Después de años de combates y meses de un firme asedio que dejó a la parte oriental de Alepo al borde de una crisis humanitaria masiva, las milicias opositoras acordaron con el Ejército una retirada.
Seis meses después, los habitantes de la ciudad que pudieron huir de los combates siguen volviendo a sus casas, pero la situación aún es precaria. Ya no caen bombas o misiles, pero gran parte de la infraestructura de la ciudad, especialmente la red de electricidad y el suministro de agua, no funcionan y deben ser reconstruidos casi totalmente.
El gobierno sirio estimó tras tomar el control de toda la ciudad que alrededor del 60% de los edificios de la mitad oriental de Alepo están destrozados. Pese a esta dramática evaluación, las prioridades de las autoridades siguen siendo militares en medio de una guerra que lleva más de seis años y ya incluyó a las principales potencias del mundo y de Medio Oriente.
Los bombardeos y los combates continúan-, pero no hay dudas que la situación global mejoró para Al Assad en el último año, especialmente gracias por el apoyo militar ruso.
En los últimos meses y apoyado por las fuerzas aéreas rusas, el Ejército sirio fue ganando terreno en varias zonas otrora en manos de la oposición o milicias islamistas radicales.