“Vamos en un avión de pasajeros volando a 900 km/h, sin instrumental ni  piloto y con los motores en llamas…”

“Vamos en un avión de pasajeros volando a 900 km/h, sin instrumental ni piloto y con los motores en llamas...”

 

El reciente aumento exponencial en las cifras de contagios de Covid 19 en la ciudad de Ushuaia y la saturación de los servicios hospitalarios son el resultado de una absoluta falta de liderazgo por parte del gobierno provincial y sus cuadros técnico-políticos del Ministerio de Salud.   La única estrategia inicial que ordenó el confinamiento masivo de la población con medidas coercitivas para limitar la circulación de personas no fue acompañada del necesario trabajo de concientización de la comunidad. Es sabido que en las epidemias, la etapa inicial de contención es eficaz pero con el correr del tiempo empieza a mostrar sus limitaciones.

El Gobierno provincial no solo incurrió en graves errores en el control de ingreso de personas a la isla en los puntos de acceso a la provincia – puerto, aeropuertos y Ruta 3 sino que desaprovechó una etapa inicial y parcialmente exitosa que hubiera servido para reforzar el sistema de salud  y establecer mecanismos concretos para la detección oportuna de casos, el seguimiento estrecho y aislamiento de contactos y la práctica de testeos masivos de la población que sirvieran para ir “tomando el pulso” a la pandemia de manera tal que se pudiera accionar en base a evidencias concretas. Pero fue más importante estar pendiente de las críticas por las redes sociales, con el acompañamiento de trolls que defendían la gestión, que en atacar y apaciguar con éxito el posible rebrote que podíamos tener – y tenemos – en la provincia. En muchos casos eran más aportes que críticas, pero la soberbia los superó.

Una sucesión de medidas erráticas y contradictorias, avaladas por un COE encerrado en su propia fantochada adoptó medidas dispares que demostraron una penosa falta de gestión y coordinación de servicios de salud a la vez que permitió que la población que no había sido suficientemente educada sobre el problema empezara a relajar los cuidados por desconocimiento de la gravedad del problema, el agotamiento del aislamiento obligatorio como única medida y la pérdida del miedo al virus que se manifiesta entre las personas jóvenes.

Lamentablemente no se supo tomar la experiencia de otros lugares que padecieron la pandemia antes que nosotros en los cuales quedó patente el hecho de que  cuanto más se deja subir la curva de incidencia más cuesta bajarla y peores se tornan los remedios que se necesitan para controlar el problema. El gobierno provincial se destacó por aislarse del tejido social y por pasar,  actuando por reflejo, de ordenar arreglos extremos de confinamiento a aperturas indiscriminadas como las permitidas para habilitar actividades recreativas en centros invernales y locales de reuniones públicas mal controlados,  focos desde los cuales claramente se inició la escalada de la incidencia de casos en la ciudad de Ushuaia.

La alternativa a esta fracasada gestión de la epidemia debería haber sido un trabajo del Gobierno en colaboración con todos los demás sectores sociales tendiente a lograr el despliegue bien coordinado de un mecanismo amplio y eficaz de detección temprana con testeo de casos que incluyeran también a los más leves que son los que más contribuyen a difundir el contagio y, a partir de allí, a generar las medidas de aislamiento y seguimiento de los contactos utilizando los mecanismos restringidos imprescindibles para asegurar la permanencia en dicho aislamiento.

Por otra parte, la actual saturación de los servicios tiene mucho que ver con la pérdida de la oportunidad que ofreció la etapa inicial que debió haber sido aprovechada para preparar lugares alternativos de cuidados para casos moderados y reentrenar los recursos humanos sanitarios menos críticos,  que permanecían ociosos por el cierre de los consultorios hospitalarios y el abandono de las actividades de atención primaria. De esa manera se podría haber reforzado el apoyo a los recursos humanos más críticos que han sido mal utilizados y tempranamente desgastados por una gestión deficiente y una pobre coordinación. En síntesis “El Gobierno puso mal el alambrado en el barranco, para que no se caiga la gente, y abajo … al colchón lo dejo deshilachado”, o sea ni previno ni preparó los hospitales para cuidar a los enfermos.

La oportunidad del momento es efectuar un agresivo trabajo de rápida detección de casos y efectuar sin dudar  aislamientos selectivos bien controlados en ambientes preparados para tal fin aprovechando la gran disponibilidad de hoteles que tiene la ciudad, de otra manera es imposible lidiar con la pandemia si no se tiene real conocimiento de la cantidad de personas afectadas que están dispersando el virus. En segundo lugar, es necesario trabajar incansablemente en reforzar el distanciamiento social y las medidas de higiene, si es necesario con severas penas a los incumplidores.

Es un hecho que cualquiera puede ver: Estamos en un avión con pasajeros volando a 900 km/h sin instrumental, sin pilotos y con los motores en llamas…

 

* Concejal, legislador, vicegobernador y gobernador, mandatos cumplidos.


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