Grieta, odio y pandemia

Grieta, odio y pandemia

Reflexiones en Cuarentena

Reflexiones en cuarentenaUna vez más las aguas se dividen, y cada vez de formas más cruentas y egoístas. El fantasma de una nueva versión de la grieta circula en el aire, se respira en el campo de lo social, mientras el virus saca provecho del negacionismo extremo.
Las palabras “pandemia” y “cuarentena” no son sinónimos. La primera hace referencia a la propagación mundial de una enfermedad, mientras que la segunda es una medida de aislamiento que se toma en relación a personas que estuvieron expuestas a una enfermedad. También debemos distinguirlas del ASPO (aislamiento social preventivo y obligatorio) y del DSPO (distanciamiento social, preventivo y obligatorio) como medidas que el gobierno utilizó a los fines de gestionar la pandemia y prevenir mayores contagios. Empezar por diferenciar los términos que muchas veces usamos como sinónimos es fundamental para entender lo que se juega entre quienes erigen sus banderas a favor o en contra de la cuarentena.
Es propio de un gobierno democrático la diversidad de opiniones y sin lugar a dudas nutre y fortalece a la sociedad. Sin embargo, todo ello cae por la borda cuando para expresarse alguien vulnera los derechos de los otros. Celebro la posibilidad de estar a favor o en contra de una medida, y desde allí pensar estrategias superadoras, pero lo que no podemos es negar la existencia de una enfermedad.
Con solo escuchar las voces que se alzaron en las marchas masivas “anticuarentena”, se evidenciaba una pluralidad de reclamos, cuyo único punto en común era el de oponerse (en general al oficialismo), oposición en muchos casos teñida de odio contra quienes ven en el que piensa diferente un enemigo a destruir o a alguien que atenta contra mi forma unívoca de percibir y explicar el mundo. En tal sentido, se viralizaron las reacciones violentas que algunos propiciaron contra periodistas que estaban cubriendo el evento.
Entre los concurrentes a las distintas manifestaciones, algunos decían: “No tenemos miedo, ya estamos hartos de estar encerrados”. Es entendible que alguien pueda estar cansado o enojado frente a los nuevos hábitos que tuvimos que adoptar; ahora, que la solución a ello sea la anulación del miedo, y por ende la adopción de conductas irresponsables, es otro tema. Una cuota de miedo, en un contexto de pandemia es acorde a la realidad.
La licenciada en psicología Nora Merlín, señaló: “La protesta violenta, sacrificial y homicida a la vez, desprecia el cuerpo singular y colectivo. No respeta los límites sanitarios y comunitarios, niega la enfermedad y el riesgo de muerte, a través de una omnipotencia maníaca y la exaltación del yoísmo en todas sus expresiones. La neoliberal realización y la libertad individual, tan demandadas en la marcha, nada tienen que ver con la salud pública.”
Hay muchas formas de manifestarse sin ponernos en riesgo y arrasar con los derechos del resto. Así como todos tenemos derecho a opinar y expresar lo que pensamos, esto encuentra su límite en el respeto por los derechos del otro, pacto social básico que permite convivir en sociedad.
Hay algo que se repite y es esta tendencia a pensar en términos binarios, de exclusión, por la cual lo que no se adecua a una forma o idea, se convierte en su opuesto. Entonces alguien puede entender que la existencia se reduce al género femenino o masculino, a ser bueno o malo, a ser pro cuarentena o anti cuarentena, perdiendo así la riqueza de las diferencias.

Y detrás de todo… el odio

Lo que encontramos tras algunas de las manifestaciones mencionadas es la búsqueda de la anulación del otro, por sentirlo como una amenaza, generándose un odio a la diferencia. Entonces en lugar de ver al otro como alguien que puede aportarme una forma distinta de percibir la realidad, lo veo como alguien a destruir porque pone en tela de juicio mi identidad, mis valores, mis opiniones, etc.
“El odio sería el sustrato emocional desde el cual se busca fundamentar la propia dificultad para tolerar la angustia, la fragilidad existencial, que pone a los seres humanos en vilo cotidiano, y desde ahí fundamentar una serie de acciones que llevan a desacreditar al otro como legítimo, perdiendo el merecimiento de considerarlo tan en plano de igualdad como uno mismo.” (Lic. en Psicología Marceño Raúl Choclin).
Este odio, tal y como se plantea va más allá de este fenómeno y fue mudándose a lo largo de estos meses, en los cuales primero estábamos todos unidos contra un “enemigo común”: el virus. Luego esto generó un peligroso deslizamiento, ya que el virus se desarrolla en una persona, entonces apareció la figura del otro transmisor (compañero de trabajo, vecino, familiar) como amenazante. Luego se empezó a generar un fenómeno de masa con posiciones pro y anti cuarentena, materializado en marchas y contramarchas.
“En todos los casos se parte de un liderazgo que proclama una verdad absoluta e incuestionable, logrando el efecto de unidad y cohesión alrededor de una identidad, con su propio sistema de sometimiento, control y exterminio. El odio hacia el diferente en función de la propia afirmación de pureza y verdadero amor.” (Op. Cit.).
Desde otro punto de vista me pregunto ¿se puede ser pro cuarentena o anti cuarentena?, ¿qué hay detrás de estos neologismos?, ¿a qué otros reclamos remiten?. Si escuchamos y repreguntamos lo que cada uno entiende por estos dos significantes, nos encontramos con personas que no están pudiendo trabajar, con quienes ven una oportunidad para fortalecer la política partidaria, con quienes vieron truncados sus proyectos, o quienes temen enfermarse y contagiar a un ser querido. Si nos quedamos fijados a estar a favor o en contra de algo, nos perdemos la posibilidad de encontrar soluciones a los reales problemas que están detrás de que alguien se identifique con determinada posición.
Nos constituimos como sujetos singulares a partir de la diferencia. Cuestionemos, ejerzamos el derecho a pensar distinto y expresar nuestras ideas, pero no a partir de la lucha estéril entre dos posiciones antagónicas, sino a partir de problematizar nuestra realidad, construir un pensamiento crítico y analizar el contexto, mediado siempre por el respeto hacia el otro.


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