Luchar contra ambientes contaminados: una tarea de todos

Luchar contra ambientes contaminados: una tarea de todos

“Llegó el Doctor”: Entrevistas, recomendaciones y comentarios del Dr. César Berenstein

 

Luchar contra ambientes contaminados: una tarea de todos

La pobreza no es sólo la falta de dinero. Es también la dificultad de acceso a la educación, al cuidado de la salud, la nutrición, el saneamiento, en fin, es una condición que otorga menos oportunidades de lograr una buena calidad de vida. No es casualidad que la polución y las enfermedades que provoca estén concentradas en los países de bajos y moderados ingresos, lo que perpetúa esta desventajosa situación de generación en generación. La pobreza fuerza a los más vulnerables de la sociedad a vivir en lugares que favorecen la aparición de enfermedades, con mayor contaminación del aire, sin agua segura o expuestos a contaminantes del suelo como los agrotóxicos y metales pesados. Son comunidades más vulnerables con escasa voz ante los gobernantes para hacerse escuchar.

La contaminación genera alrededor de 9 millones de muertes al año según informa la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de ellas por causa respiratoria y cardiovascular. En los niños tienen  gran importancia los trastornos gastrointestinales, generando más de medio millón de muertes en los menores de 5 años. De esta enorme carga de enfermedad y muerte más del 90% se produce en los países más empobrecidos. Hoy en día alrededor de 3 mil millones de personas, la mayoría en áreas rurales humildes, se calefaccionan y cocinan con combustibles sólidos (leña o carbón) altamente contaminantes. Las mujeres y los niños en estas regiones son los más expuestos ya que son los que más están en sus hogares en contacto con el humo intradomiciliario.

El costo de la enfermedad relacionada a un ambiente contaminado genera un gasto en cuidados de salud que no podrá ser cubierto por las comunidades empobrecidas. Vale como ejemplo que los niños expuestos a contaminantes neurotóxicos pueden reducir su función cognitiva, la capacidad de concentración con la consiguiente falla y deserción escolar, reduciendo sus chances de acceder a empleos mejor remunerados.

¿Cómo han logrado liberarse de los efectos de la polución los países más desarrollados? Principalmente mediante una legislación bajo la consigna de “quien contamina paga”. Demostraron estos países del llamado primer mundo que el desarrollo económico no está ligado al aumento de la polución. A esta idea hay que sumar otra política: el traslado de industrias y desechos contaminantes hacia países de bajos ingresos donde las leyes ambientales y laborales son menos rígidas y fáciles de transgredir. En este sentido sólo debemos recordar la lucha contra las minas a cielo abierto en Chubut (principalmente de empresas canadienses) o el largo conflicto de Gualeguaychú contra la instalación de las pasteras del Río Uruguay (de Finlandia). Hay miles de ejemplos en todo el mundo.

Frente a estos hechos toma importancia el concepto de “injusticia ambiental” que fue incorporado por Robert Bullard, quien es reconocido como el padre del Movimiento de Justicia Ambiental. La definen como la exposición inequitativa de los pobres, las minorías y poblaciones privadas de derechos a tóxicos químicos, aire y agua contaminados, lugares de trabajo insalubres y otras formas de polución con la consecuente carga desproporcionada de enfermedades relacionadas a la polución.

Muchas naciones reconocen como un derecho humano básico el desarrollarse en un ambiente saludable, en ese sentido la Constitución Nacional nos dice en su artículo 41: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras, y tienen el deber de preservarlo”. Nuestra carta orgánica es clara, son nuestros gobernantes los que deben legislar y cumplir con estos preceptos. Pero somos nosotros los ciudadanos de a pie quienes tenemos que levantar la voz para que las inequidades que son estructurales en nuestro país, sean cada vez más pequeñas y las oportunidades y derechos alcancen a todos.

Los integrantes del grupo “Objetivo 25 x 25” de la Fundación Cardiológica Argentina y la Sociedad Argentina de Cardiología somos cardiólogos de todo el país y nos hemos propuesto trabajar en la concientización sobre los efectos cardiovasculares de la polución del aire. Queremos con ello sumar nuestro grano de arena para poner en agenda la temática de los efectos de la contaminación sobre la salud, un primer paso hacia la generación de intervenciones que modifiquen la situación del medio ambiente ignorado por la comunidad, los profesionales de la salud y hasta por algunas sociedades científicas.

Que la utopía de una Argentina más justa se vuelva alguna vez una realidad. Podemos cambiar nuestro destino.


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