Elecciones fueguinas: ¿Para qué sirven las PASO?

Este domingo 13 de agosto se realizará la cuarta edición de las elecciones Primarias Abiertas Secretas y Obligatorias (PASO) por medio de las cuales los fueguinos elegirán dos representantes (de los 5 que le corresponden al distrito), a la Cámara de Diputados de la Nación.
Tierra del Fuego cuenta con 5 bancas, al igual que el resto de las provincias de la Patagonia, quienes en conjunto tienen la menor representación regional en la Cámara Baja del Poder Legislativo nacional, por la sencilla razón que el número de Diputados es definida por la cantidad de habitantes que según datos del INDEC, posee cada distrito.
Las elecciones PASO fueron instituidas en diciembre de 2009 mediante la Ley nacional 26.571 que fijó un novedoso mecanismo electoral para obligar a la democratización de las internas partidarias y a las fuerzas políticas a convalidar un mínimo de sufragios para poder participar de una elección general (se debe por lo menos superar 1,5% de los votos positivos). Un punto adicional a destacar es que las PASO no definen cargos, sino sólo los candidatos que podrán presentarse por una banca unos meses después en la elección general definitiva, que suelen ser la última semana de octubre.
Lo cierto es que, en la práctica y hasta 2015, esa democratización nunca resultó elocuente. Muy pocas veces los partidos fueron a internas abiertas aprovechando las PASO, resultando más una encuesta anticipada antes que un real mecanismo de democratización de la representación política. Y en este punto, la crisis de 2001 que dejó una herida imborrable en la medida que erosionó el capital político y simbólico del sistema partidario nacional, parece continuar pasando facturas al sistema político de representación.
Para 2015 y en el contexto de las presidenciales, la alianza Cambiemos fue con tres precandidatos (Mauricio Macri, Ernesto Sanz y Elisa Carrio); El Frente Renovador –UNA- presentó dos precandidatos (Sergio Massa y José Manuel de la Sota) y el Frente de izquierda y de los Trabajadores (FIT) que llevó al histórico Jorge Altamira y a Nicolás del Caño como precandidatos a Presidente. Pero esa apertura no se registra en las elecciones de medio término, en las cuales nadie quiere arriesgar.

Las PASO fueguinas en este 2017

En Tierra del Fuego, como en cualquier otro distrito del país, las elecciones de medio término (aquellas en las que sólo se juegan recambios de diputados y senadores nacionales) responden exclusivamente al poder territorial que mantienen los dirigentes políticos o fuerzas partidarias tradicionales con sus electorados locales. Sea por obediencia o identificación partidaria (lo que cada vez se experimenta en menor medida), o porque un candidato con personalidad reconocida logra posicionarse ante el electorado como una figura pública que inspira cierta confianza por trayectoria, muchas expresiones políticas o candidatos suelen manejar una base o cupo de votos cautivos, que es intransferible. Son “los porotos” con los que se cuenta cada uno para empezar la carrera electoral.
Las últimas elecciones de medio término en Tierra del Fuego acaecidas en 2013, en las que se pusieron en juego 3 bancas para senadores nacionales, evidenciaron candidatos de mucho peso simbólico, como la actual gobernadora Rosana Bertone (que triunfó acompañada por el actual senador Julio César Catalán Magni), el mítico líder del Movimiento Popular Fueguino, Jorge Garramuño; el ex Gobernador Mario Jorge Colazo y la siempre participativa Liliana Fadul. De todos ellos, solo Fadul estará presente en la contienda de este año, y quizá lo más interesante, las fuerzas formales partidarias por las que fueron el resto, no tendrán aparición en el cuarto oscuro este 2017.

El valor del voto fueguino

El panorama para este año, en todo sentido, es bien diferente al de hace cuatro años atrás. Quizá ello explique la presunta apatía que se demuestra por estos días entre la gente. Muchos coinciden en que el electorado no ha entrado en clima de campaña y hasta se aventuran a arriesgar que la gente optará por no presentarse en los comicios.
Pero la experiencia de estos últimos años demuestra lo contrario. Ninguna PASO fracasó hasta el momento, ni siquiera las primeras realizadas en 2011, cuando todos especulaban que serían un rotundo fiasco en sus niveles de participación. Es esperable que en esta oportunidad, ocurra algo similar: el desinterés por las propuestas y los candidatos no significa que el electorado demuestre desapego por la instancia de los comicios. Todo lo contrario, hay una conducta frecuente en la gente que suele renegar de la “política” y “los políticos”, pero que a la hora de asumir el valor del voto, no duda en concurrir a emitir el sufragio.
Es que llegado el día y la hora, todos quieren sentir el empoderamiento de la voluntad electoral. Es esperable que una mayoría considerable defina el voto dentro del cuarto oscuro y que en su conciencia cívica o en su subconsciencia humana, aparezca el apego ético por ejercer el poder de decisión.
Allí, en la determinación de salir de su hogar, realizar una cola, ingresar al cuarto oscuro, votar y regresar luego de haber materializado el acto principal del derecho político, se encuentra la clave del hábito ciudadano. El recambio de dos diputados fueguinos no decidirán seguramente el destino de la nación ni el cambio de rumbo de la economía nacional (la Provincia de Buenos Aires ostenta 70 bancas, CABA 25, Santa Fe 19, Córdoba 18, Mendoza 10 – una mayoría abrumadora teniendo en cuenta los 257 cupos existentes en la Cámara).
Muy por el contrario, el valor del voto fueguino, en términos muy generales, se encuentra miradas adentro, en la propia conciencia participativa y democrática de los habitantes de esta provincia, en el posicionamiento de sus dirigentes, y en los premios y castigos que impartirá. De allí saldrán posicionados los candidatos que el próximo 22 de octubre pelearán por el ingreso al Congreso nacional. Cada uno de ellos representando un proyecto, una ideología y, por sobre todo, la voluntad popular. Para eso, en definitiva, sirven las PASO, a pesar de que miradas suspicaces y picardías criollas, quieran hacer notar que no sirven para nada.


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