Rodrigo Flores: “Me paré con los dos pies sobre el pedal… pero el auto no frenó”

Rodrigo Flores: “Me paré con los dos pies sobre el pedal… pero el auto no frenó”

El conductor imputado rompió en llanto al recordar el momento en que se enteró de la muerte de sus dos amigos. Dijo que consideró matarse, pero que cambió de idea al pensar en sus hijas.

A casi 11 meses de estar detenido, imputado por Homicidio Culposo Agravado, el joven de 29 años de edad que el 5 de septiembre del año pasado chocó contra un poste en avenida Maipú y provocó la muerte de los dos amigos que lo acompañaban en el rodado, accedió a hablar ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal.

Rodrigo Flores: “Me paré con los dos pies sobre el pedal… pero el auto no frenó”

“Mi nombre es Rodrigo Flores Talquenca y mi apodo es Doctor, soy soltero, nací en Ushuaia y tengo 29 años ” – comenzó diciendo ayer ante el Tribunal de Juicio en lo Oral y lo Criminal el único imputado en el juicio que comenzó poco después de las 9 de la mañana, en el edificio tribunalicio del barrio Monte Gallinero.
Muy prolijo, con ropa obscura, lentes y pelo corto, “Doc” refirió que hasta el fatídico 5 de septiembre del año pasado, cuando murieron los dos amigos que lo acompañaban en el vehículo que él mismo estrelló contra una columna en avenida Maipú, se desempeñaba en la empresa Express Cargas y haciendo tareas de barbero. El joven acusado agregó que cuenta con estudios secundarios completos y además cursó la tecnicatura universitaria de Administración de Cooperativas y Emprendimientos, en Chubut.
En cuanto a su conformación familiar, Rodrigo Flores Talquenca dijo que sus padres fallecieron, al igual que dos de sus cuatro hijos. Actualmente tiene una nena de 8 años y otra de 8 meses, nacida ésta última durante casi el año que lleva preso. No obstante no es la única vez que está en un calabozo por un período prolongado, también pasó cuatro años privado de la libertad luego de ser condenado por el Tribunal de Juicio Federal por delitos vinculados a la producción de cannavis sativa.
Aunque Flores Talquenca tenía el derecho de negarse a prestar declaración ante los jueces, dado que ya lo había hecho en la etapa de instrucción de la causa al ser dado de alta, pidió que lo escucharan “porque quiero que todo quede claro y que no haya dudas de nada”, remarcó.
Sobre cómo fueron las horas previas de aquel sábado 5 de septiembre, cuando al volante de un automóvil Peugeot 307 de color negro, chapa patente EXM-92, condujo a la muerte a sus amigos Iara Talía Babi y Rodrigo Sebastián Bárzola Paredes, ambos de 26 años de edad, el imputado relató con voz queda: “La noche del 4 de septiembre me junté con una amiga para tomar algo en una casa del barrio Río Pipo, al lado de La Anónima. Tomamos cerveza y Gancia y decidimos ir a buscar a eso de las 2 o 3 de la mañana a Iara Babi a su casa de la calle 12 de Octubre. Dimos unas vueltas mientras tomábamos y consumíamos marihuana. Entonces fuimos a la casa de un policía, en donde había varias personas. A eso de las 6 de la mañana le pregunté a Iara si quería que nos fuéramos. En eso me llamó Sebastián (Paredes) para pedirme que lo fuera a buscar a la rontonda de La Bombonerita, que él estaba ahí con su auto pero que no se sentía muy bien. Fuimos con Iara a buscarlo. Como mi auto era de tres puertas Iara se bajó para que Sebastián se sentara atrás y ella siguió adelante. Dimos otras vueltas y unos diez minutos más tarde, ya en Maipú, mientras seguíamos escuchando música y bebiendo algunas latas más de cerveza creo que perdí la noción de la velocidad y el control del vehículo. Crucé uno o dos semáforos en rojo y pasando el cementerio el auto se descontroló de una…”.
Allí Flores Talquenca introduce un comentario como si lo hubiera preparado de memoria: “Tenía el auto en regla, con papeles, seguro y mi carnet profesional para conducir. Todo en regla”.
Entonces intenta recurrir a modo de justificación “al hielo y las ruedas con clavos que no respondieron”, aunque el pavimento no estaba escarchado, a las 7.15 de la mañana del 5 de septiembre. El imputado continuó describiendo cómo fueron los instantes previos al desenlace fatal: “Cuando el auto se descontroló clavé los frenos y tiré rebajes para frenar pero no frenaba… me paré con los dos pies sobre el freno. Hice todo lo que estuvo a mi alcance. Y se me iba el auto, se me iba, se me iba… y no lo pude controlar porque yo venía cerrado en la curva y el poste estaba a 30 cms del cordón de la vereda… La colisión fue directa. No hubo margen para nada”.
Uno de los jueces le preguntó entonces si recordaba que hubieran habido otros autos circulando a esa hora por Maipú, dando el incautado una respuesta que permitió pensar en que el desastre aún pudo ser mayor: “Sí, pero no recuerdo por que lado los pasé…”.
– Juez: ¿Usted miró el velocímetro?
– Flores Talquenca: No lo miré pero sí sé que iba a una velocidad excedida. A 90, 100, 120 iría fácil. Pero sí iba rápido. Aunque no a 157 como dicen…
A continuación el muchacho se enredó en autojustificaciones: “No sé si fue porque íbamos escuchando música, riéndonos y bebiendo, si la misma frenada hizo que el vehículo derrapara y fuera más rápido…porque había escarcha sobre el pavimento… o por las ruedas con clavos que sobre el asfalto resbalan más… no sé”.
– Juez: ¿Usted suele ir rápido? ¿Sabe manejar rápido?
– Flores: No.
Sus antecedentes dicen lo contrario. Todavía está en el playón de secuestros el vehículo destruído que él manejaba por la calle 12 de Octubre, en el año 2011 cuando también chocó con una columna y con un automóvil Hyundai Accents. El sostuvo que ese incidente vial se produjo cuando iba al hospital, afectado porque le habían comunicado que su madre había fallecido.
– Juez: ¿A qué edad empezó a manejar?
– Flores: Desde los 13 años. Trabajaba en la editorial Antártida que vendía libros y que tenía un local en Carrefour. Ahí me daban una Kangoo. Como no tenía a mi madre y tenía que solventar mis gastos y pagar mi alquiler, como el dueño del local confiaba en mí, me daba el vehículo para entregar los libros.
Allí se produce un desfasaje cronológico. Antes había referido al Tribunal que su mamá murió en 2011, hace 10 años atrás, cuando él tenía 19 años para después sostener que a sus 13 años, o sea en el 2004, ya no tenía a su madre.
En cuanto al momento en que el vehículo choca violentamente contra el poste de luz, Flores Talquenca lo describe así: “Al producirse el impacto solo ví una luz blanca. No ví, ni escuché ni sentí nada…. Dijeron que intenté fugarme pero estaba en shock…”.
Con la voz quebrada por el llanto, Rodrigo Flores Talquenca recordó el momento en que se enteró que sus amigos habían muerto: “Cuando desperté tres días después en terapia intensiva del HRU, pregunté por mis amigos y me dijeron que ellos se habían ido… Cuando después me pasaron a sala común de adultos vino mi hermana y me dijo que habían fallecido. Los dos. Entonces pensé en matarme. Pero entonces pensé en mis hijas”.


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