VECINOS DE USHUAIA, TOLHUIN Y RIO GRANDE, SE VOLCARON MULTITUDINARIAMENTE A LAS CALLES PARA EXPRESAR SU DISCONFORMIDAD CON UNA POSIBLE REFORMA LEGAL QUE DESPENALIZARIA LA INTERRUPCION DEL EMBARAZO.
Aunque no todo salió como se esperaba, la marcha convocada en Tierra del Fuego bajo el slogan “A favor de la vida”, fue coincidente con la gran participación que se registró en todo el país.
En momentos en que se debate la despenalización del aborto, la multitudinaria marcha de ayer contrastó con la del viernes último, cuando un reducido grupo de mujeres, identificadas con banderas feministas, se acercaron a la Legislatura para repudiar una medida legislativa que intepretaron en oposición a su pensamiento, pro aborto “libre, gratuito y seguro”.
En esa oportunidad, tuvo un papel protagónico la ex gobernadora Fabiana Ríos, quien ahora enrolada en una corriente feminista denominada La Ría, también estuvo presente en el edificio legislativo formando parte de lo que se llamó desacertadamente “El Pañuelazo”, por la escasa cantidad de adherentes que se lograró.
Favorecidos por el buen clima, el domingo último fue propicio para que una gran cantidad de riograndenses, tolhuinenses y ushuaienses ganaran las calles con pancartas en contra de la despenalización del aborto.
La nota negativa la dio sin duda el proceder de la iglesia, quien capitalizando que se trataba precisamente del Domingo de Ramos, fecha cara para la grey católica, se atribuyó un rol protagónico en una marcha en la que debieron ser un sector más en el concierto de manifestaciones ciudadanas.
EN RIO GRANDE
Al igual que ocurrió en Ushuaia, fueron actores religiosos los que llevaron la voz cantante de la manifestación popular – que según medios locales, trepó a 5 mil personas – a disgusto de los laicos que también acudieron a fijar su postura en contra de las prácticas abortivas indiscriminadas.
Tanto el obispo de Santa Cruz y Tierra del Fuego, monseñor Miguel Ángel D’Annibale como el pastor evangelista y profesor Jorge Cayo, se dirigieron a los presentes.
El Obispo asistió a la marcha acompañado por sacerdotes de distintas parroquias como así también monjas que sirven en distintos barrios.
“Para nosotros, en este Domingo de Ramos en que Jesús entra en Jerusalén a dar la vida, es muy importante estar acá. En mi caso personal estoy acá porque vivo; hace poquito perdí a mi papá y me siento muy cercano y agradezco a mi papá y a mi mamá que me hayan dado la vida porque después que viví, creí. Soy creyente porque ellos me iniciaron en la fe y después libremente decidí ser sacerdote; después me llamaron para ser obispo católico”, dijo la máxima autoridad católica de las dos provincias.
En la misma línea argumental, Monseñor Miguel Ángel D’Annibale dijo que “lo primero que todo, es que vivo, si uno no vive, no puede después elegir todo lo demás, por eso (la vida) no es una cuestión solamente de creyentes de una fe, vengo aquí como uno más, lo mismo que los sacerdotes, a acompañar la vida porque quiero hacerlo como uno más ya que creo que la vida tiene que ser cuidada siempre –enfatizó- y por eso tenemos que cuidar toda vida”.
Recordó que “los obispos en la Argentina decimos toda vida vale, que es una síntesis a favor de la vida y vale la vida tanto en el seno materno como la vida de la mamá que sufre una violación, que sufre un abuso, que sufre un destrato, que tiene un embarazo. A esa vida hay que cuidarla, hay que comprenderla y hay que acompañarla, por eso también pedimos que los proyectos que acompañen en la ley, contemplen todas estas situaciones, a la sanidad”.
El prelado observó que “muchas veces una joven se embaraza y recurre primero a la tía o a la abuela y le dice de su embarazo y tanto la abuela como la tía le dice ‘te vamos a acompañar’ y lo mismo la mamá y el papá que tiene primero esa contrariedad pero cuando tienen a ese nieto en brazos y se dicen cómo se me habría ocurrido que esta vida no estuviera aquí iluminando el hogar y estas cosas pasan constantemente porque la vida es eso y nosotros como creyentes, acompañamos la vida y como cristianos acompañamos la vida porque es lo que hizo Jesús; Él acompañó la vida de la gente y es lo que asombraba a tantos”.
“Por eso pido a Dios, por eso pido a Jesús, que la vida sea cuidada, que sea comprometida para que la salud también esté a la altura de las circunstancias y para acompañar toda vida, toda vida frágil, para que viva porque se trata de vivir”.
En tanto, el Pastor y profesor Jorge Cayo, uno de los organizadores de la marcha, dijo “todos los que estamos aquí estamos a favor de la vida. También soy pastor evangélico y soy padre de cuatro hijos y estuve en los cuatro partos, conozco muy de cerca lo que es la vida. Nací en una casa y tuve cinco hermanos; mis padres me criaron con el privilegio de honrar la vida en todo momento, por eso creo, sostengo y pongo en alto que la vida desde la concepción, merece ser respetada”.
Agregó que la marcha “es un llamado de atención a nuestros gobernantes, a nuestros políticos, a nuestros concejales, a nuestros intendentes, a nuestros legisladores y de manera especial a nuestros diputados nacionales, a ellos les decimos que nosotros estamos a favor de la vida y así como los votamos, les pedimos que nos escuchen porque nosotros como ciudad, no dejamos entrar a la muerte, le cerramos la puerta a la muerte en Río Grande”.
EN USHUAIA
En la capital fueguina, también fueron muchísimas las personas que se concentraron para manifestar su negativa a la interrupción discrecional del embarazo.
Con el discurso preparado, muchos representantes de organizaciones se quedaron sin palabras cuando la posibilidad de hablar a los presentes solo la empleó el cura Aldo Moschetta.
Ante un discurso que no se caracterizó por el lenguaje llano, muchos vecinos se sintieron desilusionados al verse impelidos a repetir letanías religiosas, como si se participara de una misa y no de una manifestación popular.
No obstante la disconformidad de numerosos representantes de ONG, organizaciones barriales y asociaciones vecinales, se le cedió a Moschetta el privilegio de ser el único orador, comprometiendo para otra oportunidad la posibilidad de realizar una convocatoria en la que la religión no tenga un rol protagónico y los laicos puedan también sentirse representados.
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