El dramático desembarco en las Georgias que causó tres muertos y el veterano que nunca pisó Malvinas

El dramático desembarco en las Georgias que causó tres muertos y el veterano que nunca pisó Malvinas

El 3 de abril de 1982 hubo un importante enfrentamiento para recuperar esas islas. Uno de los protagonistas de esa acción es Carlos Maffía, un conscripto que integraba el Batallón de Infantería de Marina 1, cuya obsesión es que se conozca que, además del 2 de abril, en ese lejano archipiélago, también se combatió y donde dos compañeros suyos ofrendaron sus vidas

Le faltaban dos meses para irse de baja. Carlos Horacio Maffía, clase 62, estaba cumpliendo el servicio militar en el Batallón de Infantería de Marina 1 en Puerto Belgrano cuando el lunes 29 de marzo su vida cambió. Ese día llegó la orden de alistar un grupo de 40 hombres para una operación, de la que no se podía dar ningún detalle. El grupo -34 conscriptos, un cabo principal, tres cabos segundo- quedó al mando del teniente de navío Guillermo Luna y el teniente de corbeta Roberto Giusti.

Abordaron la Corbeta Guerrico, en la que debieron cargar armamento y municiones. Navegaron durante cinco días, en un mar especialmente embravecido. Nadie comió producto de una sucesión de mareos y descomposturas, en un bamboleo sin fin entre olas gigantescas. Fue difícil dormir, ya que los camarotes no alcanzaban para todos: eran compartidos por dos o tres hombres y otros debían descansar en los pasillos.

En alta mar, no muy lejos de Malvinas, les comunicaron la misión: se había recuperado las Malvinas y ellos irían a hacerse cargo de las Islas Georgias. Transbordaron al buque Bahía Paraíso y pusieron proa al archipiélago, escoltados por la Guerrico.

Un documento histórico. La orden de operaciones que determinó desembarcar en las Islas Georgias (La larga travesía del Bahía Paraíso año 1982, de Fernando Bernabé Santos)
Un documento histórico. La orden de operaciones que determinó desembarcar en las Islas Georgias (La larga travesía del Bahía Paraíso año 1982, de Fernando Bernabé Santos)

La operación estaba planeada para el 2 a la tarde y así aprovechar el efecto sorpresa. La tormenta que la Guerrico sufrió en alta mar retrasó todo. Fueron sabiendo que los estarían esperando.

En la mañana del sábado 3 de abril comenzaron las operaciones de desembarco con helicópteros.

El combate por la recuperación de las Georgias fue el que más vidas y costo en material le representó a nuestro país en la fase inicial del conflicto. Fueron dos horas que se vivieron con intensidad y todos los eventos se jugaron muy rápido”, destacó el capitán de navío retirado veterano Fernando Bernabé Santos en su trabajo sobre el papel del Bahía Paraíso en 1982.

La primera ola no tuvo inconvenientes y 15 efectivos desembarcaron en Punta Coronel Zelaya. Sin embargo, cuando un helicóptero Puma se aproximaba a la costa llevando 14 infantes de la segunda tanda, en un vuelo de cinco minutos, fue recibido por intensas ráfagas de disparos y explosiones. Una estela negra empezó a desprender la máquina que perdió altura y se perdió de vista.

El helicóptero argentino Puma derribado en las Georgias. Fotografía gentileza Fernando Bernabé Santos
El helicóptero argentino Puma derribado en las Georgias. Fotografía gentileza Fernando Bernabé Santos

En esa acción fallecieron el cabo primero Patricio Guanca, y los soldados Mario Almonacid y Jorge Ernesto Aguila, que Maffía asegura fueron los primeros caídos del conflicto. “Claro que con la excepción del capitán Pedro Giacchino, que era nuestro segundo comandante”, aclaró a Infobae. También hubo cuatro heridos argentinos y uno británico.

Fue un duro impacto para los soldados la muerte de dos de sus compañeros. Maffía desembarcó en la tercera ola. Estaba en una sección de morteros y los dejaron a unos mil metros de donde unos 22 británicos ensayaban una resistencia. Tomó conciencia de que había entrado en combate.

Los dotación de Royal Marines sufrió solo un herido. Todos fueron llevados al continente. Fotografía gentileza Fernando Bernabé Santos
Los dotación de Royal Marines sufrió solo un herido. Todos fueron llevados al continente. Fotografía gentileza Fernando Bernabé Santos

Cuando vieron que el avance de los argentinos los fue rodeando, los ingleses se rindieron. Al mediodía todo había terminado.

Los Royal Marines fueron embarcados y llevados al continente. Ellos se alojaron en una amplia construcción y en dos o tres casas que existían en Grytviken, donde se levantaba una estación ballenera abandonada, ubicada sobre la costa de la isla San Pedro, y que funcionó como tal entre 1904 y 1965.

Encontraron tres depósitos con víveres para dos años.

Los días siguientes los ocuparon en armar sus posiciones porque sabían que los británicos regresarían. Maffía se hizo muy amigo de Delfor Bravo, un santiagueño con el que se apoyaban mutuamente. Delfor falleció hace cuatro años de cáncer.

El soldado tiene la vista en un punto entre Malvinas y las Georgias. A su pie posan los veteranos Maffía, Cisterna y Lozano. Su sueño es visitar Grytviken. Fotografía Gentileza Carlos Horacio Maffía
El soldado tiene la vista en un punto entre Malvinas y las Georgias. A su pie posan los veteranos Maffía, Cisterna y Lozano. Su sueño es visitar Grytviken. Fotografía Gentileza Carlos Horacio Maffía

La monotonía se rompió el 25 de abril cuando los sobresaltó una chicharra que se hacía sonar en caso de alarma. Vieron en el horizonte dos barcos grandes. Cada uno ocupó sus posiciones y comenzaron a disparar cuando los británicos se aproximaron a la playa. Pero sus Fal como los morteros no tenían el alcance suficiente.

Para los argentinos era evidente que los ingleses no pretendían dañar las construcciones existentes, y los helicópteros pasaban ametrallando las posiciones argentinas y disparando cohetes sobre las laderas de las montañas, provocando una lluvia de piedras y escombros sobre los argentinos.

Entendieron que la resistencia era inútil. Eran ampliamente superados en hombres y en armamento. Se rindieron.

Estuvieron dos días a la intemperie, afuera de un galpón. Maffía dijo que el trato fue el correcto, que en ningún momento los maltrataron.

Junto a los hombres de la dotación del Submarino Santa Fe y de los hombres del teniente de navío Alfredo Astiz, fueron encerrados en la bodega de un petrolero. Eran en total unos 140 hombres.

El buque partió. No tenían permitido salir a cubierta y cada tanto les repartían cigarrillos, libros y naipes. Los mismos prisioneros improvisaron cuchetas para poder descansar. Nadie les dijo hacia dónde se dirigían.

Hasta que tocaron puerto en Ascensión, una isla situada en la mitad del océano Atlántico, cinco mil kilómetros al norte de las Georgias. Era de tarde y esperaron que fuera de noche para hacerlos desembarcar. Maffía contó que no pudieron ver nada porque potentes reflectores los encandilaron permanentemente. Pasaron por un lugar en el que le daban un cartel con un número –Maffía no recuerda cuál era el suyo- y les tomaron fotografías individuales.

Inmediatamente después, los embarcaron en un avión de la Cruz Roja. Primero lo hicieron los tripulantes del Santa Fe, luego ellos y por último, los marinos de Astiz.

Un helicóptero Alouette en plena operación en las Georgias. De fondo la corbeta Guerrico. Fotografía gentileza Fernando Bernabé Santos.
Un helicóptero Alouette en plena operación en las Georgias. De fondo la corbeta Guerrico. Fotografía gentileza Fernando Bernabé Santos.

Una vez que estuvieron todos en la nave, el capitán de corbeta Horacio Bicaín, comandante del Submarino Santa Fe, les anunció que eran libres y que volaban hacia Uruguay. Hubo gritos de júbilo.

En ese país los embarcaron en un buque, que navegó hasta el puerto de Buenos Aires. El veterano recuerda que había gente esperándolos, pero ningún familiar, porque cuando partieron de Puerto Belgrano no sabían dónde iban y nunca habían podido escribir. Sus familias nunca supieron dónde habían estado.

En micro partieron a Puerto Belgrano. Como pasarían no lejos de la ciudad de Veinticinco de Mayo, donde vivía Maffía, le pidió a su superior bajar en Azul. Le dieron el permiso con la promesa de que regresase a la unidad una semana después.

Hizo dedo. Vestido con la ropa de soldado, no demoró mucho en conseguir quién lo acercase a su casa, donde vivía con sus padres y dos hermanos.

Cuando regresó a Puerto Belgrano, junto a sus compañeros veteranos fue alojado en un lugar más cómodo, y no con el resto de los conscriptos. Un mes después fue dado de baja.

La vida después de la guerra

La posguerra fue ingrata con él. Perdió el trabajo de ocho años en una farmacia cuando su dueño murió. Vivió en carne propia lo que fue el rechazo que sufrían los veteranos cuando nadie quería darles empleo, y sobrevivía como podía. Se casó con Claudia, a quien conoció cuando volvió de la guerra.

Tiene tres hijos: María Celeste es profesora de matemática, mientras que Carlos Sebastián y Federico Tomás, están en la Policía Federal.

Un hermano le compró un auto y durante diez años fue remisero, hasta que gracias a una ley, que abría la puerta a los veteranos al mercado laboral, se empleó como portero en el Instituto 28, un terciario de su ciudad.

Cuando salió la jubilación para los ex combatientes, dejó el trabajo y se lo pasó a su esposa, quien lo conservó por algunos años.

Por 2005 se propuso la tarea de localizar y reunir a sus compañeros con los que estuvo en las Georgias. Con la ayuda de su hija, armó una página de Facebook, que hizo el milagro. Ya localizó cerca de veinte de ellos con los que armó un grupo de wasap. No hablan de la guerra ni del pasado, sino del presente y del futuro.

Cuando se cumplieron 38 años del conflicto, se reunió con Javier López, de Mar del Plata y con Hugo Escobar, de Cipolletti, con quienes había compartido los días de trinchera en las Georgias. No se habían visto desde entonces.

Hace unos años viajó a Paso Aguerre, una pequeña localidad de Neuquén. Ahí nació y vivía Jorge Néstor Aguila, uno de los soldados fallecidos y estuvieron con el tío que lo crió. Desde 2012 existe en el lugar un museo que lleva su nombre y donde se exhiben efectos personales y se cuenta su vida. Maffía recuerda haber ido con el entonces teniente Giusti, y sus compañeros Ibáñez y Lezama.

Hace un par de años que los dos de abril se reúnen. Lo hacen en distintos puntos del país, pero si le dan a elegir, sostiene que el mejor lugar es Cipolletti, donde hay un memorial “Islas Georgias del Sur”, un monumento de cinco metros de alto, situado en las calles Fernández Oro y Bretana, que homenajea a la gesta y recuerda a los dos soldados caídos.

Cuenta que lo invitaron a viajar a Malvinas pero se niega porque no las conoce, ya que nunca estuvo. Lo que desea es que se arme un viaje a las Georgias, ya que la única forma de llegar es con un viaje en crucero, muy lejos de sus posibilidades económicas.

Un helicóptero Alouette en plena operación en las Georgias. De fondo la corbeta Guerrico. Fotografía gentileza Fernando Bernabé Santos.

Desde su casa del Barrio Hendriksen, en Veinticinco de Mayo, a una cuadra y media de la avenida 18, le confiesa a Infobae que “lo que pasó en las Georgias no se sabe mucho, nuestro país tuvo sus primeros muertos y heridos”. Hace 40 años que muchos veteranos luchan para que se tribute un merecido homenaje oficial a aquellos cuarenta infantes.

Por primera vez, el próximo dos de abril será distinto. El 1 a la noche, frente al monumento a las Toninas, en Playa Unión, en Rawson, harán un simulacro de desembarco, tal como lo hicieron hace 41 años. Lo organiza un compañero, Manuel Bórquez -uno de los soldados heridos ese 3 de abril- junto al intendente.

A Maffía se lo escucha entusiasmado. “Es que la causa Malvinas la llevo muy adentro y me pongo muy mal cuando escucho críticas. ¿Sabe lo que pasa? Para mi, Malvinas es todo”.

(Fuente Infobae)


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