Sexo virtual en tiempos de coronavirus

Sexo virtual en tiempos de coronavirus

Desde hace unas semanas se empezó a hablar más que nunca de sexo virtual. Esto sucedió luego de que el Ministerio de Salud de la Nación, encarnado en la voz del Dr. José Barietta, realizara una serie de recomendaciones en lo que a sexualidad se refiere, en tiempos de coronavirus.
Reflexiones en cuarentenaEl médico infectólogo, aconsejó la utilización de videollamadas, el sexo virtual y el sexting, más una serie de indicaciones sobre higiene y protección. Esto desencadenó reacciones de las más diversas, que van desde memes hasta críticas de especialistas, que se dividen a favor o en contra de estas prácticas.
Cuando hablamos de sexo virtual nos remitimos a una serie de prácticas, que incluyen sexo sin contacto físico, mediante la utilización de dispositivos comunicacionales; pudiendo incluir cibersexo (sexo por internet), sexo telefónico, entre otros. Por su parte, sexting, es un neologismo formado por las palabras “sex” (sexo) y “texting” (envío de mensajes de texto), que incluye el envío de contenido íntimo, a través de teléfonos móviles, tablets o computadoras.
Una de las primeras razones, que hizo de estos consejos algo llamativo, tiene que ver con que son justamente cuestiones reservadas a la intimidad (y libertad) de cada sujeto. Silvia Ons, psicoanalista, dice: “El sexo es quizás uno de los reductos más privados del sujeto, su espacio más íntimo, no pasible de ser sometido a una regla general. Cuando Freud planteó que la pulsión es ineducable, rebelde, indómita quiso también decir que nuestras fijaciones, nuestros gustos, nuestras preferencias no están prescriptas y hacen a nuestra singularidad.”
Ahora bien, dentro de los que están “en contra” del sexo virtual, prima una posición que opone sexo real a sexo virtual, como si este último no lo fuera; cuando en realidad, a mi entender, son modos distintos de expresión y desde este punto, no tenemos por qué hacerlos “competir”. Hay algo del encuentro entre los cuerpos que es claramente irremplazable, pero no me parece que lo virtual, venga en ese punto a suplantarlo, sino más bien, a instalar una suerte de juego, entre al menos dos.
En este sentido, Ricardo A. Rubinstein, psicólogo y médico psiquiatra, señala: “Para muchos otros el espacio virtual es como un remedo de lo que llamamos “espacio transicional”. Es un área de juego, diversión, condición que facilita una mayor expresividad, en particular de sentimientos, tendencias usualmente reprimidas. La pantalla opera como una pantalla de proyecciones sobre la que pueden ser derivados aspectos disociados o escindidos del yo. Se instala un “como si” en el que, de modo paradojal, pueden manifestarse las mayores intimidades en el espacio más público del mundo.”
También están quienes ven en el sexo virtual una reducción a una práctica meramente masturbatoria, como si las relaciones sexuales “en persona”, no pudieran serlo o no las incluyeran, y como si hubiera formas mejores y peores, correctas e incorrectas de tener sexo. Hace tiempo que el sexo dejó de ser solo penetración, y los que no lo sabían, la revolución feminista se los contó.
No soy de las que suscriben a teorías apocalípticas sobre que el sexo virtual será la nueva y única forma de relacionarnos sexualmente. Me parece que estas concepciones, parten de resistencias al surgimiento de formas “no tradicionales” de tener sexo. Por otra parte, una cosa es manejar el arte de la escritura y/o la oratoria para tentar a alguien que está del otro lado y otra muy distinta es estar piel con piel, porque ahí no nos salvan ni las palabras, ni los emojis, ni una foto. Lo que sucede ahí es de otro orden; no hay saberes previos que puedan ayudarnos, ni recetas que nos digan qué y cómo hacer.
Otra cuestión a señalar es que habita cierto ideal que espera encontrar en una relación a la media naranja, una química perfecta, un acoplamiento de los cuerpos, desmintiendo que el otro es esencialmente diferencia y que con lo que primero nos encontramos, es justamente con eso, con un desencuentro, una incomodidad, un otro, con gustos, formas de satisfacción y deseos distintos. Es decir, no hay complementariedad entre los sexos. Por ello, muchas veces, el encuentro sexual en dos personas que se están empezando a conocer, implica que se pudo entablar una suerte de diálogo entre esos dos cuerpos. El otro es como un horizonte a descubrir (M. Goldstein). Y ese diálogo irá cambiando, también, en la medida que empiecen a conocerse.
También podríamos preguntarnos, de qué hablamos cuando decimos “virtual”. Mirta Goldstein, psicoanalista, dice que nuestra fantasía es una virtualidad y desde este punto de vista, el sexo siempre es virtual, porque el encuentro con el cuerpo del otro está mediado por la fantasía, que es lo que no se dice.
Finalmente, entre quienes, desde una idea romántica, ven en el sexo virtual el prototipo de sexo seguro, permítanme dudar de aquella idea, ya que muchas veces transcurre en el anonimato, con los riesgos que ello puede implicar, o salen fotos y videos fuera del ámbito de privacidad en que habían sido emitidos, pudiendo llegar incluso a constituirse en delitos.
Como verán, es difícil hablar de sexo virtual, posicionándonos desde un supuesto lugar de igual para todos. Por eso es fundamental el lazo que cada persona establece con la tecnología, el lugar que ocupa en cada uno y el uso que le da. No es lo mismo quien solo puede tener sexo a través de una pantalla, o quien lo realiza compulsivamente, y quien lo utiliza como una forma más, dentro de las distintas posibilidades de “conexión” con un otro.
Y vos… ¿qué pensas del sexo virtual?


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