pobladores riograndenses. Entre ellos, la historia evoca a Mariano Kovacich, Federico Martínez, Manuel Anllo, Pedro Triviño, José Pérez, José Draguicevich, Manuel Arias Busto, Ludovico Duzinski, Resino y Solárez, Ibarra y Chapestro, Obregón y Barría, Rafael y Roque, Guerra y Cárdenas, Luisa de García, Francisco Cervera, Pedro Oyarzo, Arturo Varas, Alejandro Lías, Francisco Bilbao, Simón Imperial y Ramón Arías.
Entre los primeros habitantes ribereños figuraban la Sociedad Menéndez Behety, Eduardo Van Ake, la Subprefectura, N. Missa, Belarmino Soto Pedro Triviño.
Aquellos nombres, que representan a quienes establecieron sus hogares en un paisaje dominado por el viento y la estepa, lo hicieron en un verdadero acto de fe y tenacidad. Hoy resuenan en esquinas, relatos orales y descendencias activas.
La segunda mitad del siglo XX trajo consigo una transformación profunda y una oleada de nuevos pobladores. Los atrajo la industrialización, la producción electrónica y el consecuente crecimiento urbano. Todos ellos asumieron también, sin saberlo, el mismo legado de quienes los precedieron: sembrar comunidad en la nada.
En este 104° aniversario, Río Grande honra a quienes la integran: los pioneros que fundaron una ciudad en un desierto hostil, y que supieron convertir la adversidad climática y geográfica en hogares llenos de sentido comunitario. Y también a quienes llegaron después, para convertirla en la ciudad más poblada de las tres que conforman el mapa fueguino.