La sentencia de Concha Ávila será apelada por su defensa

LA DEFENSORIA OFICIAL INSISTIRÁ PARA QUE LA MUJER CONDENADA POR MATAR A SU PAREJA Y SIMULAR UN SUICIDIO, SEA ABSUELTA.

Los abogados Yanina Fernández y Gustavo Ariznabarreta, defensores oficiales de Claudia Concha Avila, informaron que ya están preparando el escrito de apelación a la condena de prisión perpetua aplicada por el Tribunal Oral en lo Criminal del Distrito Judicial Sur.

Aunque el juicio oral y público que se desarrolló la semana pasada contó inclusive con una jornada dedicada a la realización de un coloquio de expertos en pericias a fin de determinar fehacientemente si Gustavo Ezequiel Ponce se mató o lo mataron, el abogado Gustavo Ariznabarreta discrepó con el criterio del tribunal y anunció ayer, en un medio radial, que la Defensoría deicial apelará el fallo.
Para Ariznabarreta no se la debería haber condenado a prisión perpetua a su defendida por haber matado cruentamente a su pareja después de ingeniárselas para montar un escenario de suicidio tendiente a engañar a la Policía y a eludir su responsabilidad en los hechos. Para el defensor se la debería haber absuelto. En contraposición y para beneplácito de los familiares de Ponce, quienes siguieron atentos el juicio, prevaleció el requerimiento del fiscal Eduardo Urquiza. El titular del Ministerio Público Fiscal sostuvo en la última jornada de debate que de acuerdo a los elementos recabados la víctima fue reducida primero con golpes de rodillazos en los testículos, luego atontado y golpeado con una piedra en la cabeza para después ser ahorcado con un pañuelo. La única persona que se encontraba en la habitación Nro 18 del Apart Hotel Alem, sito en la calle homónima, la madrugada del 2 de diciembre del año pasado, era Claudia Concha Avila.
Ella sostuvo en el juicio que se domiciliaba regularmente en ese hotel como parte de la protección integral de la que era beneficiaria por haber sido considerada “víctima de trata” en el año 2013 por el Estado provincial, después que Gendarmería Nacional allanara y clausurara el night club “Candilejas”, en donde junto a otras mujeres ejercía la prostitución. Esa noche, y pese a que existía una restricción de acercamiento, Concha Ávila le permitió a Gustavo Ponce, quien en una época había sido su “cliente” y después su pareja, ingresar a la habitación para pasar la noche juntos. Según ella misma declaró, decidió aceptarlo porque lo vio “arrepentido” y porque además era frecuente que ambos tuvieran fuertes peleas que incluían golpes recíprocos. Ella continuó relatando que “nos quedamos dormidos sobre la cama. Cuando me desperté no lo encontré a mi lado y al ir a buscarlo al baño lo encontré colgado con un pañuelo en el cuello. Intenté reanimarlo pero no pude”.
Esa noche, debido a la sonora discusión que ambos sostenían, personal policial de la Comisaría 1era., debió acudir dos veces al hotel. En la primera y segunda ocasión se llevaron a Ponce del lugar. Finalmente, el hombre volvió una tercera vez y colocó una escalera para acceder a la ventana de la habitación en donde estaba su pareja, y en donde finalmente encontró la muerte.
Estas circunstancias, para Ariznabarreta, constituyen un gesto de ayuda de su representada hacia el occiso: “En la primera intervención policial, Concha Avila refirió no conocer al señor Ponce de modo que la intervención policial estuvo condicionada por esa realidad entre comillas. Dio razones de esto en el juicio, explicando que no quería perjudicarlo a Ponce. Como estaba vigente una prohibición de acercamiento, el hecho de vulnerarla hubiera tenido como consecuencia la pérdida de la libertad condicional de él”, según detalló el letrado en diálogo con Radio Nacional Ushuaia.
Para el defensor oficial no hubo “una indebida actuación policial porque el primer efectivo policial activó un protocolo de presunción de violencia de género y motivó que aparezca una segunda comitiva policial, de la Comisaría de la Mujer. Esa comitiva policial también se topó con la negativa de la señora Concha Avila porque ella admitió que su idea era proteger a Ponce para que no tenga riesgo policial. Esas fueron las dos intervenciones policiales que estuvieron condicionadas por esta situación. He escuchado que habría cierta sospecha de alguna indebida intervención policial, pero a mi modo de ver entiendo que fue condicionada por la realidad pero no fue mala”, remarcó.
Ariznabarreta agregó también que “siempre que una persona mata a alguien es por una razón. A veces es por dolo simplemente, y en otros hay causales como la emoción, la ira, algo… Si esta hubiese sido cualquiera de las variables, no se explica cómo pudiendo haber tenido ella la posibilidad de ‘perjudicarlo’ o ‘sacárselo de encima’ denunciándolo a las dos comitivas policiales, no lo hizo, con lo que se lo hubiesen llevado a Ponce detenido. Pero ella en todo el proceso sostuvo que no quería perjudicarlo”.

HISTORIA DE VIDA

Claudia Concha Avila declaró en una de las jornadas del juicio, dirigiéndose a los jueces, que ella ejerció la prostitución, actividad en la que se hacía conocer como “Lara Montana”. También admitió que la relación que la unía a Gustavo Ponce estuvo siempre signada por la violencia, el alcohol y las drogas.
Precisamente esos aspectos de la vida de su cliente no habrían sido para Ariznabarreta suficientemente considerados por los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal: “Su historia de vida es trágica y su modo de relación fue con hombres complejos y en un marco de violencia circular”.
Finalmente, el defensor oficial sostuvo que según su opinión “la explicación del fiscal no incluyó el móvil, porque siempre que se mata hay un móvil. Seguramente el tribunal hará una mención a ello y será uno de los factores a analizar para ver si el fallo está bien fundado o no”.
Como ya se informara, Claudia Concha Avila, de 45 años de edad, de nacionalidad chilena, fue condenada el viernes pasado a prisión perpetua por el delito de homicidio calificado por el vínculo. La mujer llegó al juicio escoltada por personal de la Penitenciaría provincial, dado que se encuentra privada de su libertad desde hace ocho meses, horas después de haber intentado simular el suicidio de su pareja, en una maniobra hábilmente detectada por la jueza de Instrucción María Cristina Barrionuevo, quien ordenó su inmediata detención.


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