“Nos empujan a la virtualidad”, afirman con frustración los clientes mayores

Inquietud vecinal: Tercera edad a contrarreloj en los bancos locales.

La reducción de personal en ventanillas y la derivación constante a plataformas digitales dejan a muchos vecinos de más de 50 años sin herramientas para realizar trámites básicos, generando largas esperas y sensación de exclusión.

En Ushuaia, los bancos se vuelven cada vez más digitales, y no todos logran seguir el ritmo. Vecinos de más de 50 años comentaron a Diario Prensa Libre que, con menos cajeros y atención presencial limitada, los trámites básicos se han convertido en un desafío diario.

“Los bancos tienen menos cajeros y entonces hay que esperar cada vez más. Parece que quieren que no vengamos y que nos hagamos esclavos de sus redes electrónicas”, relató un comerciante local de edad, antiguo poblador de la ciudad. Su experiencia refleja la de muchos usuarios que, pese a querer cumplir con sus obligaciones financieras, encuentran barreras tecnológicas difíciles de superar.

Especialistas en inclusión financiera advierten que esta transición acelerada a lo digital genera la exclusión de quienes no tienen fluidez con las herramientas online, y recalcan que mantener canales presenciales eficientes es clave para un sistema verdaderamente inclusivo.

Desde el sector bancario, fuentes reconocen que la digitalización agiliza procesos, pero aseguran que la atención en ventanilla sigue siendo una prioridad. Sin embargo, usuarios como el comerciante consultado aseguran que la diferencia entre la promesa y la realidad es evidente: “No todos nacimos con un celular o una computadora en la mano”, sintetiza.

La situación no se restringe a Tierra del Fuego, claro. En todo el país, asociaciones de consumidores y organizaciones de adultos mayores alertan sobre la creciente brecha tecnológica y la necesidad de políticas que garanticen acceso real para todos, sin importar la edad ni el nivel de manejo digital. Como así también la disposición de “presencia humana”, por sobre bots o terminales digitales.

Mientras la digitalización avanza, muchos adultos mayores y no tanto, siguen enfrentando largas filas y tiempos de espera para realizar operaciones esenciales. La sensación de exclusión crece, y con ella, la voz de quienes reclaman que el sistema financiero no debe dejar atrás a quienes aún dependen del contacto humano para realizar sus trámites.


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