Carlos Rosenkrantz: «La mala reputación de la Justicia es porque la opinión de la gente está moldeada por los medios de comunicación»

El presidente de la Corte Suprema de Justicia desligó al Poder Judicial como principal responsable por la impunidad en los casos de corrupción que involucran a empresarios y políticos

El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz, es un juez de pocas palabras. Prometió hablar poco ante el Rotary Club Buenos Aires y responder algunas preguntas que no lo incomodaran. Se incomodó pero contestó. «No hay conflictos internos», negó sobre la relación con los otros cuatro miembros del máximo tribunal, aunque admitió diferencias. Reivindicó la figura del arrepentido, pidió penas para quienes mienten en los procesos judiciales, defendió que los jueces no paguen ganancias, aseguró que la mala reputación de la Justicia es infundada y hasta retrucó al radicalismo la aseveración de que con la designación de Eduardo Wado de Pedro y Graciela Camaño en el Consejo de la Magistratura estén en riesgo las causas que se siguen por corrupción. «Es una apreciación temeraria, no creo que corran riesgo, no depende del Consejo de la Magistratura, me parece que es otra exageración a la que los argentinos somos tan afectos», aseguró con total calma.

Como un mea culpa, reclamó a los jueces que sean «íntegros» y que expliquen «sus decisiones a la luz de sus mismos principios» porque «los jueces cambiantes socavan la Justicia». «Debemos ser independientes no solo de los otros poderosos del Estado, sino también de nuestras convicciones ideológicas y políticas», manifestó, al tiempo que pidió a la sociedad mayor control y a los jueces les dijo: «Deben ser valientes y tener la valentía de decir lo que el derecho exige, independientemente de lo que pida la tribuna».

Rosenkrantz arrancó su exposición en el ciclo «Cómo pienso a la Argentina» casi en tono filosófico. Exculpó al Poder Judicial de ser responsable de la corrupción y les atribuyó la misma responsabilidad a todas las instituciones. Comparó encuestas según las cuales «la Justicia tiene baja reputación» pero las atribuyó a «la opinión moldeada por los medios de comunicación que adjudican buena parte de nuestros males al proceso judicial», a contramano de las creencias de quienes hacen uso del sistema judicial que, según esos mismos números, tiene mejor apreciación.

Carlos Rosenkrantz con Ubaldo Aguirre, presidente del Rotary (Maximiliano Luna)

Carlos Rosenkrantz con Ubaldo Aguirre, presidente del Rotary (Maximiliano Luna)

«Cuando se les pregunta a usuarios del sistema judicial cuál es su reputación, la respuesta es positiva en alrededor del 45%. Buena parte es producto de convicciones que tiene gente que no ha sido usuaria», planteó al señalar a los medios con generadores de opiniones negativas. Sólo le incomodó, y así lo expresó, responder si los jueces deben o no pagar Ganancias. Se rió al intentar esquivar la pregunta de Clara Mariño, preguntó cuánto debe ganar un piloto de avión, mencionó las variaciones salariales, comparó a jueces con abogados exitosos y finalmente apeló a plantearse como la «pregunta correcta qué jueces queremos y cuánto tenemos que pagar a los jueces que queremos».

«Los jueces somos muy poderosos, los únicos elegidos de por vida, debemos entender el poder que se nos confía», remarcó de todos modos Rosenkrantz, que también elogió la reforma del Código Penal y la figura del arrepentido que «es una reforma quirúrgica que tiene un efecto cuántico y rompe la solidaridad que crea el delito». «Del mismo modo -continuó- va a ser cuando se castigue la mentira» ya que, según su visión, «buena parte de los problemas de la administración de la Justicia es porque se concentra la mayor parte del proceso en encontrar la verdad entre muchas mentiras porque la mentira no se sanciona».

Sobre las diferencias entre los integrantes de la Corte, evidenciadas en sus últimos fallos, aseguró que «no hay conflictos internos, es un organismo que tiene cinco ministros que muchas veces tenemos visiones diferentes acerca de lo que debe hacerse, que defendemos nuestras ideas con bastante convicción y vehemencia. Me parece que el país se tiene que acostumbrar a que la gente que tiene buena fe y comparte propósitos institucionales muchas veces está en desacuerdo, que son desacuerdos que se expresan en modos diferentes pero no son más que eso».

La última pregunta que respondió fue sobre sus objetivos como presidente de la Corte. «Voy a usar una palabra que usa mucho mi hija, no tengo una visión falocrática», subrayó, mientras se oía en el salón un murmullo. Y cerró: «Me parece que la mejor contribución que uno puede dejar a cualquier institución es que quienes lo sucedan funcionen mejor que nosotros mismos».


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