Hablemos de conciencia ambiental planetaria

Hablemos de conciencia ambiental planetaria

 

RIZZO Virginia Diario Prensa 2

Por Virginia Rizzo

Lic. en Ciencias del Ambiente.
Directora del Observatorio Socioambiental – Instituto de Estudios Fueguinos (I.E.F.)


 

La primer semana de junio, más concretamente el próximo sábado 5, el mundo celebrará el Día Mundial del Ambiente. Se trata de una fecha instituida con el objetivo de contribuir a crear conciencia acerca de la necesidad de proteger y mejorar el medio ambiente, en recuerdo a la apertura de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano (Estocolmo, 1972), reunión en la que se aprobó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Desde esta columna el Instituto ha insistido en diversos enfoques para difundir la idea que la cuestión ambiental mundial pasa por “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro de atender sus propias necesidades”. Claro que más allá del juego de palabras que encierra esta proposición, la sustentabilidad de los modelos de desarrollo humano actuales constituye un eje motor de las reflexiones contemporáneas sobre la materia.
Por eso hace apenas dos décadas, concretamente en la Conferencia realizada en Brasil conocida como “Río 92” que dio origen a la Declaración internacional del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente que propuso a su vez que “los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible” teniendo el “derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza”, significó un hito para la conciencia ambiental planetaria.
Nociones destacadas para aquel momento, por haber sido consensuadas por gran cantidad de Estados que incluyeron en una agenda multilateral la relevancia del hombre y su calidad de vida bajo parámetros de sostenibilidad y responsabilidad social y ambiental, un criterio que luego sería clave con el pasar del tiempo hasta la actualidad, sobre todo si pensamos en términos de cambio climático, sus antecedentes conceptuales y las posibles acciones para resolverlo.

Laudato sí

En similar línea argumental se publica en junio de 2015 la encíclica papal Laudato Sí, un documento cuyo objeto es validar y concientizar sobre el cuidado de la creación y nuestra casa común. Allí se hace un llamado hacia una “conversión ecológica” a través de cambios en nuestro estilo de vida y nuestra sociedad, además de ejercer una fuerte acción política en materia de cambio climático. Algunos pasajes muy interesantes plantean la premura y obligación que tenemos los seres humanos en repensar acciones poco sostenibles que de no mediar remediación, indefectiblemente conducirán a la extinción de nuestros recursos naturales y por extensión a nuestra propia especie.
En la mencionada encíclica el Papa Francisco advierte: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar… Hago una invitación urgente a un nuevo dialogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”.

Cambio Climático: una problemática global

El Cambio Global Climático se refiere a todas aquellas transformaciones de gran escala que tienen repercusiones significativas sobre el funcionamiento del sistema planetario, afectando los componentes biofísicos (como el agua, aire, suelos y biodiversidad) y alterando el comportamiento de las comunidades y los ecosistemas. Dichas transformaciones se caracterizan por ser de naturaleza multivariada y no lineal tanto en sus orígenes como en sus impactos y por desarrollar mecanismos de retroalimentación.
Para graficar lo anterior, no hay que perder de vista que la mayoría de las actividades más relevantes de la economía mundial hoy en día se encuentran entrelazadas mayormente a procesos lineales, que generan grandes cantidades de gases efecto invernadero (CO2, CH4, Nox, entre otros) y que por lo tanto, tales emisiones afectan negativamente al sistema natural y urbano de la ciudades del mundo.
Se trata de grandes presiones ejercidas por el hombre a través de sus actividades extractivas y productivas que conllevan la destrucción de hábitats, sobreexplotación y extinción de especies, invasiones biológicas por especies exóticas, contaminación del agua, aire y suelos, alteración del ciclo de nutrientes, uso indiscriminado de recursos no renovables, entre muchas otras. De allí que Laudato Sí nos recuerda: “El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la Humanidad”.

Los gobiernos locales: la clave de la mitigación y adaptación al cambio climático

La importancia del los gobiernos locales en materia de cambio climático, tomando una escala internacional, recién ha logrado el interés que merece a partir de la implementación de la denominada “Agenda 2030” en el año 2016. Claramente una decisión atinada y clave a la hora de pensar acciones concretas frente a dicho fenómeno porque se trata de un punto base dado que los gobiernos locales son los actores silenciosos del protagonismo en el escenario internacional. En este punto, dimensionar la escala internacional como una red de localismos, nos ubica en la compleja dimensión de no perder de vista la parte integracional en el contexto del “todo”. Aún en la ciudad Autónoma de Buenos Aires (donde suele atender Dios) las cuestiones ambientales de la urbanidad cotidiana existen como en cualquier otra localidad.
Dentro de las implicancias urbanas, podríamos nombrar el ejercicio para el desarrollo sostenible bajo en carbono, a través de planes de acción local para el cambio climático, el trabajo de concientización y mejoramiento para la generación de conciencia individual y colectiva de la problemática a través de la educación ambiental y la planificación estratégica territorial. Estos son, desde mi óptica particular, los tres parámetros indispensables a la hora de pensar una ciudad sostenible en el tiempo.
Sin dudas, estos puntos serán de gran interés en la definición de objetivos y metas alineados con la estrategia nacional frente al cambio climatico, el fortalecimiento de las capacidades, acciones efectivas y eficientes y la participación pública para promover la discusión seria, técnica y política de la agenda de acciones frente al cambio climático.


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