El desafío de producir alimentos vegetales en familia

El desafío de producir alimentos vegetales en familia

No hay excusas: todos tenemos un espacio en nuestro terreno, un patio trasero, un balcón, una terraza o al menos una maceta cerca de una ventana.

Quienes se alimentan con vegetales agroecológicos – y mejor aún si los producen – tienen menos obesidad, menos diabetes, menos hipertensión arterial, menos cáncer y menos trastornos asociados al embarazo.

En un primer artículo publicado en este diario, hemos definido el Antropoceno como la era en la que el cambio del medio ambiente en nuestro planeta resultó generado en forma vertiginosa por la actividad humana y no por los cambios lentos y progresivos de los ciclos geológicos. A la nutrición en el Antropoceno podríamos representarla como la relación entre la alimentación, la salud y el medio ambiente. También caracterizamos algunos componentes de nuestra alimentación que pueden llevar a una dieta saludable, que nos permita vivir más y sobre todo con mayor bienestar. En la segunda nota que vió la luz en este mismo medio gráfico compartimos los efectos sobre el medio ambiente de la producción de alimentos, sugiriendo una producción que no altere las condiciones de vida en nuestro planeta. Así establecimos la relación “ganar – ganar” entre la alimentación saludable y también sustentable.
“Claro doctor…” – podrán decir entonces los lectores: -“Si yo no soy el responsable de la producción de alimentos ¿qué puedo hacer para mejorar esta situación tan desfavorable?”. La respuesta de este humilde médico cardiólogo de la Patagonia es que la solución está a nuestro alcance. Al menos podemos aportar nuestro granito de arena y permitirnos cumplir con el difícil requerimiento de las 5 porciones de frutas y verduras por día que sugiere la Organización Mundial de la salud y ser parte de la solución con la producción familiar de alimentos vegetales.
Les propongo entonces sumarse a la era de la producción familiar de alimentos agroecológicos. Esto es absolutamente practicable porque todos tenemos un terreno, un patio trasero, un balcón, una terraza o al menos una maceta cerca de una ventana. Podemos producir al menos parte de nuestros alimentos ¡y miren si es importante en un país en el cual lamentablemente el sustento no está garantizado en todas las mesas familiares!. ¿Se animan?

El desafío de producir alimentos vegetales en familia
Ahora bien: ¿cuáles son las ventajas de producir vegetales en casa?. Es accesible, es más barato, es muuuucho más rico (así con muchas “u”), es divertido, se acompaña con más actividad física, no lleva agroquímicos por lo que es más saludable y protege contra la pérdida de biodiversidad. Quienes se alimentan (y mejor si producen) con vegetales agroecológicos tienen menos obesidad, menos diabetes, menos hipertensión arterial, menos cáncer y menos trastornos asociados al embarazo, como se investigó en un gran estudio francés de la década pasada llamado Nutrinet Santé.
En lo personal, estoy recibiendo invitaciones de todo el mundo (no exagero: de todo el mundo) para multiplicar esta propuesta, sobre todo en países de bajos a moderados ingresos donde hay importantes problemas nutricionales en la población.
– “Tiene razón doctor, pero yo nunca planté. ¿De dónde saco información para realizarlo en forma adecuada y no frustrarme en el intento?” – me dirán ustedes, a lo que les respondo que hay muchas respuestas a este cuestionamiento, pero una de las formas en las cuales pueden estar perfectamente asesorados y además pueden obtener semillas para plantar tiene que ver con el plan Pro Huerta del INTA que tiene filiales en absolutamente todo el país. Es asesoramiento por expertos que conocen la realidad climática de cada región, por lo que podrán adaptarse a las dificultades que puedan presentar los diferentes suelos que hay en nuestro extenso y maravilloso territorio nacional.
¿Y si además compostamos? Completamos así nuestra propuesta reciclando hasta el 30% de nuestros desechos (ahora ya no lo llamamos basura), convirtiéndolos en un óptimo fertilizante para nuestra producción. De esta manera cerramos el ciclo de alimentación sustentable, dirigiendo nuestro esfuerzo a una economía circular mientras buscamos la soberanía alimentaria.
El último desafío que afrontamos es compartir esta experiencia con nuestra familia y nuestros hijos, creando una verdadera tradición agroecológica, para perpetuar los beneficios de este hábito saludable para que se transmita de generación en generación permitiendo una vida más saludable para nosotros pero también para nuestro sufrido planeta.
La solución esta vez y más que nunca, está en nuestras manos.


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