Intimidades de la inflación

La historia de la humanidad está íntimamente arraigada a la historia de los intercambios, de los trueques y de las transacciones, lo que significa que siempre estuvo superpuesta a la historia del mercado.
Y esto viene a cuento porque el martes último se cumplieron 106 años del nacimiento de Milton Friedman, quizás el teórico de Economía más célebre junto a pensadores de la talla de Keynes, Marx y Adam Smith, entre otros.
Por supuesto que su notoriedad no ha sido necesariamente positiva, y por supuesto que su valoración negativa no ha sido suficientemente fundada.
Asociado por los teóricos latinoamericanos a las crisis neoliberales de Argentina y Chile de los años `90 y `80 respectivamente, así como al imperialismo estadounidense y al lobby empresario, las teorías de Friedman fueron tremendamente esclarecedoras y revolucionarias.
Referente de la escuela del “monetarismo”, subrayó la importancia de la oferta de dinero en la actividad económica y el gasto, y por sobre todas las cosas, en ese fenómeno tan conocido llamado inflación. ¿Cómo surge la inflación y en qué consiste el razonamiento de Friedman?
Para explicarlo, hay que nombrar a su antagonista, el ilustre John Maynard Keynes.
La teoría keynesiana sostenía que dada una tasa de desempleo y ciertos bienes y servicios disponibles, viene bien darle un “empujoncito” a la máquina de hacer billetes, a fin de volcarlos a salarios u obra pública. Esto permitiría una preferencia hacia el consumo y por ende, una reducción de la tasa de desempleo y un crecimiento de la actividad económica.
Friedman, por el contrario, demostró que esto solo podía darse en un cortísimo plazo y que en todo caso, para mantener el nivel de actividad serían necesarios cada vez más billetes de la maquinita, y por ende mayor inflación y a una tasa de aceleración permanente. Dado que al haber una gran oferta de dinero disponible y siendo su circulación cada vez más rápida, cae la demanda del mismo generando un proceso de “estan-flación” (estancamiento del crecimiento económico sumado a una suba descontrolada de precios) y el retorno a tasas de desempleo igual o mayores al inicio del ciclo.
Para Friedman, al ser la moneda una porción de lo que producimos, es un bien como cualquier otro, lo que explica que al libre juego de la oferta y la demanda que propone, se le suma la libertad del valor de la moneda, algo que no sucedió en la Argentina de los años 90, donde el dólar tuvo un precio fijado no por el mercado (los consumidores) sino por el Estado (el famoso 1 a 1), y tuvo como consecuencia la destrucción de la competitividad.
Por lo tanto, las medidas llevadas a cabo por el menemismo no fueron del corte liberal que pregonaba Friedman sino todo lo contrario, por lo que las críticas sobre él están fundadas en un desconocimiento de sus postulados.
En este sentido y para ilustrarlo en los últimos años, la política monetaria expansionista (es decir, de emisión de moneda) llevada a cabo por Kicillof respondía a los postulados keynesianos (para ejemplos están todas las medidas para generar consumo de esa época). Hoy en día seguimos intentando superar la inercia del proceso generado por expansión monetaria.
Además, Friedman afirmó que el crecimiento del dinero en circulación debía establecerse de acuerdo a índices de crecimiento real de la economía, como lo es el PBI. Lo que garantiza una base monetaria acorde a la riqueza que realmente produce el país.
En su vastísima obra y muy a pesar del pensamiento de izquierda, también planteó la necesidad de un sistema progresivo de impuestos basados en los ingresos individuales; de modo tal que los más ricos tengan mayor carga tributaria, y a pesar de su extrema defensa del mercado reconoció que deben aplicarse ciertas restricciones orientadas a evitar los monopolios.
Dijo del Estado que “es la forma más cercana que conoce el hombre para recrear la libertad natural” y se opuso al control privado de la creación, distribución y destrucción del dinero.
Ganador del premio Nobel en 1976, dejó una frase memorable en los anaqueles de la historia: “Una sociedad que priorice la igualdad por sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas. Una sociedad que priorice la libertad por sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas.”


Edición:
Diario Prensa
Noticias de:  Ushuaia – Tolhuin – Río grande
y toda Tierra del Fuego.

https://www.diarioprensa.com.ar