Cuando el aire y la falta de compromiso… matan.

Cuando el aire y la falta de compromiso… matan.

Cuando el aire y la falta de compromiso… matan.

 

“Llegó el Doctor” Entrevistas, recomendaciones y comentarios del Dr. César Berenstein

Como profesional médico intento realizar promoción de la salud más que prevención de la enfermedad. Estos enunciados parecen significar lo mismo pero difieren en el enfoque. La salud es el hecho positivo y esperanzado de una vida plena. La enfermedad es el resultado no deseado muchas veces de la falta de cuidado. En esta ocasión tengo que hablar de una situación muy triste.  De una realidad pasada por alto. Sobre este tema no es fácil ser optimista y es más, creo que muchos de ustedes no leyeron nunca al respecto en los medios de comunicación, ni lo oyeron como eje de un noticiero de televisión o una película documental. Es un tema simplemente ignorado, quizá por el dolor que genera o por los intereses económicos involucrados.

Esto es así de concreto: la polución del aire tiene efectos devastadores sobre la salud de los niños.

El 93% de los niños del mundo viven en ambientes con niveles de polución del aire por arriba de los recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Una de cada 4 muertes en niños por debajo de los 5 años está directa o indirectamente relacionado con el riesgo ambiental. Esto se traduce en casi 550.000 niños de esa edad que pierden la vida anualmente,  la mayoría a causa de cuadros respiratorios según se ha calculado en el año 2016. El impacto es más manifiesto en los países de bajos y moderados ingresos como es Argentina.

La contaminación del aire puede provenir del ambiente exterior: de los combustibles fósiles, los procesos industriales, la incineración de basura y material biológico como las quemas de áreas rurales y suburbanas, de algunas prácticas agropecuarias o por procesos naturales como los grandes incendios, las tormentas de polvo o las erupciones volcánicas. Todas estas fuentes de polución generan sustancias deletéreas para la salud que penetran a través de nuestras vías respiratorias y afectan especialmente a los más vulnerables, como los bebés por nacer y los niños más pequeños.

En áreas rurales o en los conglomerados más humildes, en  donde se utilizan combustibles sólidos como la madera o el carbón, kerosene y alcohol como formas de calefaccionarse, cocinar u obtener luz, también los chicos están expuestos a la polución del aire por la presencia de contaminantes dentro del hogar que tienen una concentración 6 veces mayor que al aire libre.

Los cuadros que pueden originarse o agravarse por la exposición de los pequeños al aire contaminado incluyen bajo peso al nacer y nacimiento pretérmino, trastornos en el desarrollo neurológico, obesidad, asma, infecciones respiratorias, otitis media, algunos cánceres y como ya comentamos, aumento de la mortalidad.

¿Quiénes deben hacerse cargo de esta realidad que llena de sombras la infancia de quienes deberían crecer saludables, con un futuro venturoso por delante? Cada uno de nosotros, sin duda. Pero sobre todo los profesionales de salud, el conjunto de responsables de las políticas de salud y el desarrollo que deberían trabajar con un objetivo en común, quienes deben legislar y hacer que la ley se cumpla a rajatabla.

En lo personal, asumo el rol de informar a la comunidad, a mis colegas e interactuar con las sociedades científicas (debo mencionar desde mi campo de acción como cardiólogo el compromiso de la Federación Mundial del Corazón y la Sociedad Argentina de Cardiología con esta temática) que deben hacer lobby para que se tomen medidas que mitiguen el efecto de la polución ambiental sobre toda la población y especialmente sobre los niños en sus primeros años de vida.

A usted, querido y comprometido lector, ante esta realidad que ahora conoce y supongo lo llena de indignación y tristeza, ¿Qué rol piensa que le toca ejercer?.


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