Había sido derivado hace un tiempo atrás a Buenos Aires con un cuadro de botulismo.
Aunque la comunidad fueguina está acostumbrada a los vuelos sanitarios en los que se derivan a pacientes que requieren atención médica especializada, desde la isla a centros del norte del país, el que se hizo el 1 de julio, fue a la inversa. A las 8.45 del primer día de julio salió un avión Lear Jet A 35 desde el aeropuerto de San Fernando con un bebé de cinco meses y sus padres, con destino a la ciudad de Río Grande. Volvían a la ciudad en la que residen porque el pequeño había logrado recuperarse de un cuadro de botulismo por el que debió permanecer internado en Buenos Aires hasta su completa recuperación.
Una vez que arribaron al aeropuerto riograndense el menor fue trasladado al sanatorio privado CEMEP, en donde luego de ser examinado continuaría su tratamiento en domicilio. La Dra. Margarita Alvarez, de ese centro de salud, confirmó que estaban esperando al bebé.
Cumplida su misión, los pilotos Claudio Canelo y Héctor Vittore, encargados del vuelo comieron algo y regresaron a la aeronave, junto al Dr. Diego Ciolfi y la enfermera Denise Torres. A las 14.15, la aeronave comenzó a carretear por la ancha pista de cemento del aeropuerto Trejo Noel, con un día especialmente luminoso, un cielo diáfano y una temperatura fría pero agradable de unos 6 grados sobre cero. Todo parecía prometer una operación de despegue rutinaria y sin ningún sobresalto. Una falla técnica en la aeronave, según los estudios preliminares realizados, provocó la tragedia y les impidió para siempre regresar a sus hogares, como debió haber ocurrido.
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