Miedo a la muerte

Miedo a la muerte

Reflexiones en cuarentena

Reflexiones en cuarentenaLa pandemia puso en primer plano la fragilidad de nuestro cuerpo, en tiempos en los que se impone “no pensar en eso”. Nos sentimos vulnerables. “En la medida en que pasan los meses se incrementa la incertidumbre, que tiende a desestructurarnos, estimulando sentimientos de desamparo e inseguridad.” ((Dres. Diana Kordon, Lucila Edelman y Darío Lagos).

¿Quién no ha tenido, alguna vez, miedo a la muerte? El temor a la muerte propia y la de los seres queridos, es uno de los más arcaicos e inherentes al ser humano. En estos tiempos la pandemia puso en primer plano la fragilidad de nuestro cuerpo, en tiempos en los que se impone “no pensar en eso”.
“Sociólogos, analistas y filósofos coinciden en que la actitud de las sociedades ante “el fin inevitable” ha cambiado según las épocas.” (Psicoanalista Walter Cortazzo). En la sociedad actual, la muerte es un tema tabú. El temor frente a ella, la destina al lugar de la no palabra. Darío Sztajnszrajber, licenciado en filosofía, señala que el problema del hombre moderno es que niega la muerte, no habla de ella, no la piensa. Al negarla, falsea su propia vida, porque se relaciona con las cosas como si fuera infinito. Trabaja excesivamente, acumula bienes y rinde culto al cuerpo joven. Al decir del poeta mexicano Octavio Paz “Una sociedad que niega la muerte, niega también la vida.”
Por otra parte, el citado filósofo, dice que hay que evitar pensar a la muerte en términos absolutos. Es decir, si creemos que la vida solo vale en la medida que nunca se acabe, nos topamos inevitablemente con el sinsentido. Frente a ello propone a la filosofía como un ejercicio para la muerte. Poder preguntarnos por el sentido de la vida, que se desarrolla en la oscilación permanente entre placer y frustración.
Ahora bien, cuando hablamos de muerte tendemos a pensar en la muerte biológica, el fin de la existencia física. Sin embargo, este es solo uno de los modos de concebirla. Sigmund Freud, decía que la muerte no tiene inscripción psíquica. Es decir, la muerte propia no tiene representación en nuestro inconsciente, y por ello siempre que pensamos en la muerte, nos remitimos a otra representación, como por ejemplo, la muerte de alguien cercano. Esto permite explorar en cada sujeto como se formó dicha concepción, así como los sentimientos concomitantes.
Pero también hay otras muertes, que podemos llamar “simbólicas”, y que tienen que ver con situaciones que nos enfrentan con el fin de algo, con cambios, con un antes y un después. Estas situaciones pueden estar relacionadas con sucesos vitales o accidentales. Así, por ejemplo, alguien puede repentinamente sentir miedo a la muerte al atravesar una separación de pareja o terminar la universidad. Entonces en lugar de conectarse con el trabajo psíquico que implica hacer el duelo, esto aparece desplazado, en un temor más abstracto y sin aparente relación con los sucesos que vivimos.
La muerte también enfrenta al sujeto con la idea del límite, algo que muchas veces es negado. Límite que habla del no todo, de la imposibilidad estructural de la completud, que choca con las fantasías de omnipotencia.
Si bien la muerte es siempre una posibilidad, la vida para alguien sería imposible si todo el tiempo estuviera pensando que puede morirse en cualquier momento. El contexto actual de pandemia nos enfrenta de cerca a la fragilidad de nuestros cuerpos, y hay un riesgo concreto, que se presentifica. Nos sentimos vulnerables. “En la medida en que pasan los meses se incrementa la incertidumbre, que tiende a desestructurarnos, estimulando sentimientos de desamparo e inseguridad.” ((Dres. Diana Kordon, Lucila Edelman y Darío Lagos).
Hay un miedo a la muerte, que es propio del ser humano, pero que difiere sustancialmente, de cuando ese sentimiento se transforma en pánico. Pánico que suele ir acompañado de síntomas físicos como sudoración, palpitaciones, nerviosismo, entre otros. Yago Franco, psicoanalista, refiere: “Uno de los temas que se presenta es, en estos momentos, cómo permitir que el sujeto no huya de la angustia -la cual exige ponerle nombre para que pueda tener un lugar tramitable en la psique- y al mismo tiempo que no se hunda en la misma.”
“No es lo mismo tener temor, que estar tomados por el miedo extremo o por el pánico. El temor puede funcionar como una señal de alarma para implementar defensas adecuadas. El miedo exagerado y el pánico, que aparecen especialmente cuando tenemos vivencias de aislamiento, nos conectan con los fantasmas interiores y con peligros externos que los imaginamos terribles, transformando la vulnerabilidad real en indefensión al paralizarnos.”(Dres. Diana Kordon, Lucila Edelman y Darío Lagos). Es decir, que el miedo así como la angustia pueden cumplir una función preventiva y protectora, en la medida que podamos habitarlos sin entrar en desesperación. Nos previene también para que tomemos los recaudos necesarios, como señal frente a un peligro.
“Hablar y escribir sobre la muerte, no mata” (Dario Sztajnszrajber), y sin bien esta frase puede parecer obvia, a veces el temor es tan grande que ni siquiera podemos pensarlo, mucho menos expresar lo que nos pasa. Al tomar esta posición, nos privamos de la oportunidad de tramitar los sentimientos que nos genera la idea de muerte, de elaborarlos, y abrir la posibilidad a un cambio de perspectiva, hacia una vida que no se ahogue en el terror a morir pero que tampoco se viva como si la muerte no fuera parte de ella.


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