La Iglesia y la Educación Sexual Integral a nuestros hijos

EL DEBATE DE NUESTROS DIAS

La semana pasada la Iglesia Católica difundió un comunicado. El mismo forma parte de la estrategia eclesiástica para recuperar un terreno que perdió durante los últimos años frente a una sociedad cada vez más independizada de la religión.
El primer triunfo, lo obtuvo mediante el lobby anti-aborto que dió como resultado la vuelta a Diputados de la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
La Iglesia en este aspecto, vió sangre y siguió pegando. Ahora busca por todos los medios dar marcha atrás con la Educación Sexual Integral. Algo con lo que, en la teoría, los autodenominados “pro vida” estaban de acuerdo.
Dentro de los argumentos que desde ese sector formulan, sobresalen algunas perlitas:
«Si a la educación sexual. No a la ideología de género»; «Los hijos son de los padres, no del Estado»; “La educación sexual integral debe respetar la libertad religiosa de las instituciones y la libertad de conciencia”;»Un mensaje coherente, alineado, complementario, respecto al que reciben en el hogar».
El primero, de todos los mencionados, es sin duda el más llamativo en tanto considera al género como una “ideología”. Cabe señalar que “Género” es una categoría teórica de las Ciencias Sociales, donde confluyen distintas teorías acerca del orígen y la construcción de la división sexual. Por tanto, decir “no a la ideología de género” es el equivalente a decir “no a la ideología del Sistema Solar”. Algo a lo que también se opuso oportunamente la iglesia, allá por los albores del Siglo XVI.
“Los hijos son de los padres, no del Estado” , por su parte, es otra afirmación tan ignorante como oportunista. Los hijos son personas, y las personas no son de nadie; son sujetos de derecho y como tales, beneficiarios del derecho a la educación que brinda el Estado, algo sobre lo que Jacques Rousseau teorizó, también hace mucho tiempo, en el famoso “Contrato Social”. Con esa peligrosa retórica, un padre puede dejar morir a su hijo por oponerse a la medicina tradicional porque cree en la sanación a través de la fe, en los chamanes, o en Maradona. No puede.
La tercera definición, “La educación sexual integral debe respetar la libertad religiosa de las instituciones y la libertad de conciencia” sigue en esta línea.
La educación sexual integral en el marco de una educación pública de un Estado Laico, no debe subsumirse a nada de eso. Laico quiere decir “independiente de toda confesión religiosa”. Por otro lado, el hecho de brindar la enseñanza más avanzada posible no objeta la libertad de conciencia; los chicos pueden seguir creyendo en los reyes magos si consideran que la argumentación sobre su existencia es suficientemente sólida.
Por último, hablar de “mensaje coherente, alineado y complementario respecto al que reciben en el hogar” es un sinsentido. Significa que la escuela en primer lugar debe determinar qué valores se pregonan al interior del hogar, para luego aplicar una educación diferenciada. Es decir, si en la familia se dedican a la falsificación, robo, secuestro y asesinato, la escuela debe tener un mensaje alineado a ello. Muy por el contrario, la religión debe respetar la condición de cientificidad de la educación y no al revés.
El clero oponiéndose al desarrollo de la ciencia es un lugar común, pero esta vez sucede algo mucho más grave que consiste en el avance sobre el territorio perdido ante el Estado: el terreno de la educación.


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