Enfermos por respirar

Enfermos por respirar
“Llegó el Doctor” Entrevistas, recomendaciones y comentarios del Dr. César Berenstein

En tiempos en que los virus que viajan en el aire que respiramos es crucial, la contaminación también es un tema del que debemos ocuparnos.

Las más destacadas sociedades científicas que se relacionan con la salud cardiovascular invitan a investigar la conexión entre el aire contaminado y la enfermedad cardíaca y a difundir en la población, los gobiernos y el personal de salud la importancia de mantener limpio el aire que respiramos, dentro y fuera de nuestra casa.

 

Recientemente se publicó una toma de posición de un grupo de sociedades científicas ligadas a la salud cardiovascular para poner un alerta en el impacto de la polución del aire en la enfermedad cardíaca. La Federación Mundial del Corazón, el Colegio Americano de Cardiología, la Asociación Americana del Corazón y la Sociedad Europea de Cardiología firmaron un documento que debe hacernos reflexionar sobre el cuidado del medio ambiente y su relación con nuestra salud.

¿Por qué alarmarnos? La contaminación del aire es un contribuyente importante en la carga global de enfermedad y se estima culpable del 12% de todas las muertes durante el año 2019. Tanta es su importancia que el 50% de las muertes atribuibles a la polución ambiental son debido a patología cardiovascular y convierte a la contaminación en el 4to factor de riesgo más importante de mortalidad  solo por detrás de algunos factores de riesgo convencionales como la hipertensión arterial, el tabaco y las dietas inadecuadas. La caída en la expectativa de vida en las personas más expuestas se calcula en 20 meses promedio.

El riesgo proviene de la polución que se encuentra tanto al aire libre como en los hogares.  Esto último toma particular importancia en áreas rurales y en los países de bajos ingresos donde se utiliza combustibles contaminantes como carbón, madera, residuos agrícolas o estiércol animal. La dimensión de este riesgo a nivel planetario se debe valorar conociendo que el 92% de la población mundial vive en áreas que exceden los niveles de contaminación aceptados y el 47% en ambientes contaminados en el interior del hogar. EEUU, sí, el país que durante el gobierno de Trump se alejó del acuerdo de París sobre cambio climático, es un ejemplo de cómo a través de acciones regulatorias y tecnología incrementó más de un 15% la expectativa de vida en las últimas décadas.

Los mayores esfuerzos se han focalizado en monitorizar y reducir tres conocidos contaminantes, el material particulado (muy pequeñas partículas que se encuentran en suspensión en el aire), el ozono y el dióxido de nitrógeno. Sobre el material particulado existe evidencia más consistente de sus efectos sobre la enfermedad de las arterias que irrigan el corazón (arterias coronarias) y el ACV, pero también sobre su impacto como causa de cáncer de pulmón, la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), infecciones respiratorias, diabetes y mortalidad infantil.

Las más destacadas sociedades científicas que se relacionan con la salud cardiovascular han tomado nota de esta realidad, invitan a investigar esta conexión entre el aire contaminado y la enfermedad cardíaca y a difundir en la población, los gobiernos y el personal de salud la importancia de mantener limpio el aire que respiramos dentro y fuera de nuestra casa. Bregar por la toma de conciencia y la educación sobre este tema es obligación del sistema de salud en todos sus niveles, buscando poner en agenda de los que guían el destino de nuestro país el cuidado del lugar que habitamos y el bienestar de sus habitantes. Sólo de esta manera se podrá contrarrestar el efecto dañino que la contaminación en forma silenciosa va generando en nuestra salud y nuestra calidad de vida.


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