Puerto Almanza elige su destino

Puerto Almanza elige su destino

Julio Cesar Lovece

 

Se puede decir que Puerto Almanza ha tenido tres nacimientos o fundaciones. Cuando la fiebre del oro se multiplicaba por todas las costas fueguinas y los aserraderos crecían en bahías y ensenadas desde el extremo oeste hacia el este, nació su primer acto fundacional un 28 de febrero de 1899, con la firma del Presidente Julio A. Roca, sobre el decreto que expresaba lo siguiente: (sic)

«Resultando de estos obrados que no hay inconveniente alguno en ratificar el permiso provisorio acordado por el Gobernador de la Tierra del Fuego, para habilitar en el lote N° 253 del plano oficial confeccionado por el Agrimensor Sr. Diaz, un puerto destinado para el embarco de productos de ese Territorio,

El Presidente de la República

DECRETA:

Habilítase en el mencionado puerto del Territorio Nacional citado, un puerto que se denominará, Puerto Almanza y por el que puedan verificarse las operaciones de embarcos de frutos que exige el Territorio.

La Gobernación de Tierra del Fuego atenderá las operaciones que por ese Puerto se verifiquen, exigiendo el afianzamiento de los derechos fiscales, cuando se trate de embarco de maderas que procedan de la explotación de los bosques ó de otros productos sujetos a impuestos, hasta que se compruebe su abono en las Aduanas del puerto de destino…»

Dos fechas más debemos recordar como nacimiento de este pequeño poblado, el 15 de abril de 1966 con la apertura de un puesto de vigilancia de la «Prefectura Nacional Marítima» y el 28 de octubre de 1987 con la promulgación de la ley 308 que crea el «Asentamiento Urbano Almanza» y que declara «de Interés Territorial el fomento, asentamiento y desarrollo de las actividades de Pesca, Turismo y Comercio…» entre otras cuestiones.

Hoy sus pobladores recuerdan y ratifican su original objetivo pesquero y turístico, en respuesta al proyecto de ampliación del ejido urbano de Ushuaia que amenaza con deglutir esta pequeña localidad. No hay nada más grato y prometedor que un pueblo sabiendo qué quiere hacer de su pueblo. Eso es identificación con el lugar, eso es pasión por el lugar, compromiso y, sobre todo, una enorme promesa. Es que los habitantes del pueblo más austral de la Argentina, no solamente han dado la cara, han dejado en claro en qué lugar quieren vivir.

Almanza está creciendo lentamente pero con su propia identidad, habitado por gente que está ahí por convicción y saben mejor que nadie, que no es fácil vivir en esa zona. Para aquellos que los califican de «intrusos», si afincarse en un lugar, pelear por un futuro, sudar por el sustento y echar raíces en un suelo bravo, es ser intruso, hay que avisarles a los descalificadores, que la gran mayoría de los inmigrantes y fueguinos, lo somos. Paradójicamente quienes critican, por otro lado hacen silencio ante los imparables negocios inmobiliarios que enriquecen a unos pocos y prometen, en muchos casos, la casita del fin de semana sólo para los que pueden. ¿Es que Almanza y sus alrededores debe transformarse en la supuesta salida al problema habitacional de los que vivimos en Ushuaia?

Sólo que los actuales habitantes de Almanza y sus alrededores no fueron solamente a asentar una casita, también fueron por otros sueños, a quedarse, a construir un pedazo de quinta para pelearle a la tierra fría algunas hortalizas, fueron a navegar el mar en pequeñas embarcaciones para cosechar los frutos nada simple de extraer, fueron a un desafío cotidiano, sin casi nada de lo que ya tenemos en Ushuaia. Por si fuera poco le están dando un perfil singular al lugar, una cultura propia, orientada a la pesca y al turismo y, poco a poco, están transformando a ese lugar en un producto turístico auténtico, atractivo y con un enorme desafío.

¿Quieren ayudar a Almanza?, ayuden a sus habitantes y no es alentando enormes improvisaciones que ayudarán a los lugareños. ¿Acaso pretenden instalar en Almanza el mismo foco de especulación y descontrol con el que tiene que lidiar Ushuaia o Tolhuin?

La solución a los supuestos problemas de espacio que tiene Ushuaia, se encuentran en los alrededores de Ushuaia, no en los de Almanza. No le falten el respeto a nuestra inteligencia. Es quizás ese argumento la exposición del lado más oscuro de ese proyecto.

Nadie mejor que los que viven y trabajan allí, para saber lo que le hace falta a Almanza y con su rechazo a este controvertido proyecto, están dejando en claro que no quieren descontrol, contaminación, especulación y pérdida de identidad.

Necesitamos una enorme visión de futuro de nuestros gobernantes, una mayor dialéctica que oriente y respete el presente de ese lugar y considere especialmente, la opinión de quienes viven en él, desafiando sus dificultades cotidianamente.

Puerto Almanza no nació por obra del azar, nació por una necesidad y con objetivos muy claros y transparentes. No enturbiemos su futuro.


Edición:
Diario Prensa
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