UNA VECINA DE USHUAIA DECIDIO DENUNCIAR PUBLICAMENTE LA ODISEA POR LA QUE TUVO QUE ATRAVESAR PARA QUE SU HIJO ADOLESCENTE Y SU BEBE DE CORTA EDAD, CON 40.3 Y 38.5 DE FIEBRE Y DOLOR DE GARGANTA, RECIBIERAN ATENCION MEDICA.
Verónica relató a Diario Prensa Libre, entre lágrimas, cómo después de llamar al 107 fue enviada a la Clínica San Jorge, de allí al Hospital Regional y desde el nosocomio a un periférico, antes de que alguien se condoliera de los menores. “¡Esto no puede pasarle a nadie más!” – exclamó. “Además de coronavirus también mucha gente sigue sufriendo enfermedades comunes, más ahora que empiezan los fríos fuertes. Y alguien tiene que ocuparse de ellos”.
Verónica es una mujer luchadora, madre de tres hijos y alguien que le pone el pecho a la adversidad. La conocemos y respetamos su pedido de mantener en reserva su apellido porque dice tener desconfianza ante un sistema de salud que la hizo pasar por una experiencia que con solo recordarla, rompe en llanto. Ella lo cuenta en palabras textuales:
“Después de tratar de bajarle la fiebre a mi hijo mayor que se quejaba de un fuerte dolor de garganta, con paños fríos primero y baños después, y al ver que en vez de mejorar empeoraba y empezaba a delirar, con 40.3 de fiebre y que mi nene más chico, de 2 años, tenía también 38,5 de temperatura, decidí llamar al 107, tal cual dicen en los medios de comunicación.
Ante la posibilidad de que pudieran tener coronavirus llamé para que me orientaran pero me dijeron que esos no eran los síntomas de la enfermedad. Me mandaron entonces a la Clínica San Jorge para que los hiciera ver ahí. Así lo hice. Cuando llegamos a la Clínica me atendieron en la entrada dos chicas y me dijeron que nos sentáramos y que esperáramos. Así lo hicimos hasta que un buen rato después se acercó una de ellas para comunicarnos que una doctora que vimos que estaba detrás de una ventanilla, había dicho que no iban a atender a los chicos y que teníamos que irnos al hospital. Yo le dije que había leído que los casos de enfermedades comunes las estaban atendiendo en la Clínica, le rogué que algún médico examinara a mis hijos que tenían fiebre alta y estaban muy doloridos, a lo que la chica me volvió a decir que nos fuéramos al hospital. Fueron inconmovibles. Lo único que hicieron fue decirme que la doctora se iba a comunicar con el hospital y me dieron un barbijo rojo para mi bebé, lo que me confundió porque sé que esos barbijos se los dan a las mujeres golpeadas. Pero bueno, sin discutir les hice caso y nos fuimos enseguida al hospital. Cuando llegamos una mujer se agarró la cabeza mientras exclamaba ¡ustedes no tendrían que haber venido acá!. Yo le expliqué que nos habían mandando de la Clínica San Jorge y que me habían dicho que se iban a comunicar con ellos, cosa que parece que nunca hicieron.
A mi hijo menor como es muy chiquito preferí dejarlo en el vehículo con mi papá y entré con mi hijo mayor, que no podía hablar ni responder a las preguntas que le hacían en el sector de ingresos, como su nombre y obra social. Todo el tiempo entraban y salían policías con presos, y nosotros tratábamos de mantenernos alejados de ellos por temor al contagio, como tenemos todos. Después de un rato alguien gritó desde el fondo que no nos iban a atender y que teníamos que dirigirnos a un periférico. Yo les dije que el periférico de nuestro barrio – el San Vicente de Paul – está cerrado y que solo atiende casos especiales a embarazadas y por turnos. Querían entonces que fuéramos al de Andorra o al de las 640 Viviendas a lo que yo les decía que eso significaba cruzar la ciudad desde donde estábamos y que no iba a resultar sencillo pasar por los retenes. Finalmente accedieron a atenderlo y lo hicieron pasar a otro sector. Yo me volví al auto a esperarlo y cuando salió, a duras penas me contó que estaba muy asustado porque lo habían hecho ingresar a un sector en donde había un montón de personas enfermas juntas. Yo no podía creerlo… ¿Por qué no lo atendieron en un consultorio a él solo? ¿Y si se contagió? Ahora todos los días estamos pendientes de que no le aparezca algún síntoma extraño… Y a mi nene más chico directamente no me lo quisieron atender. Me mandaron a que recorra los periféricos hasta encontrar alguno que estuviera abierto. Con mi papá – que es un hombre grande que está por su edad y por tener enfermedad cardíaca en grupos de riesgo – empezamos a ir uno por uno hasta que llegamos al que está en la calle Valdéz, el Nro 3. Justo cuando llegamos iba entrando una pediatra y atendió a mi chiquito”.
Verónica cuenta que decidió comunicarse con Diario Prensa Libre porque “no quiero que otros tengan que pasar por lo que pasamos nosotros. Es evidente que hay una falla en cómo comunican y una inexistente coordinación entre el hospital, la clínica y los periféricos.
Esta fue una pésima experiencia. Fue una gran angustia ir a la Clínica San Jorge y que los chicos estuvieran sufriendo sentados ahí hasta que terminaron negándose a atenderlos. Tampoco fue fácil convencerlos en el hospital a que atendieran a mi hijo mayor y después fue tremendo ir de un periférico a otro para lograr que algún médico viera al más chico, sin saber si finalmente alguien lo iba a atender o no. No pueden ser las cosas así porque además del problema del coronavirus también la gente se enferma de dolencias comunes y mucho más ahora en que comienzan los días fríos y seguro van a abundar, como todos los años, los resfríos, anginas y problemas bronquiales. Afortunadamente mis hijos fueron diagnosticados con angina con placas en un caso y en el otro no, lo que con medicación se solucionó, pero todo lo que tuvimos que pasar se nos podría haber ahorrado con una mejor organización. ¡Esto las autoridades de salud tienen que cambiarlo ya!”.
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