“Renacer”: de ícono de la lucha obrera a local partidario de FORJA

LE COSTO AL ESTADO NACIONAL Y PROVINCIAL MILLONES DE DOLARES PERO CUALQUIER ESFUERZO PARECIA RAZONABLE PARA PRESERVAR LAS FUENTES LABORALES. LA FABRICA “RECUPERADA” FUE EXPROPIADA A SUS ANTIGUOS DUEÑOS PARA QUE SUS OBREROS LA SACARAN ADELANTE COMO COOPERATIVA DE TRABAJO. TODA LA COMUNIDAD CELEBRO ESE ACOMPAÑAMIENTO Y HOY VE CON PESAR QUE SUS INSTALACIONES SE USAN COMO SEDE PARTIDARIA, CON EL AVAL DE LA PRESIDENTA DE LA COOPERATIVA, MONICA ACOSTA, QUE ANHELA CONVERTIRSE EN LEGISLADORA JUNTO A GUSTAVO MELELLA.

En estos días los vecinos de Ushuaia ven con disgusto que la ex planta fabril Aurora – Grundig, destinataria de todo tipo de subsidios y beneficios impositivos sea sede partidaria. La historia recuerda que el ex senador Carlos Manfredotti del PJ cerró allí su campaña a gobernador en 1999, en el mismo lugar que hoy es escenario del lanzamiento político de la esposa de su sobrino Leandro, la candidata a concejal Daiana Freiberger de Manfredotti del Partido Solidario por FORJA.

Nadie hubiera imaginado la suerte que correrían las enormes instalaciones fabriles emplazadas en pleno corazón del parque industrial de la capital fueguina en 1983, cuando comenzó a operar Bencer – Aurora Grundig en el Territorio Nacional de Tierra del Fuego, fabricando televisores, lavarropas, y videocasseteras que se vendían como pan caliente en el local céntrico que la empresa tenía en San Martín casi Antártida Argentina (en donde hoy hay una heladería). Bajo el slogan “caro pero el mejor”, los productos Aurora Grundig estaban pensados y fabricados para durar años y años. Esa época dorada se transformó en oscura cuando por las políticas nacionales que les abrieron las puertas a artículos baratos de todos los lugares del mundo (cualquier parecido con la realidad actual no es casualidad), la fábrica empezó a sucumbir hasta que 13 años después de su inauguración, presentó quiebra. De un millar y medio de empleados había descendido la planta a la mitad, luego a la cuarta parte y hoy no hay noticias precisas de cuántas personas se ganan el pan gracias al producido en esa fábrica.
En el medio, durante el gobierno de José Arturo Estabillo, el primer mandatario que tuvo la provincia, se expropiaron galpones y maquinarias a sus dueños, los que pasaron a pertenecer a la Cooperativa de Trabajo Renacer. Esto ocurrió en el marco de un fuerte sentimiento de culpa del mandatario del Movimiento Popular Fueguino, en cuyo primer mandato se produjo el primer muerto en un conflicto sindical. En 1995 la Justicia dio la orden de desalojar la planta tomada de Continental Fueguina (actualmente de NewSan y ubicada en Perito Moreno, a pocos metros del puente del arroyo Grande) sobreviniendo lo que se recuerda como “la Semana Santa Negra de 1995”, en donde el obrero de la construcción Victor Choque murió de un balazo en la cabeza en momentos en que observaba una refriega entre metalúrgicos y la Policía, a dos cuadras de distancia de donde se producía el conflicto, frente a la Jefatura, en Deloqui y Lasserre.
La planta Renacer es parte de esa historia de claroscuros de Tierra del Fuego, pero siempre fue vista con empatía por la sociedad fueguina, la que reconoció en múltiples ocasiones el espíritu de lucha de los obreros metalúrgicos que intentaron reinventarse y salir adelante pese a la adversidad imperante.
Pero esa mirada cambió desde que las paredes de Renacer dejaron de ser lugar de trabajo para aparecer en infinidad de fotografías, en las redes sociales, como escenario de reuniones políticas de FORJA. Aunque da igual que se trate del partido que fuere: el lugar es implícitamente propiedad de todos los fueguinos en particular y de los argentinos, en general, porque para su subsistencia el Estado territorial en su momento, el provincial después y el nacional, invirtieron millones y millones de dólares. Cada argentino hizo una contribución para que los metalúrgicos de Renacer no se quedaran en la calle. Lástima que la presidenta de Renacer, Mónica Acosta, candidata a legisladora por FORJA, le haya cambiado el destino al característico edificio de chapas, con el visto bueno de algunos de los cooperativistas y el desagrado de otros.
Las palabras de Mónica Acosta, cada vez que se organiza un encuentro partidario de la agrupación mediante la cual piensa ocupar una banca en la Legislatura, suenan mal: “Bienvenidos a nuestra casa”, se la escucha decir, una y otra vez, pretendiendo una propiedad que no le corresponde, corriendo de un codazo imaginario a una comunidad que propició que hoy esté en donde está.


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