En Tierra del Fuego ganó la falta de memoria

Melella 48.941 votos – 50,9% | Bertone 36.397 votos – 37,8%

Gustavo Melella, actual intendente de Río Grande, cuya denuncia por presunto abuso sexual coactivo en perjuicio de tres trabajadores de la construcción y uso indebido de fondos municipales por maniobras irregulares en la obra pública, está irresuelta, fue electo gobernador. Jorge Colazo, único mandatario echado de sus funciones a través de un juicio político por hechos de corrupción y enriquecimiento ilícito durante su gestión, que se extendió entre el año 2003 al 2005, resultó elegido legislador. Y Federico Sciurano, intendente de Ushuaia entre 2005 al 2015, un radical que dejó una deuda de 360 millones y una ciudad destruida a su paso, cuando dejó sus funciones, también ocupará una banca en la Legislatura fueguina.

En medio de la más sucia campaña electoral vista en Tierra del Fuego, luego de que los ciudadanos del país pudieran regresar a las urnas en 1983, se impuso como gobernador el domingo último Gustavo Melella, por la representación de FORJA con varias sub agrupaciones políticas, en un frente que la misma candidata a la vicegobernación, la mopofista Mónica Urquiza, había admitido en uno de sus discursos: “Dicen que somos un rejunte”.
Quizás en parte gracias a la labor de Gustavo López como operador de campaña, un sujeto hábil, no menos inescrupuloso y rentado por el Municipio de Río Grande con un contrato por supuesta asesoría legal en Buenos Aires, su tocayo logró imponerse por 12.544 votos sobre su rival, la actual gobernadora Rosana Bertone.

¿UNA MANITA DE LA JUSTICIA ELECTORAL?

Algunos observadores políticos interpretan que las últimas 48 horas previas a los comicios fueron astutamente aprovechadas para echar a correr por las redes sociales y a través de mensajes de texto dirigidos a cada uno de los electores del padrón de Tierra del Fuego, la fake news de que Bertone intentaba impugnar la participación de Melella en las elecciones. Fue la Justicia Electoral quien, inocentemente o no, contribuyó a la confusión y al aprovechamiento mencionado, ya que decidió desdecirse de una de sus propias resoluciones que tenían que ver con el modo de contar los votos para la integración de los cuerpos colegiados y nada, con el estamento gobernador. Si todavía faltaba un empujoncito para que la gente creyera que el candidato de FORJA corría peligro de ser impugnado, fue el propio Melella el que salió por las redes a respaldar la versión de lo que nunca estuvo en juego.

ARMAS DE
DOBLE FILO:
LOS EMPLEADOS PUBLICOS Y LOS JUBILADOS DEL EX IPAUSS

Gustavo Melella capitalizó en su favor el atendible en algunos casos y voraz en otros, reclamos de un sector de los empleados públicos y de los jubilados estatales provinciales, cuya imperativa pretensión de que se les aumente el sueldo, esperaba el momento de votar para descargar su rencor en las urnas. Entre ellos estuvieron en primera fila los docentes, a los que la actual gestión les desbarató varios cotos de horas clase de incierta prestación, como el emblemático caso del IPES; los policías, que esperan ansiosos que Melella aplique un postergado “aumento – enganche” con la Policía Federal que convertiría a muchos efectivos en casi millonarios y los empleados del S.A.T., que se mantienen en pie de guerra hasta que – confían – el nuevo gobernador les conceda “el plus color extensivo” y la recategorización para catapultarse todavía más alto que la media de los sueldos de sus pares de otras áreas del Estado.
De la misma manera, una franja de jubilados del ex IPAUSS ya acaricia “la devolución del 82% móvil” y continúa sangrando porque Bertone les tocó lo que más les duele (y que no es el corazón) al aplicar el descuento de un aporte solidario para salvar su propia Caja jubilatoria, una caja que hasta el sector privado mediante el incremento forzoso del pago por Ingresos Brutos sigue sosteniendo…
Lo cierto es que aunque la administración actual evitó transferir el fierro caliente que significa la deficitaria caja jubilatoria de los estatales provinciales al Gobierno nacional y prolija y puntualmente desde el inicio del mandato cumplió en pagarles los haberes en tiempo y forma – y no como ocurría con Fabiana Ríos, que lo hacía en cuotas y con recursos de amparo mediante – los votos fueron detrás de la promesa de “vamos a vivir mejor”. Los jubilados provinciales esperan que nadie les descuente un céntimo más, que les paguen más dinero (incluido el ex juez Hutchinson quien públicamente salió a decir que los casi 300 mil pesos que percibe no le alcanzan) y que se vuelva a la época en que con 45 años podían acceder a pasear por el mundo, como jóvenes “abuelitos”.
La pregunta ineludible del día después es, sin dudas: ¿Les concederá, cual lámpara de Aladino, sus pedidos al nunca satisfecho segmento conformado por
los empleados públicos provinciales?. ¿O será fagocitado por sus propias promesas de campaña que sonaron lindas y convincentes antes del 16 de junio y después del 10 de diciembre pueden convertirse en un pagaré a saldar a costa de inclusive las joyas de la abuela?.

NO HAY PEOR ASTILLA QUE…

Bien dicen los viejos refranes: “No hay peor astilla que la del mismo palo” y, no menos cierto en el terreno político que “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”.. ¿O en realidad la palabra correcta es “peor…?”.
Prueba de ello es que a horas de las elecciones comienza a verse con claridad cómo Rosana Bertone pagó un duro precio por no conformar a algunos de sus copartidarios que detrás de aspiraciones personales, de ego y económicas, no encontraron cabida en el gabinete de la abogada que tres veces fue diputada nacional y una, senadora. Otros co partidarios ocuparon espacios en el gabinete pero después, al mostrar su lado oscuro, Bertone les pidió que se fueran… lo que hicieron llevándose consigo la promesa de vengarse en algún momento. Y lo hicieron.
En esa “vendetta entre compañeros” también perdió la ciudadanía.


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