Reflexiones en cuarentena

Reflexiones en cuarentena

Reflexiones en cuarentenaLos ojos que descubre el tapabocas.

Pensaba en lo sensual y expresiva que se convirtió la mirada, ahora que una tela cubre nuestros labios. Aquello que naturalmente fluía por nuestra boca, ahora emerge con un nuevo lenguaje, un poco más sutil, pero con una fuerza increíble.
Hay miradas que desvelan, que roban sonrisas, que dan miedo; hay miradas que angustian y que cuentan historias.
Siempre me gustó observar a las personas, sobre todo a las desconocidas; imaginar los mundos que se erigen y se tejen en sus cuerpos y como eso contrasta con sus dichos. Hay un lenguaje que hablamos con el cuerpo, con los ojos, con nuestros movimientos y que puede o no ir de la mano con lo que sale de nuestros labios. Es un lenguaje más sincero también porque ¿cómo se miente con la mirada?. Hay una agudización de esta lectura que descubrió la cuarentena y sus objetos. Y una invitación, ¿por qué no? a mirarnos y leernos de otras formas.

¿Quedate en casa?

Esta cuarentena rememoré muchas situaciones y sensaciones de mi infancia. Recuerdos de la casa de mi niñez, las rutinas, el sol entrando por la ventana, los sabores de las comidas. Y es que gran parte del mundo de la infancia transcurre en la endogamia del hogar, con nuestros otros primordiales. Y esta cuarentena tiene mucho de eso.
¡Quedate en casa! dice el slogan que nos invita a no salir. Y pensaba que una de las razones por las que tanto nos cuesta quedarnos es porque detrás de un quedarse en casa, hay también un volver a casa. Y eso genera sentimientos ambivalentes. Pensaba en lo que cuesta que algunos adolescentes salgan de casa y lo difícil que es para un amigo que se separó volver, así sea transitoriamente, a la casa de sus padres. Es que nuestra casa engloba un montón de cosas. Pone en jaque nuestra dependencia o independencia, nuestras primeras formas de vincularnos, nuestras idealizaciones y como dice el saber popular “cada casa es un mundo”. Y cada volver a casa también lo es. Así como es cierto que hay lugares amorosos y contenedores a los que volver, hay otros a los que definitivamente no.
Ahora como adultos, desde el lugar que a cada uno le toque, tenemos la posibilidad de construir nuestro hogar, ese que elegimos porque habla de quiénes somos y qué cosas queremos; y también de volver, pero no para repetir, sino tal vez para tomar algunas cosas, pero sobre todo, para transformar y crear, nuestro lugar en el mundo.

Nuevas estrategias de cuarentena

Estos últimos días estuve pensando que luego de más de 60 días de cuarentena, y un probablemente largo periodo por delante hasta que varias cosas vuelvan a la “normalidad”, hay que necesariamente repensar nuevas formas de hacer, nuevas rutinas, porque lo que podía resultar “exitoso” para tres o cuatro semanas de aislamiento, puede no serlo para meses… Y esto aplica a varios aspectos: a lo económico, al teletrabajo, al cuidado de los niños, a la simultaneidad de tareas y obligaciones diarias; por eso creo necesario reflexionar sobre nuevas formas que nos permitan transitar con más comodidad el periodo venidero.
Iniciamos en marzo con cierta sensación de alivio y aire vacacional, como si esto fuera un ¡stop!, para descansar, para salir de las extenuantes rutinas y dedicar tiempo a nosotros y a la familia. Luego nos encontramos encerrados. Nos dimos cuenta de todo lo que extrañábamos hacer “lo de siempre” y comenzó el duelo por descubrir nuestra cotidianidad entre unas pocas paredes. En un tercer momento sobrevino la “oda a la tecnología”; todas nuestras actividades empezaron a adaptarse a la modalidad virtual, colegio, trabajo, reuniones, amistades, cumpleaños, y hasta pensamos que esto de no salir y hacer todo en pijamas era genial…. pero pronto comenzamos a sentir el agobio por la superposición de tiempos y espacios; aparecimos haciendo magia para poder tener una reunión laboral mientras jugábamos a los autitos, cocinábamos, teníamos terapia online, asistíamos a un seminario e intentábamos “respirar” entre todo ese enjambre. Hoy, con muchas cuarentenas encima y más dudas que certezas sobre como continuarán los próximos meses, se impone repensar como queremos y podemos atravesar el próximo tiempo lo más saludablemente posible, con la menor cantidad de consecuencias negativas a nivel subjetivo. En este sentido, buscar estrategias, apelar a la creatividad para que lo que por momentos parece un imposible, tenga un cauce y empiece a fluir.

El lado B de la cuarentena.

Conozco algunas personas, entre las que me incluyo, para quienes el aislamiento fue una oportunidad para conectarse con su creatividad. Parece ser que el retraimiento libidinal, nos puede dejar algo más que pesadillas y angustia.
El otro día un pintor que me gusta seguir, dijo: “El arte nos va a salvar”; y su frase se convirtió en un eco de mis pensamientos fugitivos.
Así, el arte aparece sublimando algo de lo disruptivo que nos circunda y por momento nos inunda, para hacer de contrapunto al pesimismo social y mediático con el que interactúanos a diario.

Adaptación.

Anoche tuve una pesadilla. Soñé que la gente ya no salía de sus casas, no por prohibición sino porque no quería. Que los chicos ya no jugaban en parques, sino que preferían encontrarse en zoom. Soñé que ya no había que trasladarse hacia el trabajo porque ahora todos se conectaban desde casa; y extrañé la hermosa sensación delcxxcxx aire fresco rosando mis mejillas de un día cualquiera por la mañana.
Cuando desperté me acorde de una historia de un perro que conocí, que de tanto estar atado a una correa, cuando por fin se la sacaron, iba y volvía una y otra vez a su cucha, pero ahora llevando la cadena en su boca.

Problematizando el aislamiento.

Si algo impuso esta pandemia y el consecuente aislamiento físico es una exponencial digitalización de la vida. Reuniones virtuales, clases por internet, teletrabajo, sexting, compras online… y si bien esta “justificado” por la necesidad de mantener los vínculos y el contacto con el exterior en este periodo, sin duda imprime un antes y un después en lo que serán nuestras nuevas rutinas cuando “la tormenta” haya pasado.
Para que juntarnos en una reunión de trabajo, asistir a una conferencia en otra ciudad, si podemos ingresar con un click desde la comodidad (?) de nuestros hogares? Y qué consecuencias va a traer esto en nuestra subjetividad, en nuestras formas de relacionarnos, en nuestros cuerpos? Cada época tiene sus características y también sus modos privilegiados de habitar el sufrimiento. Y quiénes serán los nuevos marginales? Quiénes no podrán entrar y quiénes van a ser expulsados?
Pensar(nos), intentar poner en palabras lo que aún no tiene nombre, para problematizar nuestra realidad, para dejar de naturalizar nuestra experiencia y abrir una pequeña ventana, que quizá se transforme en un espacio de circulación de aire, o en un frondoso parque.

Pandemias Simultáneas.

¿Cuál es la pandemia hoy? La violencia de género, la desocupación, el hambre, los suicidios, los abusos, la soledad, etc., muchos etc., y el covid 19.
Pensaba en como cuando hacemos foco y ponemos un tema en el orden del día como sociedad, eso genera cambios… hábitos nuevos, prioridades, leyes, consensos. Y también pensaba en que cuando algo cae fuera de ese foco, no por ello deja de ser pandémico.
Prendemos la TV y las noticias se organizan entre aquellas relativas a la pandemia y la sección de “todas las otras”; todo lo que no es la pandemia por coronavirus. Como si pudieran agruparse, como si fueran secundarias, como si no generaran consecuencias mortíferas.
A mi entender, esto devela al menos dos cuestiones importantes. Por un lado, la selectividad con que determinada temática es impuesta, y por otro el poder que tenemos como sociedad, de organizarnos, de operar de forma vincular, de crear nuestros propios recursos y encontrar soluciones creativas.
Quizá, atravesar por esta crisis, nos ayude a pensarnos como comunidad y como agentes capaces de torcer curvas, crear reactivos y vaya uno a imaginar cuantas cosas más….


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