La importancia de la historia… o la de no ser sólo una cara bonita

La importancia de la historia… o la de no ser sólo una cara bonita

La importancia de la historia… o la de no ser sólo una cara bonita

Julio Cesar Lovece

Nuestra ciudad está plagada de historia. En un día en que conmemoramos el nacimiento de Ushuaia, no podemos evitar reflexionar sobre ello. Y es así porque el simple acto de fundación de una ciudad, implica o convoca a una enorme cantidad de historias que precedieron al hecho mencionado. El inicio de Ushuaia fue el resultado de un proceso que sólo dentro del contexto de esa época se podía dar. Por lo tanto es importante que cada 12 de octubre recordemos esos hechos, escarbemos como improvisados arqueólogos sobre los detalles de esos días y redescubramos esos acontecimientos que han permitido que hoy estemos todos compartiendo una ciudad, una comunidad, “nuestro lugar en el mundo”.
Porque todo cuanto observamos tiene un pasado y la pisada de quienes estuvieron antes que nosotros. La transformación de lo que nos rodea forma parte de un proceso que ha determinado quiénes somos y cómo vivimos. Dicen los expertos que “la historia de los pueblos es siempre el resultado de procesos culturales y sociales de enorme complejidad. Su conocimiento se vuelve un imperativo necesario en la vida de los hombres. Su historia, las huellas de su pasado, les permiten el acercamiento a sus raíces, confieren identidad cultural y reafirman el sentido de pertenencia a una sociedad determinada”. Vale preguntarnos entonces, ¿acaso no es eso lo que nos hace únicos y diferentes a todos los demás?.
En mi caso, que soy una persona abocada al turismo desde hace más de cuatro décadas, no puedo dejar de pensar que nuestra historia, los edificios, monumentos y museos reflejan, mejor que nada, nuestras creencias, valores, costumbres y, sobre todo, el respeto que le dispensamos al pasado. Pero hay algo aún más relevante. Acostumbramos a apoyar nuestros atractivos en los valores que nos regala nuestra naturaleza. Seguramente si debiéramos identificar un atractivo sobre el que se sostiene gran parte de nuestro producto turístico fueguino, no dudaríamos en señalar al “paisaje”. Pero hete aquí que el paisaje también tiene historia. Se halla pleno de ellas, solamente hay que explorar y rescatarlas, porque eso hace de nuestro paisaje también algo único.
De igual forma debemos fijarnos como objetivo alcanzar un turismo responsable y para ello la concreción de políticas tendientes al rescate y protección de los valores que hacen a la identidad propia de Ushuaia, resultan fundamentales para diferenciarnos como destino turístico. Porque nuestros pueblos no deben ser solamente las bellezas naturales que los rodean, deben ser además el lugar en el que vivimos y que, quienes viajan hasta aquí, quieren conocer. Es decir ya no alcanza con mostrarles la “estética” que nos enmarca, sino cómo vivían en ella quienes nos precedieron y cómo vivimos hoy nosotros.
Los actos de un 12 de octubre no deben ser pensados como ceremonia exclusiva de quienes nos gobiernan en los distintos estamentos. Los hechos acontecidos hace 137 años marcaron para siempre nuestro futuro. Lo que estamos viviendo hoy, mañana ya será historia… bastaría entonces preguntarnos con qué respeto y bajo qué valores desearíamos se recuerden las consecuencias de nuestras vidas.
Digo todo esto porque siempre me queda la ingrata sensación que, mientras por un lado observamos y escuchamos autoridades y discursos de profunda emoción sobre la historia, en los hechos parece que la verdad se refleja mejor en el estado de nuestros monumentos, edificios antiguos, sitios históricos o en el presupuesto de nuestros museos. No quiero entrar en detalles pero basta con caminar y observar con mirada crítica. En el caso de nuestros museos deberíamos dejar de pensar que se trata de espacios donde amontonar reliquias o elementos inconexos. Son los santuarios que permiten interpretar nuestro pasado, que es de dónde venimos.
He tenido que escuchar que nunca hay presupuesto para esas cosas. Que ese o aquel otro elemento “no tiene ningún valor histórico”, como si quien lo dijera fuera el que decidiera arbitrariamente el valor que debemos asignar a lo que se ha transformado en un símbolo de nuestra historia.
¿Es la salud, por ejemplo, más importante que un viejo barco?. Seguramente, y aunque sea una obviedad, sin salud estaríamos enfermos, pero ¡ojo! porque mañana podríamos tener un hermoso hospital que nos ayude a esquivarle más y mejor a las enfermedades pero sin ninguna posibilidad de trascender en el tiempo, condenados a vivir en un presente permanente, que se derrumbará ni bien cerremos los ojos.

¡Feliz cumpleaños querida Ushuaia!


Diario Prensa

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