¿Qué es la salud mental?

 

¿Qué es la salud mental?

Es muy difícil encontrar una definición única sobre este tema. Al haber tantas corrientes teóricas dentro del ámbito de la psicología y la psiquiatría y teniendo en cuenta que cada época y cultura determinan qué se considera sano o enfermo, resulta muy complejo lograr una definición unívoca sobre el asunto. Sin embargo, podemos tener una idea aproximada sobre “por dónde va” aquello que podría ser sano para la mente, para que cada quien pueda armar un concepto propio que se ajuste a sus propios valores, ideas y necesidades. También hay que tener en cuenta que el bienestar no sólo depende de las acciones individuales. Gran parte de lo que se considera felicidad, bienestar y salud dependen del contexto socio-político que determina, limita o posibilita el crecimiento personal, pero en este artículo sólo nos concentraremos en aquellos aspectos que cada persona podría hacer por sí misma.
Antes que nada, hay que comprender algo que desde hace siglos lo venimos entendiendo mal en el mundo occidental. Lo mental no está separado de lo orgánico ni de lo espiritual, social y ambiental. Para tener salud mental es necesario también cuidar el cuerpo y los valores de tipo espirituales, como asimismo los vínculos sociales y el entorno. Por ejemplo: si no cuidamos el cuerpo adecuadamente, tarde o temprano éste terminará por enfermarse y la mente sufrirá cuando estemos pasando por un dolor o malestar físico. Si mantenemos pensamientos negativos la mayor parte del tiempo, el cuerpo comenzará a debilitarse y el sistema inmunológico no responderá adecuadamente ante potenciales enfermedades. Si no es posible establecer relaciones interpersonales de calidad, de confianza y amor, la mente y el cuerpo sufrirán por la mala calidad de los vínculos. Si sólo pensamos en lo material, pero descuidamos el desarrollo de una vida espiritual (a través o no de una religión) la vida perderá sentido, ya que lo más importante estará girando alrededor de algo tan efímero como el dinero o los bienes materiales, en un mundo tan consumista y cambiante como el que tenemos hoy. Si vivimos en un ambiente sucio y descuidado, esto terminará por impactar en nuestra autoestima al considerar que no somos valiosos. Cuidar el medio ambiente, cuidar de las amistades y la familia, cuidar el cuerpo y la vida espiritual, es cuidar también de nuestra mente.
Por lo tanto, hablar de salud mental es hablar de salud en un sentido muy amplio. Cuidar de nuestra salud es un acto que se realiza cada día, en cada elección que hacemos a diario: lo que comemos, lo que pensamos, las personas que elegimos para compartir, el trabajo que tenemos, la actitud con la que enfrentamos los problemas, lo que elegimos mirar en la televisión, lo que escuchamos. Todo aquello que no nos “alimente” bien, con el correr del tiempo nos puede enfermar, se trate de comida, de estímulos mentales o de vínculos sociales y ambientales.
El modo en que es posible mejorar la calidad de vida es en gran medida, un acto de compromiso con nosotros/as mismos/as. Hemos aprendido a pensar que la salud es ausencia de enfermedad, por lo que cuando aparecen las dolencias, la responsabilidad de la cura depende de las manos expertas de los profesionales de la salud. Pero esto no es tan simple. El bienestar propio depende de lo que hagamos bien a diario, de tal manera de lograr un equilibrio en nuestras vidas a lo largo del tiempo. Cuando hemos perdido el rumbo y comienzan a aparecer las consecuencias, es cuando vamos al especialista, ya sea médico o psicólogo y explicamos sorprendidos que estamos sufriendo, pero… ¿qué hicimos o dejamos de hacer para llegar a ese punto? No habría que esperar a enfermar para darnos cuenta que algo estamos haciendo mal.
Por lo tanto, ¿Qué afecta negativamente a la salud mental?
– Inseguridad en uno mismo.
– Insatisfacción por la vida. Falta o ausencia de sentido o dirección.
– Experimentar cotidianamente emociones de miedo, tristeza, enojo, autodesvalorización, dependencia emocional.
– Baja tolerancia a la frustración.
– Pensamientos recurrentes negativos y de peligrosidad.
– Adicciones propias y/o de personas cercanas (alcohol, drogas, juegos, internet, psicofármacos)
– Stress crónico.
– Falta de aceptación por los cambios de la vida.
– No tomar decisiones, postergando la definición de algo. O el otro extremo, tomar decisiones apresuradas y sin suficiente reflexión.
– Negarse a asumir errores o defectos ya sean propios y/o de personas cercanas. Negarse a reconocer lo que no anda bien.
– Negarse a buscar y pedir ayuda.
– Excesivo apego a lo material y poco interés por lo espiritual.
– Falta de arraigo o amor por el lugar donde se vive.
– Aislamiento social.
– Vínculos conflictivos, agresivos, inestables e insatisfactorios.
– Diversas formas de violencia en el entorno.
– Deudas económicas recurrentes.
– Inadecuada alimentación.
– Sedentarismo.
– Desconexión con la naturaleza.

No hay una fórmula única ni mágica para tener salud en sentido amplio, ni salud mental en un sentido específico. Pero lo que sí es seguro, que ni el bienestar, ni la salud ni la felicidad son lugares a los que hay que arribar “algún día”, luego de haber conseguido objetivos, logros, bienes. El bienestar, la salud, la felicidad, son caminos que se recorren día a día y tienen que ver con la gestión que hacemos a diario de los desafíos de la vida y con el amor y cuidado hacia y para nosotros/as mismos/as y hacia el entorno, tanto social como ambiental.
Cuando quedamos trabados y atrapados en situaciones, relaciones y problemas que nos hacen mal, sin tomar decisiones y sin hacer el esfuerzo que fuera necesario para poder salir del pozo, cuando descuidamos sistemáticamente aquello que nos hará bien y elegimos lo que hace daño, es cuando comenzamos a enfermar y a sentirnos infelices. La mente sufre, el cuerpo se enferma, las relaciones se complican. Poder pasar a otra cosa, a lo que nos saque de la inercia, de la inacción o indefinición es, de por sí, saludable. Tomar decisiones siempre tiene un costo, pero no tomarlas también.
Teniendo en cuenta estos puntos, que no son más que orientativos, cada quien puede buscar el mejor camino para mejorar su propia calidad de vida y lograr así que la experiencia de transitar por esta vida sea grata y positiva, tanto para uno/a mismo/a como para el entorno.
¡Hasta pronto!


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