El gran gesto de un grande

El gran gesto de un grande

Generosidad versus egoísmoEl 5 de diciembre mi hijo “Eze”, sufrió una rotura de ligamentos cruzados en la rodilla izquierda mientras se disputaba la final del M16 de Tierra del Fuego, apenas a 10 minutos de iniciado el partido. Un golpe propio del juego lo dejó afuera de la final y de su año rugbístico.
Renglón aparte, no fue fácil convencer a Ezequiel de que practicara algún deporte. El rugby fue nuestro último intento como padres y felizmente lo abrazó cuando encontró un grupo de pertenencia. Y desde entonces se volvió su sana pasión.
Mirando videos de rugby todo el tiempo, rugby hemisferio sur, hemisferio norte, rugby de ayer, de hoy, de siempre, conociendo a jugadores actuales y jóvenes promesas, “Eze” se volvió también fan de Los Pumas.
Tenía planeado jugar al rugby este año e irse a estudiar a fines del 2024 pero su sueño quedó trunco por la lesión. Venía con un gran envión y proyectaba jugar en su club, estar en el mejor estado posible y esmerarse este año en M18.
Lo escuché tan triste, derrotado y desanimado… Es duro ver esfumarse una ilusión.
Recordé entonces aquel amistoso contra España que vimos juntos, antes del mundial 2023, cuando Santiago Grondona se rompió también los ligamentos cruzados de su rodilla izquierda. Sus sueños mundialistas quedaron como los de Ezequiel.
Habíamos lamentado juntos lo que le pasó y compartimos la empatía con quien estaba frente al torneo de su vida. ¡Un mundial! ¡Todo el tiempo que habrá dedicado y sacrificado para llegar a ese torneo desde su Club Champagnat!. Sin dudas, un club del ascenso del rugby argentino.
A la coincidencia del tipo de lesión, tanto mi hijo como Santiago están en un mismo puesto porque cada uno en su equipo, juegan en terceras líneas. Ambos también tenían grandes expectativas que de un segundo al otro se desmoronaron.

El gran gesto de un grande
Apenado como padre de ver a un hijo con su sueño roto, decidí escribirle a Santiago Grondona, vía Instagram. Me presenté, le conté la historia, aunque sin mucha fe de que leyera el mensaje. Le pedí simplemente unas palabras de aliento para “Eze”. Le conté también de la dedicación que ponían todos los chicos en Tierra del Fuego, entrenando con frío, nieve, lluvia, en canchas inventadas, sobre suelos brotados de piedras, en los que las rodillas sufren frutillas y escoriaciones constantes y muchas veces regresando a sus casas hipotérmicos.
Para mi sorpresa y alegría, diez días después de mi mensaje me escribió Santiago, me pidió el número de teléfono de Ezequiel y le mandó un vídeo vía WhatsApp.
Quedamos atónitos por semejante gesto.
La familia, los amigos del rugby, los rivales con los cuales alguna vez jugué, incrédulos todos con la actitud de un rugbier de élite, que juega en el Bristol Bears de la Premiership inglesa y lo más importante, es jugador de la Selección Argentina.
Y como si todo esto fuera poco… el domingo último entró Ezequiel corriendo a la casa, mientras emocionado contaba: «¡No saben lo que me pasó…!, se acercaron dos chicas a la canchita donde jugaba a la pelota – en una cancha perdida en un barrio de Ushuaia – y me dieron una camiseta: – `Te la manda Santiago´ -, me dijeron».
Y así fue.
El señor Santiago Grondona le hizo llegar una camiseta.
No salimos del asombro. No alcanza la gratitud para este jugador ejemplo de nuestros Pumas.
Mi hijo Ezequiel podría ser cualquier jugador lesionado, de cualquier club de Tierra del Fuego.
Todos los padres sabemos cómo dejan la piel nuestros pibes entrenando en todos los clubes por igual. Ellos adquieren humildad, solidaridad, ansias de sana competencia y educación, todas herramientas que les acerca este deporte para que se terminen de formar como personas.
El rugby es el padre de los deportes y Santiago Grondona demostró sin duda alguna que hace honor a todos esos valores que esta disciplina deportiva transmite generación, tras generación, a quienes la practican.


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