La Hostería Petrel en ruinas

HOY ES UN SIMBOLO DE LA CONTRADICCION ENTRE LA TIERRA DEL FUEGO TURISTICA DESEADA Y LA REAL.

El amplio salón principal de la histórica Hostería Petrel, está en silencio desde hace muchos años. Solo se escucha el rugir del viento que se filtra por los ventiletes surgidos de las puertas y ventanas que ya no están y por los vastos sectores de techo derrumbado.
Fue el capitán de fragata y gobernador de Tierra del Fuego, Ernesto Manuel Campos, el que mandó a construirla junto a sus gemelas, la incendiada Alakush, en el Parque Nacional Tierra del Fuego (actualmente reconstruida pero sin la impronta edilicia de la versión original) y la Hostería Kaikén, que salvo algunas remodelaciones interiores, perpetúa el diseño tan característico del inicio de sus tiempos; como así también el Hotel Albatros en Ushuaia y el Yaganes, en Río Grande, construidos todos allá por 1961.
Vale recordar que a la mala fortuna de Alakush se sumó la de Petrel, la que supo de épocas de esplendor superadas por otras de explotación irregular, litigios judiciales eternos entre concesionarios y Estado y desde hace varios años, abandono y desmantelamiento por pillaje.
Aunque la ex gestión de Fabiana Ríos intentó encausar el rumbo del añoso establecimiento hotelero, los llamados a licitación para intentar conseguir interesados en darle nueva vida, fracasaron.
En la misma situación se encuentra en la actualidad. Hay un llamado a licitación en proceso, pero sin demasiadas expectativas al parecer.
Así, Petrel se constituyó sin querer en un símbolo de la contradicción que existe entre el acento que se le pretende dar al turismo de la provincia y la imposibilidad real de evitar siquiera que un edificio que fue junto a otras construcciones de la época, albergue de visitantes y residentes, caiga vencido por el abandono.
Es innegable que es el Estado el único responsable de velar por el patrimonio público y que los sucesos ocurridos el fin de semana dejaron al desnudo un aspecto que trasciende la crónica policial. Es que un policía de la Comisaría de Tolhuin, institución responsable de cuidar el inmueble, está implicado en la sustracción de partes de la Hostería Petrel. La policía tolhuinense debía cumplir instrucciones de realizar una custodia no permanente del edificio, consistente en rondas de vigilancia periódicas, pero por el contrario, uno de ellos terminó siendo sorprendido con algunas puertas, ventanas y tirantes, en su poder. Inevitablemente surgen las preguntas: ¿actuó por su propia iniciativa, a espaldas de sus camaradas? ¿Aprovechó información acerca del momento en que no se iba a patrullar la zona para actuar? ¿Pudo haber habido una `zona liberada´con la anuencia de otros uniformados, lo que se vieron obligados a actuar solo cuando un turista – en realidad un vecino de Río Grande que visitaba la zona – radicó una denuncia formal acerca de lo que había visto?.
Deberá dar explicaciones el Estado provincial acerca de lo ocurrido en lo que es hoy una postal triste y ajada de la emblemática Hostería Petrel y también, responder si la población deberá resignarse a verla – tal como ocurrió con la Hostería de San Pablo – convertida en tierra arrasada, como una sombra de lo que en otra época fue escenario de acontecimientos felices en la vida de los habitantes del ex Territorio Nacional luego provincia, y de infinidad de turistas de todo el mundo.


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