“El arquitecto con más metros cuadrados construidos en la provincia”

A DOS MESES DE LA PARTIDA DEL ARQUITECTO “LUCHO” PETRINA

Lucho Petrina Lo recuerdan y escriben: sus hijos.

El pasado 26 de abril se cumplieron dos meses de aquel penoso día en el que Carlos Lucio – afectuosamente conocido como Lucho – Petrina, dejó de existir. En un nuevo aniversario de su eterna ausencia, sus hijos escribieron – a pedido de Diario Prensa – un resumen de sus principales obras como funcionario del ex Territorio Nacional de Tierra del Fuego y como profesional de la arquitectura.

PASION POR EL TRABAJO BIEN HECHO

Lucho Petrina

“Difícil es sintetizar en pocas palabras la vida de un buen hombre: Carlos Lucio Petrina. Hijo de Cirilo y Josefa Espiñeira, ambos inmigrantes españoles. Transitó su vida defendiendo con fervor ideales que lo trascendieron hasta sus últimos días.
Militante de la JUP durante sus años en la UBA, donde estudió arquitectura, al igual que su hermano Alberto, con quien compartió luchas y esperanzas.
Una vez recibido y hasta el año 1975 trabajó en un estudio de arquitectura y diseño de interiores en Buenos Aires; luego se incorporó al equipo de arquitectura hospitalaria en el marco del Sistema Nacional Integrado de Salud, en la provincia del Chaco, durante la gobernación de Vittel y el ministro Morante.
En Resistencia nació su primer hija, Irupé, fruto de su matrimonio con Norma Martínez. Posteriormente, volvió a trabajar en Buenos Aires en la empresa COMARCO, desde el año 1977 al 79 como proyectista de viviendas. En esa ciudad nació su segunda hija, Amancay.
Los años, bajo el régimen militar fueron duros para todos los militantes peronistas.
Fue víctima de un secuestro por las Fuerzas Armadas – Centro de Detención “Mansión Seré” – y luego fue milagrosamente liberado.
En esos años surgió el proyecto de trasladarse a Tierra del Fuego.
De la mano de COMARCO, se instaló junto a su familia en la ciudad de Río Grande y asumió la representación técnica de la empresa con la que realiza sus primeras obras en Tierra del Fuego: barrio 20 Viviendas y las 205 Viviendas. En el BIM 5 estuvo al frente de la construcción de una pista de aterrizaje y el bunker durante la guerra de Malvinas, por mencionar alguna de sus obras.
En Río Grande nació su tercera hija, Anahí, época en la que comienza con una activa participación en la Iglesia Católica como dirigente del grupo de matrimonios y trabajos sociales para la comunidad.
Posteriormente se trasladó a la ciudad de Ushuaia donde nacieron sus hijos Carla, Juan Facundo y Martín Cruz.
Allí realizó obras como la reconstrucción del Hotel Albatros, destruido por un incendio, con la empresa ODISA.
Una vez restablecida la democracia participó activamente en la recomposición del Partido Justicialista.
Durante los años 1989 y 1991, durante el gobierno de Martín Torres, ejerció el cargo de ministro de Obras Públicas y director del Banco del entonces Territorio Nacional.
Luego y fruto de su matrimonio con la abogada Adriana Rapozzi, nacieron Mariano y Agustina. A ese cuantioso clan de ocho hijos se suman María y Martín, sus hijos del corazón, a los que se brindó sin reticencia, con naturalidad y cariño.
Dedicó su carrera a la obra pública y fue el arquitecto con más metros cuadrados construidos en la provincia, decía él.
Ya como integrante de la empresa HABITAT SRL Y ENTECOM SA, construyó la biblioteca Popular Sarmiento, el Gimnasio Ana Giró, el taller de la ENET, la Parroquia de la Sagrada Familia, el Jardín de Infantes Nro. 7, la Escuela experimental Los Calafates, el Centro de Salud Nro. 8, parte del complejo habitacional 245 Viviendas, el Gimnasio en la Villa Deportiva Eva Perón, entre tantas otras obras públicas de salud, educación, viviendas y deportivas.
A esa semblanza profesional debe agregarse su carácter apacible, de meridiana claridad ante situaciones particulares, con un humor especialmente ácido y a la vez divertido, con opiniones vanguardistas que lo han llevado a recoger el reconocimiento de jóvenes y contemporáneos.
Incansable hacedor de una vida no solo responsable sino también placentera: supo disfrutar de innumerables viajes junto a su compañera Adriana, hacia rincones de todo el mundo.
Y siempre continuó alimentando hasta último momento la amistad con sus compañeros del Huergo, con quienes compartía picarescas y entretenidas comunicaciones.
Transmitió a sus hijos el valor de la honestidad, la solidaridad, la auto superación, la pasión por el trabajo bien hecho y por la vida misma.
Era conocido su gusto por las largas sobremesas que se extendían hasta la madrugada, siempre entretenidas y repletas de anécdota y risas.
Abuelo cálido y ocurrente que supo ganarse sin esfuerzo el amor de sus 11 nietos y uno en camino.
Y ferviente futbolero, hincha de Ferrocarril Oeste – jefe de la barra brava – según él mismo contaba a sus yernos Juan, Martín y Gonzalo, con quienes supo establecer una especial relación deportiva.
Se despidió – y no podía ser de otra manera – rodeado de amor.
El mismo que él dispensó a sus amigos y seres queridos”.


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Diario Prensa
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