Tiene 62 años y sueña con unir Tierra del Fuego con Alaska a pie

Martín Echegaray Davies arreglaba alambrados y dejó todo para emprender un viaje “trascendental”.

En octubre de 2017 emprendió la aventura. Ya lleva recorridos más de 20 mil kilómetros a pie. Y hoy, desde la localidad mexicana de Río Bravo, espera cruzar la frontera con los Estados Unidos para seguir rumbo hacia su destino final.

Desde hace 713 días hasta este lunes, un argentino anda recorriendo América a pie. El periplo empezó en Bahía Lapataia, Tierra del Fuego, hace casi dos años, el 31 de octubre de 2017. El objetivo final de la travesía es Alaska. Pero desde hace más de dos semanas, el ambicioso viaje se truncó. Al llegar a Estados Unidos, al aventurero le impidieron el paso y ahora deambula por México a la espera de una solución.
Martín Echegaray Davies, o Kuky, como lo llaman, tiene 62 años. Está casado y tiene tres hijas y seis nietos. Es oriundo de Trelew, provincia de Chubut. Se gana la vida trabajando como jagüelero, haciendo pozos y alambrados, arreglando molinos. Pero ahora está en medio del gran desafío.
El hombre busca dejar un gran legado, al perseguir la tradición de sus antepasados. “Siempre caminé detrás de una persona o de una entidad, y ahora decidí hacer mi propia caminata. Quiero hacer una caminata trascendental”, remarcó en diálogo con Infobae. Para ello se inspiró en colonos galeses que arribaron en 1865 y poblaron el interior argentino.
De tal modo, por ejemplo, en 2016 emuló la expedición en 1865 que los pioneros galeses hicieron desde el Golfo Nuevo hasta el Valle del río Chubut en busca de agua dulce y caminó 2.152 kilómetros en una expedición a la que llamó “tras las huellas de Fontana y sus rifleros”.
En las redes sociales documenta el viaje. Cuenta pormenores, actualiza su posición, adelanta donde va a estar y comparte la información acompañada de selfies que se toma al paso con la gente, cientos de fotos en las que casi siempre se muestra con su look habitual, vistiendo camisa manga larga, corbata y boina.
Viaja solo. Lo acompaña solamente el “carricatre pilchero”, tal como lo llama, un catre de campaña modificado en el que lleva ropa, alimentos, agua, colchoneta, lona, carpa, herramientas (martillo, llave francesa y otras por si se avería el móvil) y dos banderas, de Argentina y Gales, que flamean al aire. Son “180 kilos de peso” a cuestas, detalló.
Hasta el momento pasó por doce países incluyendo a Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costar Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México. Lleva recorridos más de 19.904 kilómetros. Abandonó la Argentina el 22 de septiembre de 2018, pero antes visitó las 23 ciudades capitales de las provincias.
Durante cada día de viaje, Echegaray Davies siguió una rutina preestablecida: empezar a caminar temprano, antes de que amanezca; más tarde, a media mañana, hacer un parate para desayunar; y luego retomar hasta detenerse para el almuerzo. “Después continúo hasta las 17, 18 cuando meriendo y sigo hasta que se vaya la luz del día”, cuenta.
Sobre la alimentación, dice que busca mantener una dieta a base de carne y huevos. A la distancia asegura que no extraña sus pagos y que por el contrario añora el asado. Y, cambiando de tema, cuenta también que una de las anécdotas que no olvidará es un meteorito que iluminó el horizonte de ruta, piedras y tierra cuando andaba por Perú.
A veces camina más, a veces menos. Hubo jornadas en las que recorrió hasta 40 kilómetros. En general, se mantenía en movimiento durante una semana para después “buscar una casa para descansar y aprovechar a quedarme un día o un día y medio”. En ese sentido, agradece el apoyo recibido: “La gente es solidaria, paran a darme agua o gaseosa, y en ocasiones me ofrecen donde dormir”.
De esa manera, el 27 de septiembre último llegó al puente internacional fronterizo McAllen–Hidalgo–Reynosa. Pero allí se topó con la negativa y no pudo continuar la marcha. “No traía lo que correspondía, tengo que hacer unos trámites nuevos, papeleos”, explicó sin querer dar demasiados detalles.
Ahora debe hacer unos 60 kilómetros extra (para ejemplificar, la misma distancia que transitan los peregrinos desde Liniers hasta Luján) e ir a Matamoros, donde se encuentra una sede de la embajada estadounidense. Echegaray Davies no sabe a ciencia cierta qué tipo de papeles necesita. Dice que igualmente no lo preocupa, confía en que todo se solucionará.
La travesía no tiene tiempos estipulados. Antes de empezar, el viajero calculó que le llevaría unos tres años, con lo cual estaría bien posicionado. Pero lo cierto es que no fijó un plazo. Tampoco piensa en una nueva aventura a futuro. Hoy, asegura, su cabeza “sólo está en llegar a Alaska”.


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