Empleados de los canales fueguinos quieren ganar más.. más… más…

Empleados de los canales fueguinos quieren ganar más.. más… más…

VORACIDAD: OTRA VEZ LOS EMPLEADOS DE LOS CANALES DE TELEVISION 11 DE USHUAIA Y 13 DE RIO GRANDE, CUYOS SUELDOS SON MUY SUPERIORES AL RESTO DE LOS DEMAS AGENTES ESTATALES PROVINCIALES, VUELVEN A PERJUDICAR A LA AUDIENCIA CON ALTERACIONES EN LA PRESTACION DEL SERVICIO.

Mientras la situación económica agobia al común de los ciudadanos y se deben implementar líneas especiales de ayuda social a quienes con dificultad apenas logran comprar alimentos, nuevamente el gremio SATSAID toma de rehenes a los televidentes en general que se informan y acompañan por la televisión pública, y muy particularmente a aquellos que no pueden pagar el servicio privado, para abultar aun más sus sueldos. Existen además “aprietes” a productoras locales y presión a periodistas de espacios independientes.

Mientras la situación económica agobia al común de los ciudadanos y se deben implementar líneas especiales de ayuda social a quienes con dificultad apenas logran comprar alimentos, nuevamente el gremio SATSAID toma de rehenes a los televidentes en general que se informan y acompañan por la televisión pública, y muy particularmente a aquellos que no pueden pagar el servicio privado, para abultar aun más sus sueldos. Existen además “aprietes” a productoras locales y presión a periodistas de espacios independientes.
Una placa negra elaborada por el SAT/SAID – Sindicato Argentino de Televisión, Telecomunicaciones, Servicios Audiovisuales, Interactivos y de Datos – aparece por estos días en la pantalla de la audiencia de los canales de televisión fueguina, dando a conocer que los empleados de las emisoras públicas 11 de Ushuaia y 13 de Rio Grande, se encuentran realizando medidas de fuerza, las que dan por hecho que los televidentes “comprenden”.
De esta manera los empleados públicos que se desempeñan en la televisión fueguina decidieron restringir la normal prestación laboral causando grandes e irremediables perjuicios a la población. Aunque la amplia mayoría de los agentes del SATSAID perciben haberes superiores a los 60 mil pesos mensuales y muchos trepan casi hasta los 120 mil, superando al de la gobernadora, el intendente, los concejales o al de profesionales de todos los rubros, resulta que se niegan a trabajar como deberían hacerlo para los ciudadanos que les pagan sus abultados estipendios.
¿Qué le pasa a esta gente que en momentos en que la economía nacional y provincial convulsiona, se deben aplicar medidas protectivas de urgencia para la alicaída actividad comercial como modo de evitar que tantos hombres y mujeres queden en la calle… se tienen que subsidiar hasta las garrafas y algunos alimentos básicos para que los sectores más desposeídos puedan sobrellevar la crisis, procedan sin sonrojarse siquiera como si tuvieran más derechos que los demás ciudadanos, muchos, muchísimos, menos favorecidos que ellos…?.
La respuesta está en un petitorio que comprende tres puntos pero que no es más que un reclamo para ganar más. Más todavía. Quieren que se los recategorice, se les dé ropa y se aplique a los empleados que hacen tareas administrativas “el plus color”, un adicional que se abona a quienes están en áreas técnicas específicas.
Para lograr su cometido no titubean en faltarle el respeto a quienes le dan la razón de existir a sus puestos laborales: los televidentes. Sin televidentes no tendrían trabajo, así de claro.
No se puede llamar de otra manera que falta de respeto al hecho de negarse el domingo pasado, por ejemplo, a difundir el evento de entrega de los premios Albatros a los deportistas destacados de Tierra del Fuego, fecha esperada con ansias por la gran comunidad que practica todo tipo de disciplinas y que siente como un incentivo ese reconocimiento público.
También es una falta de respeto que los sindicalistas llamen a los propietarios de productoras locales para “sugerirles”, en flagrante apriete, que “no se aparezcan por el canal a hacer programas”. Así, los que defienden sus holgados bolsillos dañan los del deprimido sector privado porque en forma patotera impiden que los espacios independientes y sus periodistas puedan estar en el aire. Esto significa que los privados relacionados con los canales, que no tienen el privilegio de cobrar sin trabajar o trabajar “a medias”, no puedan percibir la publicidad de la que se sustentan. ¿Cómo se llama a quien en una Argentina en la que todos los días incontables trabajadores pasan a engrosar la fila de los desocupados, provocan más miseria y más desesperanza?. Hay una denominación, pero por el decoro que se debe observar en las comunicaciones públicas, es mejor obviarlo.
Seguramente los que tienen el servicio de cable en su casa, pasarán por alto lo que está ocurriendo, con un clic del control remoto. Los que en cambio no tienen esa opción se darán cuenta de que cierta gente sin rostro pero evidentemente con mucho poder mal usado, decidió que solo deben ver material enlatado. Nada de producciones locales pese a que la provincia invirtió millones de pesos en dotar a los canales de tecnología de punta. Alguien decidió que no se van a hacer tampoco grabaciones en exteriores de ningún tipo. Alguien cree que la audiencia merece televisión básica o de pésima calidad. Y si eso no es una falta de respeto ¿¡qué es?!.
Alguien, por estos días, con total impunidad le dice a otro: “Yo, que tengo un puesto en el Estado provincial, una obra social, vacaciones dos veces en el año pagas, horario reducido, régimen jubilatorio y licencias de carácter especial, cobro todos los meses en tiempo y forma (haya dado lo mejor de mí o no) te voy a hacer a vos, que no tenés ninguno de esos beneficios, que quizás estás desocupado o no llegas a fin de mes, todavía la vida más complicada y amarga. Te voy a sacar hasta la posibilidad de ver la programación habitual, variada, para que al menos te relajes, y en cambio solo te voy a dar las peores latas que encuentre en el fondo del archivo… claro. ¡Sin dejar de percibir ni una moneda de mi sueldo…!”.
La placa reza, a modo de cierre: “Desde ya agradecemos su comprensión”, sin tornar de negro a rojo, el color que se asocia con el de la vergüenza.


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