La lucha de los puertos

La lucha de los puertos

Turismo austral en Ushuaia y Puerto Williams.

Julio Cesar Lovece

 

Hace escasos días se ha podido ver en algunos medios de prensa locales, la información asegurando que la empresa de cruceros «Silversea», dejará de operar en el puerto de Ushuaia para hacerlo en Puerto Williams. Entrando en detalles se mencionaba que esta empresa comenzará a hacer recalada en el puerto chileno en un tour que incluye varios días de recorrido por la Antártida. Todo parece indicar que los pasajeros serán trasladados en aviones privados desde la localidad de la Isla Navarino hasta Santiago de Chile y viceversa, con un día de estadía y cena de bienvenida en la capital del país vecino.

Seguramente gran parte de los lectores tomaron este anuncio con preocupación, motivando no pocas críticas a las autoridades argentinas que no pudieron evitar esta cuestión. Resulta grato que se defienda el turismo con espíritu crítico y exigiendo un trabajo que evite este tipo de antecedentes. Es necesario no obstante  disponer de la mayor información posible, de modo que los cuestionamientos no resulten tan subjetivos y permitan, principalmente, visualizar atenuantes o soluciones. No todo es tan negro como creen algunos o tan blanco como creen otros.

Es objetivo de esta nota sumar más elementos para la reflexión sin ánimo de convencer a nadie respecto de ninguna postura, incluso tampoco se dispone de toda la información como para asegurar que esta misiva resulte incuestionable.

En la temporada 2018/2019 de cruceros antárticos en nuestro puerto ushuaiense, pasaron poco más de 55.000 pasajeros (es importante recordar que hablamos solamente de visitantes con destino al continente blanco). Estos viajantes se dividieron en 275 recaladas de 35 buques.

La empresa Silversea, hasta donde sabemos, fue responsable del siguiente movimiento con dos naves:

Silver Cloud: 11 recaladas con un promedio de 227 pasajeros por cada una, es decir 2.497 pasajeros.

Silver Explorer: 6 recaladas con un promedio de 128 pasajeros por cada una, es decir 768 pasajeros. Un total de aproximadamente 3.265 personas. Sin contar los tripulantes. (*)

Estos datos son a modo de referencia ya que información proveniente de empresarios locales, aseguran que este cambio de Silversea en realidad contemplaría una sola recalada en Puerto Williams y a modo de prueba. Obviamente que esto no implica desentendernos o minimizar dicha acción, por el contrario, en este tipo de cuestiones no hay que quedarse dormido.

Ushuaia es un puerto que ha sabido captar, en las últimas décadas, el 90 % del turismo antártico. Esto no es poco y habla de una realidad que es positiva aunque insistimos, no debemos descuidar. Porque es cierto que los argentinos tenemos proyectos que duermen también desde hace décadas, como el Polo Logístico Antártico o la nueva ampliación del puerto que ha tenido en estos últimos años, marchas y contramarchas.

No obstante ello resulta indispensable llevar estas reflexiones hacia otras cuestiones que suele pasar desapercibidas y que deberían ser mucho más preocupantes.

Un destino turístico requiere, indispensablemente, de atractivos y servicios. Los primeros pueden ser naturales y culturales, los segundos pueden ser públicos y privados. Pero conforme crece la actividad turística, resulta esencial pensar en otro componente que suma competitividad al destino, hablamos de «calidad» y no hacemos referencia solamente a la calidad de los servicios, sino principalmente a la de los atractivos.

Por lo tanto parece por lo menos paradójico que nos preocupe más perder un cliente y que, ante la permanente amenaza de destrucción o banalización de nuestros bienes naturales, es decir nuestros atractivos, decidamos mirar para un costado o lo justifiquemos adjudicándole al hecho una visión «desarrollista».

El turismo de hoy reclama calidad, no se trata de quien tiene el puerto más grande, las rutas más anchas o el mejor aeropuerto. Se trata de quien tiene mejores atractivos, todo lo demás viene por añadidura.

Cuando el Estado nos habla solamente de obras de infraestructura para potenciar el turismo, en realidad debería preocuparnos. Debemos reclamar que también nos hable de preservación de atractivos, de protección de paisajes, de buen y equilibrado uso de nuestros bienes naturales y del fortalecimiento y puesta en valor de nuestra cultura.

Nadie viaja miles de kilómetros para conocer un puerto, al funcionario con mejor dialéctica o luces de neón, por lo tanto reorientemos nuestras preocupaciones y si es que, en alguna ocasión, comienzan a emigrar hacia Chile parte de los cruceros, pongamos la mirada no sólo en los servicios o en un funcionario en particular, sino principalmente en qué trato le estamos dando a nuestros atractivos.

(*) https://infuetur.gob.ar/estadistica


Edición:
Diario Prensa
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