NO a la matanza de guanacos

NO a la matanza de guanacos

AMBIENTALISTAS, PROTECCIONISTAS DE ANIMALES Y GRAN PARTE DE LA COMUNIDAD ESPERA QUE EL EJECUTIVO PROVINCIAL VETE LA LEY IMPULSADA POR EL LEGISLADOR DE LA UCR, PABLO BLANCO, QUE AUTORIZA LA CAZA DEL MANSO ICONO DE LA FAUNA AUTOCTONA FUEGUINA.

A la desacertada experiencia con la aniquilación de castores, zorros, conejos y perros, impulsada en distintos momentos por quienes pretenden encontrar en este tipo de medidas algunas soluciones que deben obtenerse por una vía más compasiva e incruenta, se suman ahora los guanacos. Precisamente su caza intensiva en décadas pasadas los puso en peligro de extinción, situación en la que podrían volver a estar so pretexto de comercializar su carne, por cuyo consumo además – informó el científico del CADIC, Adrián Schiavini, se puede adquirir un parásito que causa trastornos en la salud humana.

Con gran expectativa se espera que en los próximos días la titular del Poder Ejecutivo fueguino, Rosana Bertone, decida vetar la modificación a la Ley 101 aprobada en la Cámara legislativa por iniciativa del legislador radical Pablo Blanco.
El diputado fueguino propuso mediante un proyecto que se autorice la caza del camélido patagónico para su explotación cárnea, tal como se hace en la vecina provincia de Santa Cruz.
La resistida normativa, con el pretexto de controlar una población animal que no tiene respaldo estadístico alguno, desprotege a los mansos mamíferos que pueblan el territorio fueguino y los expone a la caza, tal como ha ocurrido históricamente con otras especies.
Castores masacrados a tiros o a palazos, y conejos y zorros envenenados son algunos de los antecedentes que existen en la negra historia del tratamiento de la fauna en Tierra del Fuego, a los que ahora se sumarían los guanacos.
La idea de Blanco no tiene nada de original: la caza a gran escala del guanaco fue aprobada en Santa Cruz, en donde se planea matar a seis mil animales. La excusa es propender al control de la población de los camélidos, aunque tampoco en esa provincia cuentan con ningún respaldo estadístico. En realidad es un secreto a voces que la medida estaría fuértemente apoyada por el sector productor de ovinos, que comen y por ende compiten, por lo mismo que los guanacos: el pasto.
Con la instalación del concepto “plaga” para avalar la matanza de estos animales que cuando se sienten atacados solo escupen y que se caracterizan por su mansedumbre, se intenta hacer creer a la población que está bien que los sacrifiquen y faenen.
Es la palabra autorizada del presidente ejecutivo de la ONG “Fauna y Aves Argentinas”, Hernán Casañas, quien aporta claridad: “Se parte de un diagnóstico inicial errado; se habla del guanaco como plaga y como el principal problema que enfrentan hoy los pastizales en la Patagonia y esto no es así”. Casañas cuestiona los valores oficiales que determinaron el aumento de la población de estos camélidos, afirmando que “no sólo los cálculos han sido realizados con diferentes metodologías, inclusive algunos de ellos son cuanto menos controversiales, sino que, si los valores fueran aceptables, comparables y ajustados a la actualidad, no demostrarían un incremento en la abundancia de guanacos desde el año 2005”.
Con la necesidad de proteger nuestra fauna silvestre por bandera, que irónicamente aparece en las postales de Tierra del Fuego como souvenir turístico, una gran cantidad de ambientalistas, proteccionistas de animales; científicos como el doctor Adrián Schiavini, del Centro Austral de Investigación Científica; además de población en general contraria a la utilización de métodos reñidos con la vida, se han pronunciado en contra de la caza del guanaco.
Es de destacar que Ushuaia particularmente fue noticia en la prensa nacional en la década del noventa, por llevar adelante una sistemática matanza de perros en improvisadas cámaras de gas, como bárbaro método de control de la población canina.
Y en lo que a animales silvestres se refiere, sobran los ejemplos de especies que han sido llevadas al borde de la extinción, por autorización de su caza.
Habrá que ver si prima, tal como ocurrió en la provincia santacruceña, la ambición comercial y el rédito económico de algunos sectores interesados en explotar un recurso vivo en el que poco y nada deben invertir o, si por el contrario, se prioriza la protección y la defensa de nuestra fauna, que no merece ser solo una estampa en una remera.


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