¡Basta de hacernos los distraídos…!

¡Basta de hacernos los distraídos…!

UNICEF se pronunció sobre la situación de pobreza e indigencia de la niñez de nuestro país.

Está ampliamente demostrado que inclusive los periodos cortos de privación y pobreza pueden tener consecuencias irreversibles a largo plazo en el desarrollo cognitivo, nutricional, físico, social y emocional de la población infantil. Debemos entender que una sociedad mejor se hace con gente mejor y que la construcción debe comenzar por una infancia bien alimentada.

Escribe- DR. RUBÉN RAFAELSe dio a conocer esta semana el nuevo informe de UNICEF – Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia – sobre la situación de pobreza e indigencia en la niñez de nuestro país.
Dicho informe está enmarcado en diversos monitoreos sobre la situación de la niñez y la adolescencia que realiza la organización de forma continua desde el año 2016. “Con esta información se busca contribuir a la toma de decisiones de los gobiernos, en cumplimiento con los planes de trabajo acordados con el Estado nacional, y a partir del mandato establecido en la Convención de los Derechos del Niño» – se expresa en el mismo.
Una persona es pobre si su nivel de ingresos se sitúa por debajo de un nivel mínimo que le permita satisfacer sus necesidades básicas y es indigente si el nivel de ingresos no le permite satisfacer sus necesidades alimentarias.
Es un hecho comprobable que la pobreza se agudizó desde fines del año pasado y alcanza actualmente el 19,4 por ciento de la población infantil, lo que equivale a 7,1 millones de chicos. Algunos de ellos se encuentran incluso en situaciones de mayor vulnerabilidad: la pobreza se eleva cuando los referentes del hogar tienen muy bajo nivel educativo (83%), en los casos de hogares monomarentales, es decir en los que solo las madres están a cargo (68%) o cuando residen en barrios populares (84%).
Es crudo admitirlo, pero hoy hay casi dos millones de chicos en situación de indigencia en nuestro país, que viven en hogares en los que los ingresos no cubren la canasta básica de alimentos.
En este contexto, el presupuesto nacional destinado a la niñez muestra que al día de hoy sufrió una caída del 75% en términos reales, según tres nuevos informes de UNICEF basados en cifras oficiales que abordan la pobreza monetaria y las privaciones vinculadas a los derechos de los niños; el presupuesto destinado a la infancia y la suficiencia de las políticas de protección de ingresos.
“De mantenerse las tendencias actuales, la prevalencia de la pobreza en la niñez y la adolescencia para el primer trimestre de 2024 alcanzaría valores en torno al 70%, mientras que la indigencia llegaría al 34%, con repercusiones en el bienestar actual y de largo plazo” – indica UNICEF.
En la actualidad, la AUH – Asignación Universal por Hijo – representa el 45% de la Canasta Básica Alimentaria.
«Argentina transita por un proceso de estancamiento económico hace más de 10 años, y en la actualidad tiene el mismo producto per cápita, medido en valores constantes, que en el año 2007. El proceso inflacionario de los últimos años, que se acelera nuevamente a partir de diciembre de 2023, generó nuevos impactos en los niveles de pobreza que es necesario poder amortiguarlos» – amplía la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas.

¡Basta de hacernos los distraídos…!
A modo de ejemplo cita que en el último año los salarios de los trabajadores registrados aumentaron aproximadamente 160%, los salarios de los trabajadores no registrados 115%, mientras que la canasta básica alimentaria, índice por el cual se mide la pobreza extrema, un 296%.
Para no ser pobre, una familia de cuatro integrantes necesitó $690.902 en febrero, mientras que el límite para no caer en la indigencia se ubicó en $322.851, según el INDEC en base a los datos de la Canasta Básica Total (CBT) y la Canasta Básica Alimentaria (CBA).
En términos monetarios la pobreza tiene un claro sesgo intergeneracional: la incidencia de pobreza para el grupo de niños y adolescentes de hasta 14 años es mayor en 19 puntos porcentuales que la del grupo de personas que se ubican entre los 35 y 44 años, y 31 puntos porcentuales más alta con respecto a personas de 65 años o más.
De no tomarse en cuenta esta condición de privación de la población infantil en el diseño de políticas sociales, se corre el riesgo de repetir los ciclos intergeneracionales de la pobreza en la región.
De chicos pobres… a jóvenes sin oportunidades… a padres de chicos pobres… a adultos pobres fuera del sistema…
Los datos oficiales se conocieron junto con los de inflación de febrero, que se ubicó en 13,2%, acumulando un alza de 36,6% en el primer bimestre de 2024, mientras que, en los últimos 12 meses, el IPC nacional refleja un avance de 276,2%.
Se trata del número interanual más elevado desde marzo de 1991.
Aunque es obvio decirlo, la alimentación tiene un papel predominante en la salud humana y muchísimo más durante la primera infancia. Las carencias proteicas provocadas por una alimentación deficiente dan como consecuencia deficiencias intelectuales y corporales que se arrastraran durante toda la vida.
El cerebro de una persona al nacer pesa 350 g y a los 3 años de vida pesa cerca de 1 kg, mientras que en la adultez llega a registrar entre 1,250 kg a 1,500 kg. De esto se puede inferir la importancia de una buena alimentación dentro de los periodos iniciales, ya que de no ser así quedará como secuela un déficit que no podrá resolverse con buenas alimentaciones en etapas mas tardías del desarrollo.
Los niños y adolescentes no solamente tienen necesidades específicas que son distintas a las de la población adulta, sino que, sobre todo en los primeros años de vida, son dependientes de cuidados y susceptibles a lo que acontece en su entorno familiar o más cercano. Además, ha sido ampliamente demostrado que aun periodos cortos de privación y pobreza pueden tener consecuencias irreversibles a largo plazo en el desarrollo cognitivo, nutricional, físico, social y emocional de la población infantil.
Si queremos tener una Argentina mejor, como sociedad tendremos que ocuparnos seriamente de las generaciones venideras. Tendremos que ocuparnos de los más vulnerables y por sobre todas las cosas tener claro que ellos no tienen voz para explicar con claridad lo que les toca vivir, y que no tienen claridad tampoco para imaginar la importancia que estas carencias tendrán en su propio futuro.
Aquellos que podemos entender que una sociedad mejor se hace con gente mejor, no podemos dejar de manifestar que la construcción debe comenzar por una infancia bien alimentada, suficientemente estimulada, con acceso a una educación de calidad, que pueda ser criada en ambientes controlados y contenedores.
Creo importante no hacernos los distraídos y que nos quede claro que por acción o por omisión somos ineludiblemente responsables de nuestros chicos y por ende, del futuro del país.


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