No me olvides…nunca

Las palabras dicen, no silencian. La palabra significa en política el único sentido.
El sentido político es por qué lo hacemos. Para qué y para quiénes. Con quiénes trabajamos. El sentido político es la razón por la cuál una política cobra vida y se transforma en una fuerza. Y esa fuerza transmuta a una idea que construye transformación. Y entonces el pueblo gana algo que no tenía.
El programa “Llegó el Gas”, tener 180 días de clases y la defensa de la soberanía son acciones con profundo sentido político. También defender un derecho como es el de las Malvinas argentinas y fueguinas. Lograr tener agua o gas natural en la casa, por ejemplo, es alcanzar un derecho que no se tenía.
Pero esto no fue siempre así.
Defender derechos en este país tuvo un costo que aun seguimos pagando como sociedad.
Las sucesivas dictaduras militares que tuvieron un rol hegemónico hasta diciembre de 1983 apuntaron a dos organizaciones sociales cada vez que se apoderaron del poder: partidos políticos y sindicatos.
En ese escenario extremo y absoluto de represión, la resistencia siempre cobró fuerza como única vía de organización y reacción.
Los medios de comunicación estaban, golpe tras golpe, absolutamente intervenidos y no existían (a diferencia de la enorme cantidad de canales de expresión que existen actualmente) ningún tipo de posibilidad para expresarse contra la acción devastadora del poder militar contra el poder político y social.
Esto parece definitivamente lejano para varias generaciones de jóvenes que, a los golpes de Estado los vivieron como fenómenos de la historia contemporánea trágica del país.
Pero las dictaduras fueron mucho más que irrupciones del poder militar en los gobiernos. Construyeron fenómenos políticos y sociales que hasta hoy siguen vigentes en muchos aspectos.
Una de estas construcciones es la figura del llamado “ciudadano común”, representada por mujeres y hombres despolitizados de la vida pública. Una ciudadanía alejada y desentendida de la política, entendida ésta como un anomalía que le costaba la vida a quien se involucraba en lo que hoy conocemos como la esfera política.
Indefectiblemente, el cierre represivo de los canales de participación generaron distintas expresiones para intentar perforar aquellos cercos de brutalidad y represión que se extendieron hasta el mismo diciembre del 83.
Seguramente toda esta compilación debe resultarle extremadamente lejana a las generaciones que directamente nacieron y se criaron en democracia.
Más aún, para jóvenes que hoy gozan de infinitos canales para poder expresarse gracias a las nuevas tecnologías y, sobre todo, la invasión de las redes sociales.
Hay, entre las tantas historias conmovedoras de resistencia y acción política en plena represión, una vinculada con un poema de Arturo Jauretche: “No me olvides”.
Como sabemos, la llamada ¨Revolución Libertadora fue la que derrocó al General Perón en 1955, después de varios intentos fallidos anteriores.
Su primer acto de gobierno de facto fue la prohibición y proscripción del peronismo con el dictado del Decreto-Ley Nº 4161, del 5 de marzo de 1956. No solo se excluyó de la vida política al Movimiento Peronista sino que hasta se impuso la prohibición de su simbología y su expresión ideológica.
Hablar hoy sobre esta construcción autoritaria parece imposible de comprender.
Para nuestros jóvenes la libertad es concebida como un condición natural, un valor asociado a una obviedad democrática porque viven la libertad como un valor desde la vida intrauterina.
Pero esto efectivamente sucedió en aquellos años.
Se prohibió la palabra, el arte, imágenes y símbolos.
Estaba prohibido publicar cualquier cosa (imaginemos esto hoy cuando cada uno tiene en su celular un procesador de texto, cámara y micrófono con grabadora, y las redes sociales hacen posible expresarse mediante múltiples variables hasta un infinito impensable).
Aquel despreciable Decreto-Ley dijo que fue “indispensable la radical supresión de esos instrumentos o de otros análogos, y esas mismas razones imponen también la prohibición de su uso al ámbito de las marcas y denominaciones comerciales”.
Nada podía asociarse al peronismo. Nada.
Estaba expresamente prohibido. Fotos, escudos o banderas, símbolos. Ni las expresiones quedaron en pie.
Se prohibió todo.
No se podía mencionar ni el nombre de Juan Domingo Perón y de sus parientes.
Lo que sigue es textual, aunque pueda parecer inverosímil en la historia de nuestro país
Estaba negado decir “peronismo”, “peronista”, “justicialismo”, “justicialista”, “tercera posición”, la abreviatura “PP”, las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales “Marcha de los Muchachos Peronista” y “Evita Capitana” o fragmentos de las mismas, y los discursos del presidente depuesto o su esposa o fragmentos de los mismos. Todo lo anterior es textual.
En en el artículo 3º de la represión normativa penaron a quienes incumplían con prisión entre treinta días a seis años. A quienes trasgredían dicha norma.
Se iba preso por decir, por ejemplo, ¨peronismo¨ y también sancionaban con “inhabilitación absoluta por doble tiempo del de la condena para desempeñarse como funcionario público o dirigente político o gremial”. Se preveía la clausura definitiva cuando se trataba de empresas comerciales.
En ese contexto, Jauretche escribe el poema “No me olvides” porque como estaba prohibido vivir el peronismo, la resistencia pasaba por no olvidar.
Y el poema se transformó en una de las pocas formas de resistencia y participación posible.
Nunca las dictaduras lograron reprimir todo, a pesar de los inhumanos esfuerzos que hicieron. Ni la muerte, la represión o la desaparición de mas de 30 mil compañeros lograron frenar el sentir de nuestro pueblo.
A mayor represión, mayor creatividad.
Es una formula universal.
Así, el peronismo proscripto y negado como movimiento social y político comenzó a utilizar la flor nomeolvides para visibilizarse. Para encontrarse y reconocerse en la clandestinidad. Para construir identidad pública en medio de su prohibición. Seguramente se hizo para que cada uno pudiera seguir sintiéndose vivo en medio de tanta muerte.
La consigna era no olvidar lo que se había conquistado.
La flor se usaba en el pecho, cerca, muy cerca, del corazón.
La flor nomeolvides cobró sentido por el valor que le asignaron: no olvidar los derechos adquiridos y seguir trabajando para un mejor futuro.
Entonces, si hay algo que podemos hacer juntos es trabajar por lo que simboliza la flor y el poema “No me olvides”. Siempre, día a día, hora tras hora. Porque representa los derechos que logramos y el futuro que vamos a construir unidos, juntos.


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