Volver a empezar

Volver a empezar

Si te postras diez veces te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas;
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantasFragmento de Avanti! – Pedro B. Palacios (Almafuerte)

El aumento de la expectativa de vida y los cambios sociales cada vez más vertiginosos llevan a las personas a enfrentarse con mayor frecuencia a la situación de “volver a empezar”. Hasta no hace muchos años las personas se casaban “para toda la vida”, o se jubilaban en su trabajo luego de “ cuarenta años de fieles servicios”.
Solo situaciones muy excepcionales interrumpían estos procesos por un tiempo largo: los que enviudaban muy jóvenes, los que estaban presos, los que sufrían una convalecencia larga.
Las crisis que obligaban a recomenzar eran la excepción y no la regla.
Actualmente la crisis que plantea la pandemia, lleva a muchas personas a tener que pensar en volver a empezar después de meses sin trabajo, ya sea en la misma actividad o en otras totalmente diferentes. También los conflictos que crecieron en la convivencia forzada extensiva, probablemente conduciran en muchos casos a separaciones y derivaran en segundas uniones.
Hay tantos volver a empezar como personas que lo hacen. La posibilidad de “barajar y dar de nuevo” va a ser distinta según la edad, la historia y el contexto en que esta incluido. La capacidad de levantarse depende de la fortaleza individual o resiliencia, la intensidad del golpe sufrido y del entorno que rodea al que ha caído.
Un prototipo del volver a empezar fue el automovilista Niki Lauda: huérfano de padres y criado por sus abuelos, comenzó muy joven a correr en distintas categorías hasta llegar a la Formula 1 y consagrarse campeón a los 26 años. Al año siguiente de haber obtenido el título, sufrió un terrible accidente que le destrozó la cara y el cuerpo. Temerario, a los 45 días del accidente volvió a las pistas pero a los pocos días corriendo en Japón bajo la lluvia, entró en pánico y a pesar de estar definiendo el campeonato nuevamente, abandonó la competencia. Superó esta situación y al año siguiente volvió a consagrarse campeón del mundo, retirándose a los dos años de este ultimo título. Se inició entonces en otro negocio (una compañía de aviación) pero las malas inversiones sumadas a su compulsión por los juegos de azar, lo llevaron a la ruina al cabo de unos años. Apremiado por las deudas volvió a competir en Formula 1 (siete años después de su accidente) y al año siguiente volvió a ser campeón mundial. Con sus finanzas estabilizadas abandonó la competición transformándose en director deportivo de otros pilotos.
Este ejemplo muestra todas las posibilidades de volver a empezar: después de un golpe muy duro, después de mucho tiempo volver a la misma actividad, y también cambiar de rubro. Esto se puede dar tanto en el deporte como en el trabajo o en la pareja. Hay personas que retoman la actividad anterior y otras que cambian de tarea, hay re-casamientos con la misma persona o con otra distinta. En todo caso es importante registrar que quien reinicia el curso de la vida después de un golpe o después de un tiempo ya no es el mismo. Si no registra el cambio puede suceder lo que le sucedió a Lauda en su primer regreso: no soportar la presión y abandonar.
Volver a empezar es un proceso, es decir algo que requiere tanto de acción como de tiempo y este proceso implica transcurrir tres etapas:
La primera de las tres etapas necesarias para volver a empezar con posibilidades de éxito es la aceptación de lo que ya no es, terminar el duelo, dejar la nostalgia y la remembranza. Evaluar qué pasó y por qué, sin acusarse y viendo qué puedo aprender del dolor. Saber cuándo abandonar lo anterior requiere separar una saludable perseverancia de la obstinación. La aceptación está lograda cuando podemos recordar el pasado en su justa medida sin que los recuerdos nos impidan vivir plenamente el presente.
La segunda etapa es el “arqueo de caja”: implica un balance de las condiciones actuales propias y del ambiente. Es el momento de preguntarse ¿con qué cuento?, ¿qué recursos tengo y registro y cuáles no registro tener aunque otras personas digan que los tengo? ¿Cuál es mi verdadero potencial y que podría ejercitar para alcanzarlo?.
La tercera etapa es la de reordenarse en un proyecto posible. Esta etapa no depende solo de la voluntad individual, sino también de poder evaluar qué relación tienen mis recursos con las posibilidades y necesidades que detecto en el ambiente y descubrir qué “nichos “ ofrece el medio. Este que soy ahora, con estos recursos puede accionar de este modo ahora. En esta etapa se juegan la creatividad (adaptar experiencias anteriores a situaciones nuevas, como en el arte se ordenan las mismas notas musicales de otro modo para llegar a nuevas melodías o con los mismos colores se pintan cuadros diferentes) y mi plasticidad
(la posibilidad de no rigidizarme en lo conocido y poder adaptarme a lo nuevo). Además de poner energía para reinsertarme es probable que en esta etapa tenga que luchar contra los prejuicios (propios y ajenos), contra el miedo y contra la duda.
Cada una de estas etapas es una crisis y como tal comporta sus propios riesgos:

– En la primera: idealizar el recuerdo, pensar que “todo tiempo pasado fue mejor” y por lo tanto tratar de “calzar” la nueva experiencia en el modelo de la anterior.
– En la segunda: focalizarme en mis “debilidades” más que en mis “habilidades” y/o ponerme pesimista con relación al entorno, viendo solamente el medio vaso vacío.
– En la tercera: ser derrotado por mis prejuicios o los ajenos sobre lo que ya no estoy en condiciones de hacer o cargar la nueva actividad o pareja con un exceso de expectativas que conduzcan a frustrarme inevitablemente.

En la situación actual del planeta paralizado, podemos incluir la idea de un “volver a empezar” como construcción colectiva, ya sea de una familia, un grupo, una empresa e incluso una sociedad. Este último reinicio en particular puede tener su puntapié inicial en algunos líderes de grupo, pero requiere para ser exitoso del consenso de la mayoría en las mismas tres etapas: la aceptación de que el pasado ya no es, el registro de recursos grupales y la autocritica constructiva y la acción colectiva en una dirección consensuada. Esto permitirá que una sociedad desintegrada pueda reintegrarse en un nuevo proyecto común. Resulta interesante rescatar la doble vertiente de la palabra reintegrarse: por un lado volver a ser integrante (parte) y por otro volver a estar integro (entero).
Hay una canción de Alejandro Lerner de fines de los 90 llamada que habla de volver a empezar:

“.. Yo seguiré adelante atravesando miedos,
sabe Dios que nunca es tarde
para volver a empezar..
Volver a empezar
que aun no termina el juego”

A mi gusto, hace 80 años Ortega y Gasset lo dijo mejor y más sintéticamente: “Argentinos… ¡a las cosas!”.


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