Permaneció más de un mes en terapia intensiva luchando por su vida.
El vecino de Ushuaia F., de 67 años de edad, ingresó al nosocomio a fines del mes de marzo presentando graves dificultades respiratorias. Ayer y en medio de aplausos, pasó a sala común.
El jueves 30 de abril cerca del mediodía, el paciente F., de 67 años de edad, dejó la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Regional Ushuaia después de una guerra sin cuartel contra el coronavirus.
En este período, en el que por momentos su salud se descompensaba al punto de no permitir tener demasiadas expectativas de sobrevivencia y en otros, repuntaba alentando esperanzas, F., fue atendido con dedicación por el personal médico, de enfermería, kinesiólogos, laboratoristas y de mantenimiento.
Después de pasar gran parte de la internación inconsciente y en estado de coma farmacológico, el sexagenario quedará en la historia provincial como la primer persona que debió ser conectado en Ushuaia a uno de los aparatos más demandados del mundo: los respiradores automáticos.
El paciente 1 de la UTI debió transcurrir más de un mes en la UTI hasta que ayer a las 11.20 se abrieron las puertas y pudo trasponerlas para ser trasladado al sector de internación de adultos. Muy demacrado, delgado y con un rictus de tristeza, F mostró en su rostro y en su postura corporal, la experiencia que le tocó vivir y sobrevivir. No se inmutó ni respondió de ninguna manera a los aplausos de los médicos y enfermeros que lo tenían como depositario. Su mirada cansada tornó breves las muestras de alegría, como si al afán de agasajarlo por la batalla ganada, se hubiera antepuesto la evidente necesidad de no pertubarlo de ninguna manera. Serio, encorvado en su silla de ruedas, pasó por los pasillos como muestra viviente de que en la pandemia hay guerreros que no se dejan vencer.
Por delante F., tiene aún un largo camino por recorrer, hasta su completo restablecimiento. Pero lo peor ya pasó.
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