Basta de vivir preocupado…

Basta de vivir preocupado…

ANSIEDAD II

La semana pasada comenzamos a hablar sobre la ansiedad. Como se mencionó en el artículo, son muchos síntomas los que forman parte del cuadro ansioso, pero hay uno en particular que es fundamental y cuyo origen es mental: las preocupaciones.
La característica principal de la persona ansiosa es que vive preocupada: se adelanta a situaciones que aún no han ocurrido y que probablemente jamás lleguen a hacerse realidad, piensa constantemente acerca de dichos eventos futuros y tiende a verlos como más graves y peligrosos de lo que en realidad son o pueden llegar a ser. Las preocupaciones más comunes giran en torno a la salud, seguridad, dinero o muerte. Al estar preocupada gran parte del día, durante meses y hasta años, vivir en modo preocupación se vuelve algo tan cotidiano, que la persona ansiosa llega a creer que es normal y por lo tanto, un modo de vida.
La diferencia entre la preocupación normal y la patológica (o problemática) radica en que la primera debería funcionar a modo de un alerta, a fin de activar los recursos propios y del entorno para resolver los problemas que están provocando la preocupación. Sin embargo, en lugar de preocuparse (u ocuparse) en resolver, se preocupa por la preocupación misma; en otras palabras, no busca soluciones. Tiende a posponer o evitar tomar decisiones y a evadir situaciones, generando un aumento de problemas. ¿El resultado? El estado crónico de dificultades físicas, mentales y sociales que describimos la semana pasada.
Pero aún hay más para decir sobre las preocupaciones. Lo que las motiva no es otra cosa que una emoción llamada MIEDO. El miedo es una de las emociones más básicas en los seres vivos: tanto animales como seres humanos poseemos en potencia la capacidad de sentir esta emoción en diversos momentos y condiciones de la vida y se produce como consecuencia de la percepción de peligro. Cuando estamos temerosos ante algo o alguien, la emoción de miedo despierta la preocupación en la mente y la mente preocupada se mantiene alerta ante la posibilidad del riesgo a que algo malo vaya a ocurrir.
Debemos mucho al miedo: gracias a esta emoción, tanto la mente como el cuerpo se ponen en estado de alerta, activándose diversos mecanismos fisiológicos, mentales y conductuales que sirven para la huida o el ataque. Si no podemos reaccionar, la situación de peligro seguro que nos gana. Pero cuando el miedo se vuelve crónico, comenzamos a paralizarnos.
El miedo por lo tanto, no es un problema; es en realidad una emoción/respuesta adaptativa del organismo ante una situación estresante. El conflicto se produce cuando este miedo es constante y por períodos largos. La persona expuesta a situaciones crónicas de estrés, probablemente comience a desarrollar un estado de miedo cada vez más intenso y a paralizarse ante él. Es como decir que los problemas no se terminan nunca, que no tienen solución, que el peligro no desaparece por más que pase el tiempo.
Todas estas situaciones tienen un factor común muy importante: la incertidumbre. Cuando alguien vive expuesto constantemente a situaciones inciertas de la vida, comienza a sentir miedo ya que no puede vivir seguro de nada ni de nadie.

LA ESPIRAL DE LA ANSIEDAD

Podemos hacer una especie de línea explicativa que en realidad no es tan lineal, pero sirve para comprender mejor el origen y proceso de desarrollo de la ansiedad:

Incertidumbres – miedo – el miedo se cronifica – desarrollo de síntomas (preocupaciones constantes, insomnio, contracturas musculares, dolor de cabeza, problemas gastroinstestinales, entre otros).
Algunas de las conductas y síntomas clásicos de los ansiosos, como querer controlar todo a su alrededor (personas, objetos, situaciones) tienen que ver con la necesidad de reducir la sensación de incertidumbre constante y así sentir menos miedo y menos preocupaciones. Lo mismo se puede decir sobre las contracturas musculares: cuanto más miedo sienta la persona, más contracturada va a estar ya que la mente percibe peligros y pide al cuerpo que se tensione para responder rápido. Muchos otros síntomas son consecuencia de vivir en la incertidumbre y el miedo: insomnio (no parar de pensar en las preocupaciones), dolores de cabeza (consecuencia de la contractura muscular y del pensamiento de preocupación constante), cansancio y fatiga, irritabilidad (no descansar ni de día ni de noche).
En otras palabras, el origen del problema de la ansiedad generalizada es la percepción de incertidumbre en el entorno y en uno mismo. Esto genera sensación de miedo y el miedo crónico desata el cuadro de ansiedad y sus síntomas típicos.
La semana que viene vamos a profundizar más sobre las fuentes de incertidumbre y para finalizar, una frase para reflexionar:

“El miedo es la incertidumbre en búsqueda de seguridad”. Krishnamurti.


Bibliografía Consultada:

• Rapee, R. (1991). Generalized Anxiety Disorder: A review of clinical features and theoretical concepts. Clinical Psychology Review.
• Lang, P. J. (1968). Fear reduction and fear behavior: Problems in treating a construct. En J. U. H. Shilen (Ed.), Research in psychotherapy.
• Lazarus, R.S.; Averill, J.R. y Opton, E.M. (1970). Chapter 14 – Towards a Cognitive Theory of Emotion. En M .B. Amold (Ed.), Third International Symposium on feelings and emotions.
• Freeston, M. H., Rhéaume, J., Letarte, H., Dugas, M. J. y Ladouceur, R. (1994). Why do people worry? Personality and Individual Differences.
• Borkovec, T. D., Shadick, R. & Hopkins, M. (1990). The nature of normal and pathologial worry. En: R. Rapee & D. H. Barlow (Eds.) (1991), Chronic anxiety: Generalized anxiety disorder and mixed anxiety-depression.


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