A 37 años del conflicto un piloto de guerra revivió las últimas horas de combate en las Islas Malvinas

El aviador naval Juan Membrana tenía 29 años cuando protagonizó una de las últimas misiones, el 14 de junio de 1982.

Juan José Membrana tenía 29 años y siete años de experiencia en el manejo del Grumman S-2 Tracker, un avión de la Segunda Guerra Mundial especializado en la detección y ataque contra submarinos, causantes del hundimiento del ARA General Belgrano durante la Guerra de Malvinas.
Hoy, 37 años después del final de la guerra, recordó en un reportaje cómo fueron los últimos combates. «Cuando una nación entra en combate lo hace con su juventud, con la gente más joven que está preparada y entrenada para realizar una acción de defensa de su territorio. Nosotros fuimos a recuperar Malvinas, con la menor cantidad de daño hacia la población. No hubo ningún isleño que sufriera heridas, más allá del shock emocional», reflexionó.
Durante los 74 días que duró la guerra, como parte de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina, Juan José llevó a cabo 11 misiones de combate, incluido el último vuelo operativo de la guerra, en el que viajó a buscar a dos camaradas de la Fuerza Aérea, que el 13 de junio a la noche habían hecho la última misión de bombardeo. «El capitán Pastrán se pudo eyectar cuando su avión fue derribado y terminó prisionero de los británicos y el capitán Casado no pudo porque su asiento quedó averiado con el misil. Nosotros no sabíamos eso. La mañana del 14, volando en la zona del derribo nos enteramos de que Puerto Argentino había caído», contó el aviador en una entrevista.
La Escuadrilla comenzó operaciones de portaaviones el 23 de marzo de 1982, algunos días previos al inicio del conflicto, que se puso en marcha el 2 de abril. Membrana relató que el desembarco para tomar control de las islas los tomó por sorpresa, después de que la embarcación zarpó con sus escoltas y las fuerzas terrestres, sin saber cuál era su operación específica. «Uno siempre tiene la incertidumbre cuando está por entrar en combate de si volverá, si será su último vuelo, pero eso se da en el momento anterior, en las horas previas. Cuando se sienta en el avión y va a cumplir una misión se crea como una visión tubular y se concentra para hacer lo que uno sabe hacer, no hay lugar para otra cosa».
(Perfil.com)


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