Ayer, a los 48 años de edad.
El jueves 24 de junio, falleció en Ushuaia el comunicador Carlos Molina.
“Charly”, como se lo conocía, comenzó su relación con los medios de comunicación en los años 90 como diagramador del semanario Prensa Libre, luego de lo cual continuó en el periodismo gráfico en Tiempo Fueguino y en El Diario del Fin del Mundo. Aunque durante muchos años se dedicó a cubrir la página de policiales en los diarios en papel, era la radio lo que más lo apasionaba, desenvolviéndose en numerosas emisoras ushuaienses como operador, productor y conductor.
Charly trabajó detrás del micrófono hasta hace pocos días atrás, como lo hacía habitualmente junto a su hija Karen, cuando el COVID provocó que debiera ser internado en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Regional Ushuaia.
La obesidad, motivo de lucha diaria por muchos años, terminó jugándole una mala pasada pese a haber completado hace menos de un mes las dos dosis de Sinopharm. Se vacunó a modo de muestra cabal de sus ganas de vivir por “la luz de mis ojos”, como decía cuando hablaba de sus tres hijas.
En su cuenta de Facebook, Charly eligió un cuento para representar el valor de la solidaridad en la sociedad, con el que se identificaba y representaba a sí mismo. Las constantes vicisitudes que deben atravesar quienes ejercen la labor periodística independiente, tan llena de satisfacciones pero también de sinsabores y altibajos económicos, no le eran ajenas.
“Un ratón mirando por un agujero de la pared, vio al granjero y a su esposa abrir un paquete. ¡Quedó aterrorizado al ver que era una trampa para ratones!. Fue corriendo al patio a advertirles a todos. ¡Hay una ratonera en casa! hay una ratonera! La gallina que estaba cacareando y escarbando le dijo: – «Disculpe señor ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, pero a mí no me perjudica en nada». Entonces fue hasta el cordero, quien le respondió lo mismo: – «Disculpe señor ratón, pero no creo poder hacer algo más que pedir por usted en mis oraciones». El ratón se dirigió a la vaca y ella le dijo: – «¿Pero acaso estoy en peligro? Pienso que yo no». El ratón volvió entonces a la casa, preocupado y abatido. Aquella noche se oyó de repente un gran barullo como el de la ratonera atrapando una víctima y la mujer corrió a ver qué había caído en la trampa. En la oscuridad ella no vio que la ratonera había atrapado la cola de una serpiente venenosa. La serpiente velozmente mordió a la mujer, el granjero la llevó inmediatamente al hospital y cuando regresaron a la casa, ella tuvo fiebre alta. El granjero para reconfortarla pensó en prepararle una nutritiva sopa. Agarró un cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina. Como la mujer no mejoró, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Entonces el granjero mató al cordero para alimentarlos. La mujer no mejoró y murió. ¡Y su marido debió vender la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral…!.
Moraleja: La próxima vez que alguien te cuente sus problemas y creas que no te afectan por que no son tuyos y no le prestes atención, piénsalo dos veces…
El que no vive para servir, no sirve para vivir.
El mundo no anda mal por la maldad de los malos sino por la apatía de los buenos, así que cuando alguien necesite de vos, tendele la mano o dale al menos una palabra de aliento…”.
¡Hasta siempre Charly!
Diario Prensa
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