“Dejé de estar, pero nunca de pertenecer”

“Dejé de estar, pero nunca de pertenecer”

“A 44 años de mi ingreso a la gloriosa Armada Argentina”

En este nuevo aniversario de mi ingreso a la Armada Argentina, el número 44, traté de buscar palabras  entre los viejos recuerdos para referenciar mi emoción, pero me di cuenta que tendría que inventar un nuevo idioma para lograrlo.  Entonces, dando rienda suelta a la nostalgia, hice un pequeño inventario de sensaciones de ese momento.

Recuerdo la salida de mi Río Tercero natal, rumbo al tren que me llevaría  de Córdoba a Capital Federal, hoy CABA; el abrazo en el andén de mi hermano Héctor y de la familia de Alejandro García, que me ayudó mucho para cumplir mi sueño; la llegada a la gran Capital;  los nervios congelados en un tórrido verano del 77 por el miedo a todo lo nuevo que estaba viviendo con apenas 15 años; el olor a pasto recién cortado y el sonido de un coro de chicharras estridentes.

Luego llegarían las filas para vacunarnos, cortarnos el pelo al ras, la entrega del equipo compuesto por  ropa e innumerables enseres… mientras escuchábamos las voces estruendosas de quienes nos dirigían, dándonos indicaciones.

Recuerdo cuando pisé por primera vez la Plaza de Armas, la que tenía condición de suelo sagrado, camino al comedor para saborear “las delicias” del chef de guardia. Demás está decir que nadie debía despreciar el menú del día, porque no estaba la vieja o la abuela para hacernos otro plato de nuestro gusto.

No puedo dejar de recordar tampoco que durante la primera noche, entre sueños de agotados adolescentes, se escuchaban llantos con un común denominador.  Siempre era una sola palabra la que simbolizaba la necesidad de cobijo como nunca antes habíamos sentido.  Mis compañeros sollozaban pronunciando la palabra ¡mamá…!  y en mi caso “abuela Ramona, no me abandones…”.

Ingresar a la Armada Argentina fue como entrar a un crisol ardiente, donde se fundía el  temperamento de jóvenes de todos los rincones de nuestro país, para templar el carácter y dar forma en nuestro ser al objetivo primordial al que debe aspirar quien entraña el espíritu militar: la defensa de la Patria.

Hoy agradezco a la Armada Argentina el inculcarme férreos valores morales y el haberme dado tantos hermanos de la vida.  Juntos ingresamos un 2 de febrero de 1977 y constituimos, orgullosamente, la promoción 31.

  • Vicegobernador y gobernador de Tierra del Fuego, mandatos cumplidos.

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