Pablo Funes, el sargento que mató a un teniente de 18 bayonetazos

Pablo Funes, el sargento que mató a un teniente de 18 bayonetazos(3)

Historias del viejo presidio de Ushuaia.

Julio Cesar Lovece


Pablo Funes, el sargento que mató a un teniente de 18 bayonetazos

En la Argentina del 1900, el batallón de artillería de Puerto Belgrano, recientemente inaugurado, se hallaba bajo las rigurosas directivas del teniente coronel Carlos Mallo.
Por cuestiones, que algunos calificaban de carácter personal, supo tener serias diferencias con el sargento 2do. Pablo Funes a quien había degradado por supuestas deficiencias en el servicio, además de aplicarle otras sanciones. El descontento del sargento se manifestó en críticas hacia el superior que lamentablemente llegaron a oídos de éste.
La noche del 10 de mayo del citado año, Funes fue convocado por el teniente coronel a fines de recibir una nueva reprimenda. Pero en esta ocasión la discusión terminó con una dura bofetada del superior sobre el rostro de un descontrolado Funes que tomó su bayoneta del fusil Mauser y le ocasionó 18 heridas. Los oficiales alertados por los gritos ingresaron al despacho encontrando a Mallo herido sobre un charco de sangre. Cuando por fin lo pudo evaluar un médico y revisarle las heridas, el diagnóstico fue totalmente pesimista: algunas habían afectado órganos vitales y nada quedaba por hacer.
Funes fue trasladado a Buenos Aires para ser juzgado. Gran parte de sus conocidos envíaron una nota al ministro de Marina en su defensa manifestando la injusticia con la que había sido tratado, mientras los defensores del muerto reclamaban su condena. En el juicio se expresaron las dos posiciones, oficiando como abogado defensor el Dr. Adolfo J. Orma, quien fuera diputado nacional por Buenos Aires y ex rector del Colegio Nacional de esa ciudad, la misma en donde había realizado sus estudios el acusado. En una primera instancia el Tribunal de Guerra lo absolvió, argumentando abuso de autoridad y la condición de epilepsia de Funes. En contraposición la fiscalía reclamó la pena de muerte. La sentencia fue apelada el 1 de agosto de 1900 y finalmente Funes fue condenado a prisión por “tiempo indeterminado”, castigo que debía cumplir en el tan temible Presidio Militar de la Isla de los Estados. Diez días más tarde el penado fue embarcado en el Transporte “Guardia Nacional” con destino a tan lejano lugar, quizás pensando que se quedaría en esas frías regiones para siempre. Con apenas 23 años “manifiesta deseos de dedicarse al estudio de la botánica, zoología y mineralogía, prestando su concurso a la ciencia en aquellas apartadas regiones tan poco conocidas hasta hoy en día” – se escribió de él en la edición Nro. 99 de la revista Caras & Caretas, el 25 de agosto del año 1900.

Pablo Funes, el sargento que mató a un teniente de 18 bayonetazos
La vida de Funes no había sido fácil, era nativo de la localidad de Bragado, desde muy pequeño quedó huérfano y, pese a disponer de algunos familiares en la provincia de Tucumán, fue apadrinado por un diputado provincial de apellido Miró, quizás quien le contagió el amor por los libros. Leía cuanto libro se le cruzara y se destacó como un buen alumno. En el año 1893 ingresó al Batallón de Infantería de Marina permaneciendo en él hasta 1898, año en que se disolvió el cuerpo. Pasó a revistar, como tantos otros miembros, en la Artillería de Costas, donde hallaría un terrible quiebre en sus aspiraciones militares.
En 1902, ya cumpliendo su castigo, fue testigo de la rebelión y fuga de presos sublevados en ocasión en que se estaba mudando ese presidio desde la Isla de los Estados a Ushuaia y que terminó con varios muertos. El no participó de ningún acto de violencia y se quedó en el presidio auxiliando a los guardias heridos. Esa actitud le permitió ganar el reconocimiento de las autoridades del presidio las que, una vez en Ushuaia le manifestaron su confianza.
Ya en esta pequeña localidad y debido a su buen comportamiento y su preparación, cumplía con la tarea cotidiana de llevar los libros de la institución y trasladar mercadería desde el pueblo hasta el presidio ubicado en Bahía Golondrina, siendo un proveedor habitual el Almacén “El Primer Argentino” que se hallaba en la calle Maipú sobre la costa. Precisamente en una de las fotos que acompañan esta historia lo vemos de capa y birrete al lado de don Luis Fique con un papel en la mano, propietario de ese famoso comercio y en otra conduciendo el carro color gris, con el que realizaba las compras. En sus escasos ratos libres se dedicaba a leer y a la fotografía, con profunda admiración por los paisajes fueguinos.
Se ganó la amistad, no sólo de los jefes del presidio sino además de varias personalidades del pueblo, entre las que se destacaba Ramón Cortés, jefe de policía y luego director de la Cárcel de Reincidentes. Precisamente fue Cortés quien atestiguó, ante el gobierno nacional, sobre su buen comportamiento, recomendando su libertad.

Pablo Funes, el sargento que mató a un teniente de 18 bayonetazos
El 18 de mayo de 1910 el presidente Figueroa Alcorta firmó un decreto acordando indultos en conmemoración del primer Centenario de la Emancipación Nacional. En este documento le conmuta la pena por la de presidio por 11 años, es decir que al año siguiente Pablo Funes quedó en libertad y regresó a Buenos Aires.
El 1º de agosto de 1911, abandonó el Hospital Militar, luego de despojarse del traje de presidiario y vestirse con un elegante traje con chaleco y sombrero bombín. Un grupo de amigos lo esperaban a la salida para recibirlo con un emocionado abrazo, entre los que se destacaban el comandante Anibal Villamayor y el teniente Arturo Orfila, compañeros de presidio y famosos protagonistas de un levantamiento civil y militar de extracción radical suscitado en el año 1905 y que terminó con varios muertos, luego de tomar la ciudad de Bahía Blanca y su destacamento militar.
Luego de secarse las lágrimas el recién liberado expresó: “Estoy resuelto a formar en las filas de los hombres honrados y de trabajo, sin prejuicios para nadie”.
No se supo mucho más de Pablo Funes, su vida a partir de entonces se pierde en un profundo anonimato, algunas versiones afirman que terminó contrayendo matrimonio con una dama de alta sociedad, muy lejos del camino que recorría desde Bahía Golondrina a los escasos comercios de Ushuaia.
Mientras tanto hay quienes afirman que un fantasma deambula por el viejo cuartel de artillería, luciendo un impecable traje militar de principios de siglo, “botonadura al pecho, bandolera y cinto, botas altas y a caballo”.
Aunque quizás esto, como otras crónicas, formen parte de improvisadas leyendas.

Información brindada por: Revista Caras & Caretas Nro. 85 (19/05/1900) Nro. 99 (25/08/1900) Nro. 670 (05/08/1911). Informe de Raúl Ifrán, Punta Alta. Registro Nacional de la República Argentina. Información brindada por María Sánchez Caballero.


Edición:
Diario Prensa
Noticias de: Ushuaia – Tolhuin – Río grande
y toda Tierra del Fuego.

http://www.diarioprensa.com.ar