La investigación desnudó una relación tóxica entre la víctima y el victimario

La investigación desnudó una relación tóxica entre la víctima y el victimario

Comienza el juicio por el crimen de Zulema Medina. El único imputado es su pareja, José Ceferino Lencina.

La mujer, conocida en Ushuaia como “Andrea, la tucumana”,fue estrangulada en su casa, el 22 de febrero de 2022. Amigos y conocidos declararon en la etapa de instrucción que la relación entre ambos estaba signada por los celos, las agresiones recíprocas y el consumo y comercialización de estupefacientes.

La investigación desnudó una relación tóxica entre la víctima y el victimarioZulema Medina fue vista

por un vecino llegando a su domicilio, sito en la calle Vicente Lisandro Canga 1739, del barrio INTEVU 17, alrededor de las 3 y media de la madrugada del 22 de febrero del 2022. Desde una ventana el hombre la vio descender de un vehículo de alquiler – un taxi o un remis – y caminar sola, tranquilamente, hasta la puerta de su vivienda, llevando una cartera negra y un bolso. Varias horas más tarde, a las 10 de la mañana aproximadamente, uno de sus hijos, de 24 años de edad, preocupado porque la había llamado telefónicamente sin recibir respuesta, fue al departamento B ubicado en los fondos del predio. Llamó a la puerta y solo escuchó el ladrido de las mascotas de su madre. Entonces decidió entrar y la encontró sentada sobre el suelo, con la espalda apoyada contra el lateral de la cama, con una sábana enrollada en el cuello. Había sido salvajemente asesinada.

Una relación signada por la violencia

V. B. S., amiga y encargada también de la limpieza del kiosco “Gael”, recibió poco antes de las 4 de la madrugada del día 22 de febrero, dos audios en los que Zulema Medina le decía que pasara por su casa a buscar la llave del comercio. Le mandó también una foto del lugar próximo a la ventana en donde además le iba a dejar $1.400 para que se pagara un taxi y le comprara una esponja de cocina. Así lo hizo a las 8.30. Empujó la ventana hacia adentro, corrió la cortina y agarró la llave y el dinero. No percibió nada que le llamara la atención. No obstante, refirió que le pareció extraño el hecho de que “Andrea” (Zulema) le haya mandado ese mensaje debido a que en los cuatro meses que llevaba haciendo la limpieza, la modalidad de retiro del juego de llaves consistía en que le dejara la puerta principal abierta para que entrara y las retirara de la mesa del comedor, mientras ella dormía.
La mujer refirió que estaba al tanto de que Zulema mantenía una relación de noviazgo con un hombre a quien conocía con el nombre de José, de unos 33 o 34 años de edad aproximadamente, menor que ella y de contextura física robusta con un arito en su oreja.
En una ocasión, reveló la declarante, Zulema le confesó que la relación estaba signada por constantes inconvenientes por cuestiones de celos. Su amiga le describió a Lencina como una persona muy posesiva, que le revisaba el teléfono y que le sacaba dinero sin su consentimiento. En una ocasión – agregó – le había sustraído 10 mil pesos y antes, 5 mil. Inclusive, en varias ocasiones le pegó, momentos en los que ella se defendía y lo agredía físicamente, produciéndose situaciones de gran violencia recíproca. Estos hechos nunca fueron denunciados por Zulema, porque “no quería tener problemas”, le decía a V.B.S.
El testigo D. R. M., de oficio vidriero, coincide con los dichos de la amiga de Zulema, con respecto al tipo de relación que sostenía la pareja. El trabajaba con José Lencina y reconstruyó lo ocurrido la noche previa a la muerte de la mujer. Según refirió, el día 21 de febrero a las 23, pasó a buscar a José Lencina por su lugar de trabajo, el local El Mercado, en San Martín y Onas. Cuando terminó su jornada laboral como bachero, juntos fueron a la chocolatería Smechen, en San Martín 741, a realizar algunos arreglos. Cuando ya estaban en la puerta, Lencina le pidió que lo llevara hasta su casa, el domicilio que compartía con Zulema, para cambiarse la ropa. Momentos después salió y volvieron al local comercial para cambiar los vidrios de un exhibidor. Terminadas las tareas lo llevó al mismo domicilio de la calle Vicente Canga, adonde arribaron a eso de la 1.50.
El “Mendo”, como lo nombra D.R.M, le contó que estaba de novio desde hacía varios meses con una mujer rubia, alta, delgada y de piel blanca, mayor en edad que él y que era dueña de un kiosco. Le refirió que últimamente se estaban llevando bien, que ella estaba cambiando a partir de que había vuelto de sus vacaciones sola, el 3 de febrero – 19 días antes del crimen – dado que el tiempo en que ella estuvo fuera de la provincia, únicamente lo llamaba para saber como estaban los perros. D.R.M. agregó también que desde que Lencina conoció a su pareja – Zulema – comenzó a aislarse de sus amigos.
En la conflictiva relación existente entre Zulema Medina y José Lencina, también existía un componente determinante: la comercialización y consumo de estupefacientes, según lo indica la testigo D.J.G., una mujer de 38 años de edad con quien “El Mendocino” sostenía un vínculo que se superponía con el de “la Tucu”.
Esta persona sabía que Lencina vivía con Zulema Medina, y que cada vez que discutían, el hombre iba a su casa. Sostuvo también que cuando se peleaban él solía dormir en una carpa, en un bosque cerca de un río o en un galpón precario situado detrás de la vivienda de la calle Vicente Canga. Sostuvo también que ella comenzó una relación amorosa con Lencina a mediados de noviembre del 2021 y que él le decía, en relación a Zulema que “vivían juntos pero separados” y que también vivían en el lugar otros dos hermanos de ella. Debido a que en una oportunidad vio una publicación en Facebook de ambos, esto la molestó y comenzaron a verse más esporádicamente, aunque la última vez que lo vio fue el 21 de febrero (el día anterior al asesinato), a las 16.
D.J.G., hace un aporte sustancial a la causa cuando afirma que ella estaba en conocimiento de que José y Zulema tenían inconvenientes de pareja: “José me comento que tuvo
varios altercados con agresiones físicas con “la Tucu”. Más de una vez me dijo que tenía
intenciones de atentar contra la vida de ella, dado a problemas económicos relacionados con pagos de un kiosco y venta de estupefacientes. Igual podía ser por despecho dado a que también ella tenía otra pareja” – concluyó.


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