Generoso aporte de un abogado al patrimonio cultural local.
El letrado Ignacio Jordá, integrante de una antigua familia fueguina, adquirió dos vitrales antiguos —uno de ellos del artista español Manuel Pla y Valor, datado en 1850— para donarlos a las parroquias Nuestra Señora de la Merced y La Sagrada Familia, acrecentando así el acervo cultural de la ciudad.

Abogado Ignacio Facundo Jordá: «Contar con un vitraux del año 1850 es un pequeño tesoro para que lo disfrute la comunidad de Ushuaia».
Ignacio Jordá, abogado e integrante de una antigua familia de Ushuaia, decidió realizar un gesto que conjuga historia, arte y gratitud hacia la ciudad que lo vio crecer. En una entrevista con Diario Prensa Libre contó que durante una charla con amigos en Buenos Aires, comenzó a concretarse la idea de hacerle a Ushuaia un regalo con valor cultural imperecedero: dos vitrales antiguos que pronto formarán parte del patrimonio artístico local.
“En esa cena estaba el matrimonio Burucúa, Gastón y Aurora, amigos de muchos años que también vivieron en Ushuaia durante la época del Territorio Nacional, allá por los años 70”, recuerda Jordá. “Esa comida fue providencial porque yo venía de la desilusión de no haber podido adquirir un vitral que estaba en poder de un hombre de 90 años que conservaba la pieza desde muy joven. Databa de la época comprendida entre 1930 a 1980, cuando se ensanchó la avenida 9 de Julio en Buenos Aires, en una franja de una cuadra de ancho por veinte de largo. En esa superficie se demolieron innumerables iglesias, petit hoteles y otros edificios que tenían esculturas, vitrales y otras obras valiosísimas que fueron a manos de coleccionistas de distintas partes del país. Gracias a un dato que me dieron los Burucúa esa noche pude dar con dos vitrales hermosísimos que habían ido a parar a Paraná, Entre Ríos”.

El vitraux con la imagen de la Virgen, del artista Manuel Pla y Valor, será emplazado en la parroquia La Sagrada Familia, en el barrio Monte Gallinero, en homenaje al fallecido sacerdote Aldo Moschetta.
Jordá consiguió de este modo un magnífico vitral del artista español Manuel Pla y Valor, de gran valor histórico y estético, con la imagen de la Virgen, y una segunda pieza antigua, de igual belleza, que representa al Corazón de Jesús, cuya autoría se está tratando de determinar. “Uno de los vitrales tiene una antigüedad mayor a la ciudad misma, ya que data de 1850 y Ushuaia fue fundada en 1884” – refiere el letrado.

El vitraux Sagrado Corazón de Jesús será colocado en la parroquia Nuestra Señora de la Merced, sita en la esquina de las calles San Martín y Don Bosco.
Pla y Valor, nacido en 1800 y fallecido en 1900, fue un artista famoso por sus vitrales, entre ellos los neogóticos de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Wilde y los de la Confitería Las Violetas, en Buenos Aires. “Ahora Ushuaia también tendrá una de sus creaciones y será un punto de referencia como ocurre con los otros lugares en los que se exhiben las obras de Pla y Valor”, dice Jordá con orgullo.

El matrimonio Burucúa, Gastón y Aurora, docente y médica que residieron en Ushuaia en los años 70, escoltan uno de los vitrales, listo para ser despachado a Ushuaia.
—¿Qué representan las piezas y dónde serán instaladas?
El vitral del siglo pasado representa a la Virgen de los Dolores, aunque algunos la identifican como la Virgen de la Piedad. Mide aproximadamente 1,10 metros de ancho por 80 centímetros de alto y tiene forma de medialuna. Será ubicado en la Parroquia La Sagrada Familia, en el barrio Monte Gallinero, en homenaje a mi gran amigo, el fallecido padre Aldo Moschetta. Siempre pensé que, en la iglesia donde él celebraba misa, debía quedar un recuerdo de su paso. La segunda pieza, el Corazón de Jesús, se emplazará en la Parroquia Nuestra Señora de la Merced, la iglesia a la que concurría mi abuela, doña Elsa Capará. Ella era francesa, vivía en Buenos Aires y amaba Ushuaia. Murió aquí, el 5 de noviembre de 2015.
—¿Alguien colaboró con usted para que este proyecto se hiciera realidad?
Sí, claro. Agradezco especialmente a los Burucúa; a mi amiga Patricia Ruiz, kinesióloga muy querida en Ushuaia, y también a un chico del aeropuerto, al que sólo conozco como ‘Pata’. No sé su apellido, pero se comprometió a cuidar los vitrales con esmero, y gracias a él llegaron intactos. El traslado de las piezas de delicado vidrio fue una tarea sumamente compleja. Llegaron desde Paraná por vía aérea a Ushuaia con cuidados extremos.
—¿Desea dar a conocer el valor económico de los vitrales?
No, porque eso no es importante. Lo que vale es que los vecinos de Ushuaia van a tener dos magníficas obras para disfrutar. Es un regalo para la ciudad a la que mi familia llegó a fines de los años 60 y donde tenemos nuestros afectos más importantes.

La emblemática confitería Las Violetas, ubicada sobre la avenida Rivadavia en Buenos Aires, luce vitrales creados por el mismo artista del que proviene la obra que será colocada en la parroquia Sagrada Familia de Ushuaia.
De este modo Ignacio Jordá no solo rescató dos obras de arte de alto valor patrimonial, sino que selló un vínculo entre la memoria familiar y la historia cultural de Ushuaia. Se trata de un acto de generosidad que perdurará en los vitrales que pronto iluminarán las iglesias, dejando pasar la luz para las generaciones que vengan.